Los monjes cristianos afianzaron la estructura de una biblioteca concebida como colección y catálogo de libros con formato paralelepípedo
Solo los hombres podían ejercer de amanuenses. Cada copia era el original.
En el siglo XIV un barón de Castilla legó a su única hija un ejemplar del Corpus Juris si se casaba con un letrado.
El libro miniado era un don tan preciado que condicionaba la elección de consorte para el día de la boda
Con la imprenta de Gutenberg se pusieron en marcha cambios cualitativos en el uso habitual de los libros en manos de académicos, laicos y gentiles
En los paises de tradición católica sólo las autoridades civiles, religiosas y académicas tenían libre acceso a los libros impresos. Los plebeyos tenían acceso a ciertos libros en la trastienda.
Sólo el 5% de la población estaba alfabetizada y podía leer los libros impresos.
La Biblia fue traducida al alemán, al español, al inglés y a las restantes lenguas europeas.
El poder leer e interpretar la Biblia en la lengua vernácula facilitó el exito comercial de los libros impresos fundamentalmente en países no católicos.
Durante siglos la lectura de libros impresos se ha afianzado mucho más en los países de raigambre protestante que en los de raices católicas. La clave estaba en la libertad de acceso a los libros impresos
Durante siglos en España quienes tenían libros impresos en su casa eran presa fácil de la Inquisición si no tenían el estatus pertinente o las espaldas bien cubiertas
Hasta el siglo XVIII los estudiantes universitarios podían acceder a los libros de la biblioteca tan sólo una vez a la semana
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