HIPNOSIS Y TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO
Artículo "Hipnosis y Estrés Postraumático" publicado en la revista "Enginy", del Col.legi Oficial de Psicòlegs de Balears, noviembre de 1998 (Revisión, 2001).
GUILLERMO MORALES HOMAR (B-722)
LUIS MIGUEL GALLEGO SÁEZ (B-888)
Psicólogos, Especialistas Universitarios en Hipnosis.

INTRODUCCIÓN
Si realizamos una búsqueda de información sobre las experiencias traumáticas, sus efectos sobre el comportamiento y su tratamiento, descubrimos, sin demasiada dificultad, que existe una estrecha relación entre este tipo de situaciones y la hipnosis. Esto es, históricamente la hipnosis se ha utilizado para el tratamiento de víctimas de experiencias traumáticas de muy diversa índole, veamos algunos ejemplos:
- Hace más de un siglo, algunos médicos emplearon la hipnosis para tranquilizar, dormir o anestesiar a sus pacientes. Entre estos, encontramos a James Braid  (1795-1860), quien acuñó el término hipnotismo.  Esdaile (1818-1859), por su parte, relató la aplicación y utilidad de la hipnosis en infinidad de intervenciones quirúrgicas. Otros autores la incorporaron a su labor científica, como es el caso de Ambroise Auguste Liébeault (1823-1904).
- Posteriormente Joseph Breuer (1842-1925), descubrió el poder terapéutico de la catarsis: “con el método hipnocatártico, se intentan eliminar los síntomas psicopatológicos de origen psicotraumático”. Y según el propio Sigmund Freud (1856-1939), el poder terapéutico de la catarsis constituyó el punto de partida de la teoría psicoanalítica.
- Las técnicas hipnóticas también se emplearon después de la Primera y Segunda Guerra Mundial, debido a la necesidad de desarrollar un tratamiento rápido de las llamadas “neurosis traumáticas de guerra” (Alburquerque, 1992), y por extensión, se reavivó el interés por la posible utilidad de dichas técnicas en el ámbito clínico general.

CONTEXTUALIZACIÓN
Consideramos de  interés realizar una breve exposición informativa sobre la American Psychological Association (APA), ya que nos puede ayudar a situar y delimitar el estado actual de la hipnosis en el campo de la psicología. Esta organización tiene una serie de divisiones especializadas en diferentes materias relacionadas con la psicología, que van desde la División 1 – General Psychology, pasando por divisiones como Family Psychology (43), Clinical Neuropsychology (40), Psychology of Religion (36), Psychology of Women (35), hasta la División 52, y entre ellas se encuentra la división 30 – Psychological Hypnosis. Esta última se encarga de intercambiar información científica, avances, búsqueda y desarrollo de métodos puntuales para la práctica de la hipnosis. Las áreas de interés de sus miembros son diversas, incluyendo hipnosis con niños y adolescentes, mujeres, tópicos como las conexiones entre mente/cuerpo, disociación, trastornos de estrés postraumático, etc. También algunas iniciativas de la división incluyen avances y aplicaciones de la hipnosis en medicina conductual, en temas profesionales y  educación en general.

DEFINICIÓN DE CONCEPTOS
1. HIPNOSIS
La American Psicological Asociation, APA (1996) define la hipnosis como un procedimiento durante el cual se sugieren cambios en las sensaciones, pensamientos, sentimientos y conducta. Otros autores hacen hincapié en diversos aspectos conceptuales. Así, M. A. Vallejo Pareja (1993), define la hipnosis como un estado subjetivo que implica alteraciones perceptivas. Dicho estado y alteraciones serían elicitadas por sugestiones, presentadas de acuerdo con una secuenciación y progresión concretas. Por otra parte E. Thomas Dowd (1993) describe la hipnosis como un estado de elevada percepción y concentración sobre unos pocos estímulos relevantes del campo perceptivo. Y, finalmente, otros autores como R. M. Baños,  A. Belloch y  M. A. Ruipérez (1995) definen la hipnosis como interacción social, en la que una persona experimenta anomalías en la percepción, memoria y acción, que han sido sugeridas por el hipnotizador.

2. TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (TEPT)
Abraham Kardiner (1941) definió por primera vez de forma sistemática el TEPT y señaló que las personas que lo padecen siguen viviendo en el ambiente emocional del acontecimiento traumático. Este investigador consideró que la persistencia del reflejo de sobresalto en las personas traumatizadas constituía el elemento central de la reacción de estrés postraumático, y la relacionó con el desarrollo de irritabilidad y de sintomatología psicosomática en estos pacientes. En estudios más recientes se han comprobado científicamente estos conceptos, y se ha confirmado que tanto fisiológica como hormonalmente, las personas con TEPT siguen reaccionando frente a estímulos pequeños como si constituyeran situaciones de emergencia.

El Manual Diagnóstico y Estadístico para las Enfermedades Mentales -DSM IV- (APA, 1994) incluye el TEPT en los trastornos de ansiedad. Entre los criterios para su diagnóstico encontramos:
A-. La persona ha estado expuesta, de alguna forma, a un acontecimiento traumático, y ha respondido con temor, desesperanza u horror intensos.
B-. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente en formas diversas (recuerdos, sueños, sensaciones, malestar psicológico y respuestas fisiológicas).
C-. La evitación persistente de los estímulos asociados al trauma y el embotamiento de la reactividad general del individuo.
D-. Síntomas persistentes de aumento de la activación (dificultades para conciliar o mantener el sueño, irritabilidad o ataques de ira, dificultades para concentrarse, hipervigilancia., respuestas exageradas de sobresalto.
E-. Los síntomas de los criterios B, C y D se prolongan más de 1 mes.
F-. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
El TEPT puede ser: Agudo: si los síntomas duran menos de 3 meses. Crónico: si los síntomas duran 3 meses o más.
De inicio demorado: entre el acontecimiento traumático y el inicio de los síntomas han pasado como mínimo 6 meses.
A pesar de que el TEPT está incluido en los trastornos de ansiedad, comparte elementos de diagnóstico con los trastornos disociativos, e incluso algunos autores proponen su ubicación como una variante de la depresión. Vayamos por partes:
La ubicación del TEPT en los trastornos de ansiedad. Debido a la cantidad de puntos en común con otros trastornos de ansiedad (miedo, evitación, pensamientos e imágenes intrusivas, etc.), autores como Echeburúa y Corral (1993) consideran esta ubicación del TEPT justificada.
El TEPT se podría considerar una variante de la depresión, debido a que comparten algunas características o síntomas: tristeza, embotamiento afectivo, evitación, alteraciones del sueño, perdida de interés, etc. (E. Echeburúa y P. Corral, 1995). Sin embargo, estos aspectos no son los nucleares del trastorno.
La ubicación del TEPT en los trastornos disociativos. En las víctimas de TEPT se pueden observar fenómenos disociativos (amnesia especialmente), sobre todo en los sujetos que lo padecen de forma crónica. Por ejemplo, algunos individuos que han participado en guerras, especialmente, los que han tenido contacto directo con cadáveres,  y también víctimas adultas de abusos sexuales en la infancia. Se puede observar que sólo algunos casos del TEPT comparten criterios de inclusión con los trastornos disociativos. Véase que el carácter nuclear del trastorno viene marcado por la ansiedad.
Los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-10 (O.M.S. 1992) para el TEPT, proponen un criterio distinto para valorar el carácter estresante de una situación o acontecimiento determinados: Éstos deben tener una “naturaleza extraordinariamente amenazadora o catastrófica, susceptible de provocar un malestar permanente en prácticamente cualquier individuo”.
Entre los acontecimientos que pueden originar un TEPT, podemos citar:. Agresiones sexuales, violaciones. “En niños pueden incluirse experiencias sexuales inapropiadas para la edad, aunque no haya existido violencia o daño real”.. Malos tratos en el hogar.. Agresiones físicas, robos, torturas, atracos, toma de rehenes. . Combates, actos violentos, guerras y otro tipo de altercados.. Desastres naturales.- Inundaciones, terremotos, aludes, tornados, etc.. Accidentes.-  De tráfico, ferroviarios, de aviación, etc.
Las personas con más probabilidades de experimentar TEPT suelen ser sujetos que padecen estos acontecimientos aversivos directamente.  Aunque también pueden sufrir este trastorno observadores o personas que no han sufrido la experiencia directamente, pero sí han sido receptoras de la información y de la experiencia de las víctimas directas.
Vale la pena resaltar que cuando el agente estresante es obra de otros seres humanos, las consecuencias suelen ser especialmente graves. La posibilidad de sufrir el trastorno, se incrementa cuando el agresor o los agresores son conocidos o familiares.

3. RELACIÓN ENTRE EL TEPT Y LA HIPNOSIS
Existe evidencia de que la disociación es una respuesta a las situaciones traumáticas,  bien sean estas experiencias acontecimientos naturales (p. ej. terremotos), accidentales (p. ej. incendios) o provocados intencionalmente por el ser humano, como las violaciones, la tortura, la guerra, la agresión, el secuestro, etc. (Alburquerque, 1992). Las investigaciones indican que los síntomas disociativos son comunes como resultado del trauma en el seguimiento de estos acontecimientos (Cardeña y Spiegel, 1993; Herman, Perry y van der Kolk, 1989) y, además, las personas que presentan síntomas disociativos inmediatamente después del trauma, tienen más riesgo de desarrollar posteriormente TEPT (McFaerlane, 1986; Solomon, Mikulincer y Benbenisty, 1989). Por otra parte, hay estudios que demuestran que la hipnotizabilidad es elevada en los sujetos con TEPT (Spiegel, Hunt y Dondesshine, 1988; Stutman y Bliss, 1985). Por tanto, tenemos que la disociación es una respuesta espontánea al trauma y un componente del TEPT, al presentar los sujetos una alta hipnotizabilidad, se puede prever la utilidad de incorporar la hipnosis en la psicoterapia de estos trastornos.
En opinión de algunos autores (Spiegel D., 1993), existe una analogía entre componentes de la hipnosis y síntomas del TEPT según el DSM-IV. Un importante componente de la hipnosis es la disociación, se trata de la compartimentación de los componentes de la experiencia. Otro componente compartido es la absorción (Tellegen y Atkinson, 1974), se trata de un estrechamiento en la focalización de la atención, a expensas de la atención periférica (por ejemplo, al estar muy “concentrado” en una buena película o novela, uno no se da cuenta de su entorno). De la misma manera, la absorción es un elemento que lleva a revivir, más que a recordar, los sucesos traumáticos del pasado, con toda la incertidumbre de los hechos que ocurrieron en su día. El último componente de la hipnosis es la sugestionabilidad, esto es,  una alta responsividad a señales o sugestiones sociales (Cardeña y Spiegel, 1991), tiene su concomitancia en el TEPT con el estado de hiperexcitación y alta responsividad ante estímulos relacionados con el trauma.

SINTOMATOLOGÍA DEL TEPT
Actualmente existe una información abundante sobre la sintomatología postraumática de los pacientes que han sufrido traumatismos emocionales, incluyendo entre otros, niños que han sufrido abuso o que han presenciado actos de violencia, mujeres que han sido maltratadas y violadas, personas expuestas a desastres naturales, secuestrados y presos políticos. Independientemente del origen del terror, el sistema nervioso central (SNC) reacciona de forma similar frente a las experiencias abrumadoras, amenazadoras e incontrolables, a través de una RESPUESTA EMOCIONAL CONDICIONADA.

HIPEREXCITACIÓN AUTONÓMICA, EVOCACIONES INCONTROLABLES, REACCIONES EMOCIONALES INTENSAS Y ALTERACIONES DEL SUEÑO
Aunque las personas con TEPT tienden a relacionarse con el ambiente mediante pautas de constricción emocional, sus cuerpos continúan reaccionando frente a ciertos estímulos físicos y emocionales como si estuvieran bajo la amenaza continua de aniquilación (Kardiner, 1941). El fácil desencadenamiento de reacciones somáticas de estrés hace que las personas con TEPT sean incapaces de confiar en sus sensaciones corporales para que les adviertan sobre amenazas inminentes. En vez de ello, la persistencia de las señales de alarma pierde su función para alertar sobre peligros inminentes, de manera que el paciente no puede realizar las acciones adecuadas.
Las personas traumatizadas van de forma inmediata desde el estímulo hasta la respuesta sin ser capaces de comprender lo que le trastorna de esa manera, es decir, no procesan o no pueden procesar adecuadamente la información. Tienden a experimentar miedo, ansiedad, cólera y pánico intensos en respuesta a estímulos incluso leves. Los adultos y niños con estas respuestas de hiperexcitación presentan trastornos del sueño debido a que son incapaces de relajarse en grado suficiente como para quedar dormidos y también debido a que tienen miedo de padecer pesadillas traumáticas. También pueden presentar hipervigilancia, respuestas de sobresalto exagerado e inquietud (van der Kolk y Fisler, 1993)

EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO
 PRINCIPAL