Página principal del GTII
AMBIGÜEDAD DEL CONCEPTO DE ANSIEDAD
A lo largo de la historia el término ansiedad ha estado envuelto por una gran ambigüedad, motivada, no sólo por las diferentes aproximaciones al fenómeno de las distintas corrientes teóricas, sino también por los distintos términos que se han utilizado para referirnos a dicho fenómeno. Desde un punto de vista etiológico, la ansiedad podría entenderse como derivada de un mecanismo más básico, el miedo, que se definiría como una reacción adaptativa ante una situación de peligro, defendiendo al organismo de dicho peligro a través de conductas de lucha y huida (Klein y cols., 1984). Pero encontramos toda una serie de términos tales como angustia, temor, tensión y activación (Lazarus, 1966; Mandler, 1972; Mahoney y Wards, 1976), que generan gran confusión ya que en muchas ocasiones se utilizan como sinónimos.
Aunque las fronteras conceptuales entre unos y otros términos son muy frágiles, sí existen algunos matices que los distinguen y que conviene señalar. Por ejemplo, el temor o miedo apa-recería como un sentimiento provocado por un estímulo, objeto o situación concreta y vendría causado como una reacción normal ante un peligro que el individuo identifica en el ambiente. Como señalan algunos teóricos conductuales, el miedo sería una respuesta conductual y fisiológica ante una estimulación o situación externa al individuo. En cambio, la angustia, se podría explicar como todo lo contrario, es decir, se trata de una respuesta que aparece de manera anticipada a cualquier estimulación, por lo tanto, no surge como respuesta a la aparición de algún estímulo, objeto o situación, es decir, aparece como inmotivada.
Para poder establecer diferencias entre angustia y ansiedad, algunos autores como Ayuso (1988), sugieren que se ha de recurrir a matices muy tenues. A la angustia se le ha de dar un matiz más físico o visceral acompañado de sensaciones de sobrecogimiento, mientras que la ansiedad recibirá una consideración más psíquica y será vivenciada con sensaciones de sobresalto. Esta distinción corresponde más a modelos psicodinámicos y humanistas, y por extensión a buena parte de la psiquiatría, aunque de hecho esta diferencia entre ansiedad y angustia no es apoyada por las diferentes corrientes de la psicología actual.
Por último, se ha de hablar de tensión y activación recurriendo a las teorías de la emoción. Así, se podría definir la activación más que como un estado, como un continuo que va desde el sueño hasta las respuestas emocionales intensas como pueden ser el pánico o la alegría. Así, la ansiedad y la angustia se relacionarían con ese extremo de activación, en sentido negativo, en el que el individuo hace explícitas sus sensaciones de temor ante situaciones reales o anticipadas.
Para cualquier consulta dirigirse al Coordinador del GTII-PSICOLOGÍA.