FOBIAS

La característica esencial de una fobia, es un miedo intenso y persistente a objetos o situaciones muy concretos. Pensemos por ejemplo en el miedo a la oscuridad que tienen muchos niños o en el miedo que presentan muchos adultos a las tormentas, a las alturas, a las agujas de los hospitales, etc.

La proximidad física con ese objeto o situación provoca casi de manera invariable una respuesta inmediata de ansiedad. Sudores, pulso acelerado, nudo en el estómago, temblor de manos y piernas son de los síntomas más frecuentes cuando la persona que tiene una fobia específica ha de acercarse a ese objeto o situación temidos.

Aunque los adolescentes y adultos que padecen este trastorno, reconocen que este temor es excesivo e irracional, esto puede no ocurrir en el caso de los niños. Un adulto sabe perfectamente que esa reacción es exagerada pero no puede evitarla, y a medida que se aproxima al objeto de su temor aumenta la sensación de nerviosismo y alteración.

El objeto de miedo puede ser la propia anticipación del peligro. Esto es, podemos tener miedo a montar en avión por la posibilidad de tener un accidente, podemos tener miedo a las aglomeraciones por la posibilidad de perder el control y empezar a gritar entre la gente.

En la mayoría de las ocasiones, el estímulo fóbico es evitado. Es decir, uno siente un malestar tan grande ante determinados objetos o situaciones que empieza a evitarlas. Si se tiene miedo a los perros, se procurará evitar lugares donde haya perros, si nos encontramos uno en la misma cera que nosotros, pues nos cambiamos de cera.

Además suele ocurrir que no sólo nos produce temor la situación concreta, sino el pensamiento de tener que acercarnos a esa situación. Si tenemos miedo a las alturas, y sabemos que esa tarde tendremos que cruzar un puente elevado, podemos pasarnos todo el día dándole vueltas al asunto y con un nivel de ansiedad elevado.

Suele darse un cierto grado de generalización en el tema de las fobias, uno tiene miedo a las inyecciones, por tanto a las agujas, por tanto a los hospitales, personal sanitario, y así sucesivamente.

Es motivo de consulta a un profesional, cuando ese comportamiento de evitación, miedo o ansiedad de anticipación en relación con la situación temida, produce un malestar evidente o interfiere de manera importante con las actividades cotidianas del individuo, con sus relaciones sociales o laborales.

Tener fobia a las serpientes para una persona que vive en la ciudad, no suele ser un problema, sin embargo, sí puede serlo para una persona que viviese en la selva.

También puede haber un componente cultural en todo esto, mientras que para la mayoría de los habitantes de una gran ciudad, el tráfico simplemente es algo molesto, para una persona acostumbrada a vivir en el campo puede ser algo paralizante. La familia también puede transmitir a los hijos sus propios miedos, aunque los niños oigan de sus padres que no pasa nada, pueden notar que hay un cierto peligro en la situación.

SILVIA BAUTISTA

Publicado en MadridSureste, mayo de 1.998

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