INTRODUCCIÓN
Si realizamos una búsqueda
de información sobre las experiencias traumáticas, sus efectos
sobre el comportamiento y su tratamiento, descubrimos, sin demasiada dificultad,
que existe una estrecha relación entre este tipo de situaciones
y la hipnosis. Esto es, históricamente la hipnosis se ha utilizado
para el tratamiento de víctimas de experiencias traumáticas
de muy diversa índole, veamos algunos ejemplos:
- Hace más de un siglo,
algunos médicos emplearon la hipnosis para tranquilizar, dormir
o anestesiar a sus pacientes. Entre estos, encontramos a James Braid
(1795-1860), quien acuñó el término hipnotismo.
Esdaile (1818-1859), por su parte, relató la aplicación y
utilidad de la hipnosis en infinidad de intervenciones quirúrgicas.
Otros autores la incorporaron a su labor científica, como es el
caso de Ambroise Auguste Liébeault (1823-1904).
- Posteriormente Joseph Breuer
(1842-1925), descubrió el poder terapéutico de la catarsis:
“con el método hipnocatártico, se intentan eliminar los síntomas
psicopatológicos de origen psicotraumático”. Y según
el propio Sigmund Freud (1856-1939), el poder terapéutico de la
catarsis constituyó el punto de partida de la teoría psicoanalítica.
- Las técnicas hipnóticas
también se emplearon después de la Primera y Segunda Guerra
Mundial, debido a la necesidad de desarrollar un tratamiento rápido
de las llamadas “neurosis traumáticas de guerra” (Alburquerque,
1992), y por extensión, se reavivó el interés por
la posible utilidad de dichas técnicas en el ámbito clínico
general.
CONTEXTUALIZACIÓN
Consideramos de interés
realizar una breve exposición informativa sobre la American Psychological
Association (APA), ya que nos puede ayudar a situar y delimitar el estado
actual de la hipnosis en el campo de la psicología. Esta organización
tiene una serie de divisiones especializadas en diferentes materias relacionadas
con la psicología, que van desde la División 1 – General
Psychology, pasando por divisiones como Family Psychology (43), Clinical
Neuropsychology (40), Psychology of Religion (36), Psychology of Women
(35), hasta la División 52, y entre ellas se encuentra la división
30 – Psychological Hypnosis. Esta última se encarga de intercambiar
información científica, avances, búsqueda y desarrollo
de métodos puntuales para la práctica de la hipnosis. Las
áreas de interés de sus miembros son diversas, incluyendo
hipnosis con niños y adolescentes, mujeres, tópicos como
las conexiones entre mente/cuerpo, disociación, trastornos de estrés
postraumático, etc. También algunas iniciativas de la división
incluyen avances y aplicaciones de la hipnosis en medicina conductual,
en temas profesionales y educación en general.
DEFINICIÓN DE CONCEPTOS
1. HIPNOSIS
La American Psicological Asociation,
APA (1996) define la hipnosis como un procedimiento durante el cual se
sugieren cambios en las sensaciones, pensamientos, sentimientos y conducta.
Otros autores hacen hincapié en diversos aspectos conceptuales.
Así, M. A. Vallejo Pareja (1993), define la hipnosis como un estado
subjetivo que implica alteraciones perceptivas. Dicho estado y alteraciones
serían elicitadas por sugestiones, presentadas de acuerdo con una
secuenciación y progresión concretas. Por otra parte E. Thomas
Dowd (1993) describe la hipnosis como un estado de elevada percepción
y concentración sobre unos pocos estímulos relevantes del
campo perceptivo. Y, finalmente, otros autores como R. M. Baños,
A. Belloch y M. A. Ruipérez (1995) definen la hipnosis como
interacción social, en la que una persona experimenta anomalías
en la percepción, memoria y acción, que han sido sugeridas
por el hipnotizador.
2. TRASTORNO DE ESTRÉS
POSTRAUMÁTICO (TEPT)
Abraham Kardiner (1941) definió
por primera vez de forma sistemática el TEPT y señaló
que las personas que lo padecen siguen viviendo en el ambiente emocional
del acontecimiento traumático. Este investigador consideró
que la persistencia del reflejo de sobresalto en las personas traumatizadas
constituía el elemento central de la reacción de estrés
postraumático, y la relacionó con el desarrollo de irritabilidad
y de sintomatología psicosomática en estos pacientes. En
estudios más recientes se han comprobado científicamente
estos conceptos, y se ha confirmado que tanto fisiológica como hormonalmente,
las personas con TEPT siguen reaccionando frente a estímulos pequeños
como si constituyeran situaciones de emergencia.
El Manual Diagnóstico
y Estadístico para las Enfermedades Mentales -DSM IV- (APA,
1994) incluye el TEPT en los trastornos de ansiedad. Entre los criterios
para su diagnóstico encontramos:
A-. La persona ha estado expuesta,
de alguna forma, a un acontecimiento traumático, y ha respondido
con temor, desesperanza u horror intensos.
B-. El acontecimiento traumático
es reexperimentado persistentemente en formas diversas (recuerdos, sueños,
sensaciones, malestar psicológico y respuestas fisiológicas).
C-. La evitación persistente
de los estímulos asociados al trauma y el embotamiento de la reactividad
general del individuo.
D-. Síntomas persistentes
de aumento de la activación (dificultades para conciliar o mantener
el sueño, irritabilidad o ataques de ira, dificultades para concentrarse,
hipervigilancia., respuestas exageradas de sobresalto.
E-. Los síntomas de
los criterios B, C y D se prolongan más de 1 mes.
F-. Estas alteraciones provocan
malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de
otras áreas importantes de la actividad del individuo.
El TEPT puede ser: Agudo:
si los síntomas duran menos de 3 meses. Crónico: si los síntomas
duran 3 meses o más.
De inicio demorado: entre
el acontecimiento traumático y el inicio de los síntomas
han pasado como mínimo 6 meses.
A pesar de que el TEPT está
incluido en los trastornos de ansiedad, comparte elementos de diagnóstico
con los trastornos disociativos, e incluso algunos autores proponen su
ubicación como una variante de la depresión. Vayamos por
partes:
La ubicación del TEPT
en los trastornos de ansiedad. Debido a la cantidad de puntos en común
con otros trastornos de ansiedad (miedo, evitación, pensamientos
e imágenes intrusivas, etc.), autores como Echeburúa y Corral
(1993) consideran esta ubicación del TEPT justificada.
El TEPT se podría considerar
una variante de la depresión, debido a que comparten algunas características
o síntomas: tristeza, embotamiento afectivo, evitación, alteraciones
del sueño, perdida de interés, etc. (E. Echeburúa
y P. Corral, 1995). Sin embargo, estos aspectos no son los nucleares del
trastorno.
La ubicación del TEPT
en los trastornos disociativos. En las víctimas de TEPT se pueden
observar fenómenos disociativos (amnesia especialmente), sobre todo
en los sujetos que lo padecen de forma crónica. Por ejemplo, algunos
individuos que han participado en guerras, especialmente, los que han tenido
contacto directo con cadáveres, y también víctimas
adultas de abusos sexuales en la infancia. Se puede observar que sólo
algunos casos del TEPT comparten criterios de inclusión con los
trastornos disociativos. Véase que el carácter nuclear del
trastorno viene marcado por la ansiedad.
Los Criterios Diagnósticos
de Investigación de la CIE-10 (O.M.S. 1992) para el TEPT, proponen
un criterio distinto para valorar el carácter estresante de una
situación o acontecimiento determinados: Éstos deben tener
una “naturaleza extraordinariamente amenazadora o catastrófica,
susceptible de provocar un malestar permanente en prácticamente
cualquier individuo”.
Entre los acontecimientos
que pueden originar un TEPT, podemos citar:. Agresiones sexuales, violaciones.
“En niños pueden incluirse experiencias sexuales inapropiadas para
la edad, aunque no haya existido violencia o daño real”.. Malos
tratos en el hogar.. Agresiones físicas, robos, torturas, atracos,
toma de rehenes. . Combates, actos violentos, guerras y otro tipo de altercados..
Desastres naturales.- Inundaciones, terremotos, aludes, tornados, etc..
Accidentes.- De tráfico, ferroviarios, de aviación,
etc.
Las personas con más
probabilidades de experimentar TEPT suelen ser sujetos que padecen estos
acontecimientos aversivos directamente. Aunque también pueden
sufrir este trastorno observadores o personas que no han sufrido la experiencia
directamente, pero sí han sido receptoras de la información
y de la experiencia de las víctimas directas.
Vale la pena resaltar que
cuando el agente estresante es obra de otros seres humanos, las consecuencias
suelen ser especialmente graves. La posibilidad de sufrir el trastorno,
se incrementa cuando el agresor o los agresores son conocidos o familiares.
3. RELACIÓN ENTRE
EL TEPT Y LA HIPNOSIS
Existe evidencia de que la
disociación es una respuesta a las situaciones traumáticas,
bien sean estas experiencias acontecimientos naturales (p. ej. terremotos),
accidentales (p. ej. incendios) o provocados intencionalmente por el ser
humano, como las violaciones, la tortura, la guerra, la agresión,
el secuestro, etc. (Alburquerque, 1992). Las investigaciones indican que
los síntomas disociativos son comunes como resultado del trauma
en el seguimiento de estos acontecimientos (Cardeña y Spiegel, 1993;
Herman, Perry y van der Kolk, 1989) y, además, las personas que
presentan síntomas disociativos inmediatamente después del
trauma, tienen más riesgo de desarrollar posteriormente TEPT (McFaerlane,
1986; Solomon, Mikulincer y Benbenisty, 1989). Por otra parte, hay estudios
que demuestran que la hipnotizabilidad es elevada en los sujetos con TEPT
(Spiegel, Hunt y Dondesshine, 1988; Stutman y Bliss, 1985). Por tanto,
tenemos que la disociación es una respuesta espontánea al
trauma y un componente del TEPT, al presentar los sujetos una alta hipnotizabilidad,
se puede prever la utilidad de incorporar la hipnosis en la psicoterapia
de estos trastornos.
En opinión de algunos
autores (Spiegel D., 1993), existe una analogía entre componentes
de la hipnosis y síntomas del TEPT según el DSM-IV. Un importante
componente de la hipnosis es la disociación, se trata de la compartimentación
de los componentes de la experiencia. Otro componente compartido es la
absorción (Tellegen y Atkinson, 1974), se trata de un estrechamiento
en la focalización de la atención, a expensas de la atención
periférica (por ejemplo, al estar muy “concentrado” en una buena
película o novela, uno no se da cuenta de su entorno). De la misma
manera, la absorción es un elemento que lleva a revivir, más
que a recordar, los sucesos traumáticos del pasado, con toda la
incertidumbre de los hechos que ocurrieron en su día. El último
componente de la hipnosis es la sugestionabilidad, esto es, una alta
responsividad a señales o sugestiones sociales (Cardeña y
Spiegel, 1991), tiene su concomitancia en el TEPT con el estado de hiperexcitación
y alta responsividad ante estímulos relacionados con el trauma.
SINTOMATOLOGÍA DEL
TEPT
Actualmente existe una información
abundante sobre la sintomatología postraumática de los pacientes
que han sufrido traumatismos emocionales, incluyendo entre otros, niños
que han sufrido abuso o que han presenciado actos de violencia, mujeres
que han sido maltratadas y violadas, personas expuestas a desastres naturales,
secuestrados y presos políticos. Independientemente del origen del
terror, el sistema nervioso central (SNC) reacciona de forma similar frente
a las experiencias abrumadoras, amenazadoras e incontrolables, a través
de una RESPUESTA EMOCIONAL CONDICIONADA.
HIPEREXCITACIÓN AUTONÓMICA,
EVOCACIONES INCONTROLABLES, REACCIONES EMOCIONALES INTENSAS Y ALTERACIONES
DEL SUEÑO
Aunque las personas con
TEPT tienden a relacionarse con el ambiente mediante pautas de constricción
emocional, sus cuerpos continúan reaccionando frente a ciertos estímulos
físicos y emocionales como si estuvieran bajo la amenaza continua
de aniquilación (Kardiner, 1941). El fácil desencadenamiento
de reacciones somáticas de estrés hace que las personas con
TEPT sean incapaces de confiar en sus sensaciones corporales para que les
adviertan sobre amenazas inminentes. En vez de ello, la persistencia de
las señales de alarma pierde su función para alertar sobre
peligros inminentes, de manera que el paciente no puede realizar las acciones
adecuadas.
Las personas traumatizadas
van de forma inmediata desde el estímulo hasta la respuesta sin
ser capaces de comprender lo que le trastorna de esa manera, es decir,
no procesan o no pueden procesar adecuadamente la información. Tienden
a experimentar miedo, ansiedad, cólera y pánico intensos
en respuesta a estímulos incluso leves. Los adultos y niños
con estas respuestas de hiperexcitación presentan trastornos del
sueño debido a que son incapaces de relajarse en grado suficiente
como para quedar dormidos y también debido a que tienen miedo de
padecer pesadillas traumáticas. También pueden presentar
hipervigilancia, respuestas de sobresalto exagerado e inquietud (van der
Kolk y Fisler, 1993)