SUICIDIO y FAMILIA



Quienes escuchan al deprimido hablar sobre ideas de muerte tratan de eludir el tema, en la creencia de que tratar de las ideas de suicidio pudiera conducir a provocarlo, o hacer que le parezca al deprimido una idea aceptable.

En realidad hablar abiertamente del tema puede representar un alivio para el depresivo, y da una oportunidad a quienes le tratan de ayudar de conocer el grado de fuerza que tienen tales ideas y la ocasión de clarificar objetivamente la situación.

Quien conocen de cerca un intento de suicidio se sorprenden de que el deprimido haya podido ir tan lejos. Resulta difícil comprender las razones que conducen a una persona a no tener deseos de vivir.

La percepción objetiva de quien esta sano y la de un deprimido son muy distintas. Los allegados de quien ha intentado un suicidio suelen comentar parecía que estaba mejor, precisamente los días anteriores parecía más sereno. Estas percepciones resultan engañosas, bien sea porque el deprimido ha sabido disimular bien sus propósitos o porque las personas que le rodean no se dan cuenta, o no dan importancia a las ideas de suicidio. La aparente mejoría refleja sin embargo que el deprimido ha tomado una determinación fatal, encontrando una salida a sus angustiadas dudas.

Existen una serie de criterios a tener en cuenta a la hora de sopesar el riesgo de suicidio, detectarlo y prevenirlo:

La familiaridad del individuo con dosis mortales de medicamentos.

La accesibilidad a la vía de suicidio (acceso a armas de fuego, píldoras para dormir, venenos, etc.)

El grado de contacto con las personas que le cuidan (si dispone de suficiente tiempo para llevar a cabo sus planes sin que nadie se aperciba)

La facilidad de conseguir ayuda médica urgente en caso de que exista un intento.

Detección de conductas sospechosas: sigilo, un repentino antojo que el deprimido desea realizar, una injustificada visita a la droguería o a la farmacia..

Expresiones verbales: tales como Ya no puedo mas, Acabaré con todo esto No estoy dispuesto a seguir así más Todo es inútil, no tengo ya solución.

Despedidas raras: el deprimido, sin venir a cuento, habla como si se fuera a ir de viaje, por ejemplo cuidad de mis cosas, o os quiero mucho, espero que os acordéis de mí me gustaría que me perdonarais, supongo que no nos volveremos a ver, os agradezco todo los que habéis intentado hacer por mi, decir Adiós a todos en lugar de buenas noches, o hasta siempre en lugar de hasta luego.

Una aparente tranquilidad repentina cuando el deprimido pasaba unos días agitado puede significar que ha tomado una decisión drástica.

La visita no programada a un servicio médico o psiquiátrico: puede significar un desesperado intento de pedir ayuda.

Un reto mortal: por ejemplo una mujer abandonada toma una sobredosis y llama a su marido diciéndole lo que acaba de hacer, dejando al azar o a la condición de que él se precipite corriendo, el que pueda sobrevivir o no. En este caso el suicida actúa como ante una ruleta rusa, dejando a una suerte exterior su vida.

Un acontecimiento adverso en un deprimido con claras y continuas ideas de suicidio actúa como la última gota que rebosa el baso

Intento de conseguir ayuda: algunos deprimidos que han realizado intentos de suicidio han confesado después que intentaban conseguir la ayuda de un ser amado, ser hospitalizados o tenidos en cuenta.

Intento de escapar o huir de la situación: un porcentaje alto de suicidas que no tienen la contención de un tratamiento que les de una esperanza suficiente contemplan el suicidio como una forma de encontrar solución a sus problemas. La gravedad de la depresión influye en esta postura.

Falta de comunicación: nadie se ha preocupado de entrar dentro de su mundo interior y su aislamiento o bien le resulta ya insoportable, o bien intenta romperlo como un intento desesperado de que por fin alguien se de cuenta de mis sufrimientos.

Falta de empatía: el deprimido ha hablado de sus ideas de suicidio pero se le ha respondido con lo que el vive como sermones. Esperaba que el otro se sintiera conmovido, que sintiera mi desesperanza. Esta búsqueda es del alivio que proporciona compartir penas.

Razones para vivir, razones para morir: algunos suicidas intentan razonar con las personas próximas esta cuestión, en un intento de ser convencidos. Es una ocasión magnifica para, en vez de rehuir el tema, afianzar y justificar la esperanza racional de curación. Generalmente se puede convencer al suicida señalando sus deformaciones, tales como que no nombra las cosas que le han ido bien(conviene recordárselas exhaustivamente), la deformación del pensamiento es un síntoma de la depresión de la que debe desconfiar, la eficacia demostrada de los tratamientos de la depresión.

Lanzar el guante: algunas personas cometen el error de decir al deprimido con ideas suicidas: pues bien, si deseas hacerlo, hazlo o no creo que seas capaz, hablas por hablar". El deprimido puede ser capaz de hacer un intento de suicidio para demostrar la realidad de su desesperanza. Conviene siempre tomar en serio las ideas suicidas, en el sentido de que es positivo discutirlas racionalmente.
 

Las ideas de muerte y suicidio, que en el curso de una depresión pueden aparecer a raíz de cualquier acontecimiento desagradable, son un indicio del grado de desesperación que tiene el deprimido. Conviene que, si no esta realizando una psicoterapia, se acuda a un profesional especializado que ayude a controlar el riesgo de suicidio y que proporcione recursos de mejora, o si ya está realizando un tratamiento psicológico, entrar en contrato estrecho con el profesional para coordinar acciones conjuntas.

Las personas que conviven con él deben prestar mayor atención y ayuda, independientemente de las ideas suicidas sean serias o un intento de manipular (está de sobra justificado ayudar seriamente a una persona cuyos sufrimientos le hacen pensar en el deseo de morir).