EL MUNDO DE LOS
SUEÑOS (II)
DE QUÉ NOS HABLAN NUESTROS
SUEÑOS
por Dr. V. PABLO RODRÍGUEZ FDEZ.
Psicólogo Clínico - Psicoanalista
Antes de introducirnos de lleno en este
vastísimo tema ,creo que puede ser útil responder a una pregunta previa:¿A quién se
refieren les sueños? ¿De quién hablan en definitiva? Aquí la respuesta tiene que ser
contundente: Única y exclusivamente del soñante.
La no infrecuente
pretensión de algunos pacientes respecto a que sus sueños estén diciéndoles cosas de
los otros, refiriéndose a rasgos o características de personas, generalmente muy
significativas para ellos, revela, ya de entrada, un desconocimiento básico de la
esencia misma del sueño en tanto que constituye un mensaje existencíal, personal e
intransferible. Por otra parte, tendría, además, esa
actitud un carácter claramente defensivo, elusivo o evasivo, nada raro, por cierto, en la
práctica clínica diaria.
Pero , despejadas
ya estas incógnitas previas, intentemos responder a la pregunta inicial:¿De qué nos
hablan los sueños?
En estos momentos
de amplio desarrollo de las teorías psicoanalíticas iniciales, en especial la
freudiana, hay que reconocer que de algo más que de nuestros deseos inconscientes.
Según los inicios
de aquella teoría, lo que permanecía reprimido en la oscura bodega del inconsciente
solían ser las más abominables pulsiones del sujeto, sus tendencias incestuosas,
agresivas, sexuales, sádicas y perversas.
Hoy, en Psicoanálisis(y ya, incluso,
desde la ingente aportación-rebelión de Carl G. Jung,y del posterior movimiento
neopsicoanalítico de Fromm, Horney y Sullivan, sobre todo, las cosas se ven de otra
manera:Podemos constatar en la práctica diaria cómo es, justamente, lo más valioso,
creativo, productivo y amoroso, lo que, en muchos pacientes, permanece largo tiempo
reprimido. En efecto, los sueños pueden ser la expresión y la satisfacción simbólica
de deseos incumplidos...pero son muchísimo más. Además, habría que especificar y
ampliar notablemente el concepto mismo de deseo.
Como no es posible extenderse en ese
apasionante tema, dadas las posibilidades de espacio de un artículo, quisiera, eso sí,
dejar claro que todo sueño(y, de forma más patética y gráfica, el sueño repetitivo)
es un intento de resolución de uno o varios conflictos, que están impidiendo al sujeto
el correcto desarrollo de su urdimbre psicoafectiva, con el consiguiente lastre de
narcisismo, inmadurez, incapacidad creativa,
productiva y comunicacional.
Sólo en la medida
en que los contenidos latentes del sueño se hagan conscientes y comprensibles para el
individuo, integrándolos así en su personalidad, más ampliamente consciente y
disponible ahora, podrán convertirse en auténtica ayuda para el proceso de su
realización personal.
Por lo tanto,
podemos afirmar que los sueños nos hablan:
1) De la lucha entre nuestro proceso
evolutivo y nuestros conflictos interiores.
2)De cómo se gestaron nuestros
conflictos (dónde, cómo, cuándo, por qué y con quién; a partir de qué personas, situaciones y
experiencias).
3)De
cómo se reforzaron y estructuraron.
4)De cómo se fue deformando la
percepción de la realidad.
5)Del peso que en la actualidad tienen
dichos conflictos.
6)De
cómo nos obstaculizan en nuestro proceso de maduración.
7) De los aspectos de personalidad que
hemos desarrollado y de los que
hemos inhibido, fijado o hecho regredir.
8)Del grado de persistencia de nuestros
conflictos.
9)De nuestras incongruencias (pues todo
conflicto lleva a conductas incongruentes o faltas de coherencia entre lo externo y lo
interno, entre lo conocido y lo desconocido, entre lo pensado y lo sentido.
10)
De nuestros anacronismos (pues todo conflicto perpetúa y fija situaciones arcaicas,
infantiles, que ya debieran estar superadas).
11) De nuestro proyecto vital, de su
equivocación, de su frustración y de sus impedimentos, más o menos severos.
Más pormenorizadamente, diríamos que
los sueños nos hablan:
-De nuestros afectos.
-De nuestro pasado en la familia parental.
-De nuestra
infancia.
-De nuestras experiencias escolares y
"formativas".
-De nuestras
experiencias sexuales.
-De nuestra vivencia de amistad y
nuestra forma de relacionarnos con los otros.
-De
nuestras relaciones jerárquicas.
-De nuestro trabajo y relaciones
laborales.
-De nuestra forma de asumir el propio
cuerpo y el propio sexo.
-De nuestras relaciones con los del
mismo sexo y con los del opuesto.
-De nuestras relaciones e integración o
no de los componentes
masculinos y femeninos propios.
-De nuestra relación con lo masculino y
femenino del otro.
- De nuestros residuos infantiles e
inmaduros (pulsiones parciales
-De nuestra espiritualidad y
religiosidad (infantil o adulta, egocéntrica u oblativa).
-De nuestra paz interna y sus
interferencias.
-De
nuestra creatividad y sus frustraciones.
-De
nuestro sentido lúdico.
-De nuestra forma de vivenciar la
enfermedad física y psíquica, propia y ajena.
-De nuestra forma de entender y vivir el
amor.
-De nuestra relación de pareja.
-De nuestra relación con los otros.
-De nuestra relación con lo artístico,
estético, lo económico y lo político.
-De la vivencia e impacto de los medios
de comunicación en nosotros.
-De
nuestro pensamiento, nuestro sentido moral y ético.
-De nuestros valores, costumbres y
tendencias ( y de la proporción entre material acríticamente introyectado y material
genuino y experiencial.
-De nuestro amor y temor a la vida.
-De nuestro temor o aceptación de la
muerte.
-De
nuestra libertad y sus frenos.
-De
nuestras metas, aspiraciones y deseos más profundos.
En fin, como se ve, la lista podría ser
inacabable.
Pero lo que siempre está presente en el
contenido de nuestros sueños es el
componente narcisista, la fantasía infantil de omnipotencia, el Super-Yo, más o menos
severo, las exigencias del Yo, la adecuación o inadecuación a la realidad; la tolerancia o intolerancia a la
frustración; el anhelo de diferenciación, de identidad, de desarrollo, sociabilidad,
creatividad, productividad y
transcendencia (sea entendida ésta en sentido religioso, ético, social o
transhistórico).
En cualquier caso,
y siempre, los sueños constituyen ese terreno amplio, denso e inasible, en el que la
mente puede retirarse a descansar, para elaborar, digerir y asimilar, en una función
sintética e integradora, los elementos y tendencias en oposición, de las que el
riquísimo mundo interior del ser humano hace acopio, dando lugar, las más de las veces, a una masa caótica que parece
superarle.
Y es en la
terapia, en la relación transferencial con el analista, donde los materiales conflictivos
y reprimidos de la persona tienen el privilegio de convertirse en materia de crecimiento.
La represión se convierte en su contrario: la expresión.
Psicólogo Clínico.
Psicoanalista.
Copyright © Dr. Valentín Pablo Rodríguez Fdez.