Para conocer algo de Santibáñez el Bajo

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Historia

Santibáñez el Bajo. Cáceres. Extremadura. España. Europa.

Con el nombre de Santibáñez aparecen 24 poblaciones en España, todas ellas pertenecientes al antiguo reino de León. Es un vocablo típico de lugar repoblado o fundado en el siglo XII o XIII, resultante de la unión de los términos latinos: Sancti y Ihonni, que por evolución lingüística derivaría en Santibáñez.

El sufijo "ez" de tal vocablo, de clara procedencia árabe, viene a significar "hijo de"; de aquí se deduce que el actual lugar de Santibáñez el Bajo fuera alguna heredad concedida, posiblemente por el rey leonés Fernando II, a algún monasterio o iglesia que llevara el nombre de San Juan, y al proceder a la fundación o repoblación de esta heredad, la pusieron bajo la advocación de este mismo santo.
La presencia de repobladores leoneses en la zona está fuera de toda duda, debido a que el dialecto hablado en la zona es una clara variante del antiguo dialecto astur-leonés.

Pero la historia del lugar hay que remontarla varios milenios atrás, aproximadamente en el 2000 antes de Cristo, según se desprende de los utensilios aparecidos, denominados "piedras de rayo" y "centellas" y a los que se les da un valor mágico y supersticioso.
La Edad de Bronce viene a estar representada por medio de tres asentamientos en los parajes conocidos como "Peña Escrita", "Cabeza Jerrero", donde años atrás se descubrió una necrópolis, y "Los Corrales". Descubiertos en este último varias viviendas circulares y restos de cerámica incisa. Además podemos encontrar poblamientos de claro origen vetón, pueblo prerromano de la antigua Lusitania que habitaba parte de las actuales provincias de Zamora, Salamanca, Ávila, Cáceres, Toledo y Badajoz, posteriormente romanizados en "Cabeza del Moro" y "Pozo de la Piedra".
Asimismo, en los parajes de "Vega de la Caneta" y "Arrocetuna" aparecen restos de dos villas tardorromanas o visigodas. A lo largo de toda la Edad Media se cita, en diversos documentos, a nuestro pueblo. Según se desprende de ellos, era una insignificante aldea, sin ninguna relevancia especial. Y esta aldea, significada como "Sancti Ihoanne", que irá evolucionando a "Sancti Yvanne", "Sancti-Ibannez", .... hasta llegar a "Santibáñez", pasó a depender muy pronto a la villa de Granada; villa que pasó a denominarse "Granadilla" a raíz de la toma de Granada por los Reyes Católicos (1492). No podemos, por lo tanto, separar la historia de nuestro pueblo de la de Granadilla.

Santibáñez el Bajo formó parte de la llamada "Comunidad de Granadilla"; antigua comunidad, en la provincia de Cáceres, compuesta por los pueblos de Abadía, Ahigal, La Alberca, Aldeanueva del Camino, Caminomorisco, Cerezo, Granadilla, Mohedas, Nuñomoral, Pinofranqueado, Rivera Oveja, La Pesga, Santibáñez el Bajo, Sotoserrano, El Guijo y La Zarza. De estos han pasado a Salamanca, La Alberca y Sotoserrano.
Su capital lo fue la Villa de Granadilla, cuya jurisdicción se desempeñaba por su Alcalde Mayor y la junta llamada de Villa y Tierra, compuesta por los sexmeros (encargados de los negocios y derechos de cada uno de los pueblos, que conformaban esta división territorial, asociados para la administración de tierras comunes), y un procurador síndico general, nombrado por los pueblos.
Esta comunidad disfrutaba los pastos y montaneras de toda su comprensión, hasta que en 1837 por orden de la Diputación Provincial se mando que se disolviese aquella y se adjudicase a cada pueblo la parte correspondiente a dichos aprovechamientos dentro de sus términos, siendo posible; como así se practicó.
El territorio de esta comunidad que estaba formado por el "Estado de Granadilla" correspondió en señorío al Duque de Alba. Uno de estos duques, Don García Álvarez de Toledo, en virtud de varios servicios de los pueblos, les cedió, en el año de 1468, en enfiteusis (cesión perpetua o por largo tiempo del dominio útil de un inmueble, mediante el pago anual de un canon y de laudemio por cada enajenación de dicho dominio) todos los montes y terrenos bajo cierto canon, que los pueblos fueron pagando durante algún tiempo, habiéndose luego olvidado, dando ocasión a un nuevo reconocimiento en 1845, por cuya escritura, el duque Don Jacobo Fitz James Stuart Silva Álvarez de Toledo y Ventimiglia, concedió a censo redimible el mismo terreno a los pueblos denunciados.

Sin embargo de esto y de ser tan terminante el derecho de la Comunidad, varios particulares, en los últimos años del siglo XIX quisieron apoderarse de algunos de sus montes, bajo pretexto de habérseles cedido en 1812 por la Junta de Extremadura, en pago de suministros que se decían hechos al ejercito; pero los pueblos se opusieron con firmeza.
El asunto se elevó al Gobierno y estos convinieron en su posesión y disfrute.

 


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© Benjamín J. Amador Blanco. 1999