ACERCÁNDONOS AL "DIVAN REICHIANO"
Xavier Serrano Hortelano
INDICE
1.- UNA INTRODUCCIÓN VIVENCIAL
C) La atención en crisis y la Psicoterapia breve caracteroanalítica (P.B.C)
E) La psicoterapia profunda: Vegetoterapia caracteroanalítica (orgonterapia)
1.- UNA INTRODUCCIÓN VIVENCIAL
Durante mi juventud, al mismo tiempo que estudiaba psicología y llevaba una vida comunal, colaboraba en movimientos sociales y culturales de la izquierda radical libertaria.
W. Reich era uno de nuestros referentes teóricos, y así pude conocer sus textos sexopolíticos. La radicalización de estas actividades en un sistema social dictatorial y represivo provocó mi detención policial y pasé unos meses en prisión donde aproveché para profundizar en su obra, que me fascinó y me ayudó a sobrellevar ese duro período. Con la muerte de Franco en 1975 fue gestándose la democracia y una de las primeras medidas de cambio fue la amnistía política que me incorporó a mi vida civil de estudiante con una sentida vocación de clínico social, tomando como referencia el modelo biopsicosocial de W. Reich. Mientras terminaba la carrera me fui formando en psicoanálisis, psicodrama, bioenergética y sexología en Barcelona y París, y en uno de esos cursos conocí a Federico Navarro (1924-2002), neurosiquiatra italiano, líder del vanguardista movimiento de la antisiquiatría junto con G. Jervis y otros; psicoanalista de la A.P.I. durante años (analizado por Lewi Bianchini)) y posterior analista junguiano (su analista fue Aldo Carottenuto) realizó a una edad ya madura la vegetoterapia caracteroanalítica (orgonterapia) con Ola Raknes, psicoanalista Noruego, discípulo y fiel colaborador de W. Reich.
Esas horas docentes junto a Navarro marcaron definitivamente una identidad profesional que sentía pero no tenía elaborada. La coherencia de su discurso, actualizando el paradigma reichiano y dotando a esa praxis clínica, excesivamente intuitiva y poco estructurada, de un esqueleto teórico y empírico que permitía una línea clara de trabajo y de investigación y profundización –claramente diferenciada del "análisis bioenergético"– impulsó mi deseo de especializarme en ese modelo postreichiano. Siguiendo la sugerencia de Navarro marché a Nápoles para realizar mi análisis y formación en Vegetoterapia caracteroanalítica con la Scuola Europea Di Ogonoterapia (SEOR) que presidía el propio Navarro.
Fue la experiencia vivida con mi terapia –después de una crisis de identidad personal y profesional– a través del viaje infernal en el diván de esa habitación en el barrio napolitano de Pósilipo lo que reforzó mi motivación clínica. Porque si bien me había acercado al infierno social años atrás a través de las torturas policiales recibidas y el tiempo de cárcel en ese período sentí mi infierno interior y comprendí porqué nos aislamos de nuestra esencia, porque perdemos el contacto con nuestro interior. Es el precio que pagamos para no sentir el fuego infernal que llevamos dentro. Los conceptos que había leído en la obra de Reich empezaron a resultarme palpables, claros y vívidos: la coraza, nuestra actuación caracterial, nuestro miedo a vivir, al orgasmo, a la muerte, nuestra tendencia a la sumisión y a la resignación. Todo esto lo descubría con mi corazón emocionado día tras día y en compañía de un experto guía", R. Sassone, del equipo de F. Navarro. Durante un tiempo, que me pareció una eternidad, cuando salía de ese espacio me invadía la soledad, una profunda tristeza, un estado depresivo que me incitaba a abandonar este mundo dejándome tragar por las calurosas aguas de esa bahía napolitana llena de barcos de vela y de parejas haciendo "petting". Nada me estimulaba, y mi profesión se tambaleó como una barca en una tempestad. Sentí que no podía ser terapeuta, me encontré con mi narcisismo y su trampa, me sentí sin norte. Pero poco a poco empecé a saber porque sentía todo eso. Los recuerdos se agolpaban en mi mente, mi historia personal, mis anécdotas infantiles tomaban forma como piezas de un puzzle. Y desde la depresión entré en contacto con la rabia, el sadismo destructivo. Sentía que no podía controlar tanta desesperación. Todo este movimiento se reflejaba en todo mi ser, hasta el punto de que me encontré perdiendo el color de mi piel en algunas zonas. Se iba blanqueando mi cuerpo. ¡¡¡Entré en un proceso agudo de vitíligo!!! Recordé que mi madre y su familia sufrían de esta patología y F. Navarro me explicó que la terapia intensiva podía haber reactivado el proceso genético como un miasma pero que se modificaría. Yo pensé que lo hacía para consolarme. Porque sabía que era una patología crónica y sin solución. Pero efectivamente con el tiempo, poco a poco fui recuperando mi color de piel, la melatonina recuperó su funcionalidad y en unos años solo quedaron unas pequeñas huellas de aquél episodio. Y también fueron pasando esos momentos pulsionales tan fuertes. Sistemáticamente, utilizando técnicas neuromusculares siguiendo la lógica cefalocaudal de los segmentos descritos por W. Reich, fui alcanzando una serenidad, una fuerza y una seguridad que invadieron mi ser. Mi emocionalidad y mi razón estaban muy unidas, hasta el punto que me era muy difícil actuar de forma distinta a como sentía. La capacidad de placer, de sensualidad, de ternura, de expresión de mis afectos empezó a denotarse. Sentía que mi carácter estaba debilitado al mismo tiempo que era consciente de que ese estado de bienestar tenía que conquistarlo día a día gestionando mi vida con un ritmo y una modulación propia. Y también fui más consciente de mis límites, de mis tendencias neurótica, de las trampas de mi carácter. Y sobre todo comprendí que la vegetoterapia era un medio clínico radical y nada convencional. Porque facilita la crisis, no permite las ilusiones ni las evasiones, pone directamente en contacto con la realidad de las cosas. Y eso es duro...
Cuando terminé en 1982 mi análisis individual y el análisis didáctico o de control que realicé con Piero Borrelli que fue también mi terapeuta de grupo, fui admitido en la S.E.Or. como orgonterapeuta y empecé a trabajar supervisando durante años con F. Navarro en París. El fue mi didacta principal y mi terapeuta de mantenimiento o "ad-vitam" hasta su muerte en octubre del 2002.
Así, sin esperarlo, en unos años, me convertí en el primer psicoterapeuta reichiano español que formaba parte de la S.E.Or. y pronto comenzamos la formación reglada en mi país2, dedicando mi vida profesional a mi trabajo como clínico postreichiano, a la docencia de esta especialidad y a la prevención de la patología a través de una intensa labor cultural y de la intervención en el sistema familiar patologizante. Consecuencia de todo ello fue el desarrollo de un colectivo de profesionales, entre los que se encontraban M. Redón. Mª Montero-Ríos, J. Alemany, M. S. Pinuaga... que fundamos la "Escuela Española de Terapia Reichiana "(Es.Te.R.).
Han transcurrido veinte años desde entonces. He recibido un rico legado heredado durante mi tiempo de formación en esta especialidad que me han hicieron comprender cuestiones fundamentales (la importancia del análisis personal y de la supervisión en la formación; la importancia de la terapia de grupo como complemento de la terapia individual; la importancia del trabajo en equipo para poder abordar la enfermedad desde la perspectiva postreichiana...); también he adquirido conocimientos de las psicoterapias corporales, existencialistas, psicoanalíticas y sistémicas ; he tenido la suerte de poder compartir mi vida profesional con un equipo de colegas y de conocer la asistencia pública y la privada; de tratar pacientes de muchos lugares de España que han acudido a mi consulta en Valencia; y de poder supervisar, desde hace algunos años a psicoterapeutas de distintos países de Europa y Latinoamérica. Y cada día intento recoger los mensajes que la Vida me da, sobre todo en mi función de padre. Todo esto ha ido modulando mi forma de trabajo y me ha impulsado a profundizar y ha realizar modificaciones y aportaciones que he compartido con mis colegas y que junto a las suyas se han ido incorporando en la dinámica clínica de la Es.Te.R. creando una identidad profesional propia y un modo específico de funcionar.
2.- LA PRAXIS CLÍNICA
Me gustaría exponer ahora, brevemente, qué elementos considero que modulan dicha identidad como postreichianos y miembros de la Es.Te.R., es decir nuestra percepción del "diván reichiano".
A) El principio – la génesis
La enfermedad y el sufrimiento emocional tienen una etiología fundamentalmente social y se articula durante el proceso de maduración y de integración de funciones de nuestra específica estructura humana. Por tanto el sistema familiar, como ecosistema principal durante ese período, –en cuanto que dependemos de él para sobrevivir–, se convierte en el principal modulador de la enfermedad o de la salud. Si bien sabemos que el sistema social condiciona enormemente las condiciones de vida del sistema familiar hasta el punto de que es su ecosistema. Por tanto para entender la enfermedad tendremos que acercamos a comprender la lógicas de los sistemas humanos y de su interrelación con los ecosistemas vitales. Es así como la teoría Reichiana se sitúa dentro del Nuevo paradigma o "Ecología global "como lo define F. Capra (1996), porque el conocimiento que adquirimos en el diván nos sirve para prevenir la futura patología interviniendo sobre nuestros ecosistemas. Esta es nuestra labor preventiva y un signo de nuestra identidad. Siguiendo a Reich "ayudar a recuperar nuestra identidad como animal y como ser humano", recuperar el instinto, recuperar el conocimiento de lo vivo y desarrollar ecosistemas y sistemas humanos que faciliten ese proceso. El proceso de ontogénesis pasa a ser, por tanto, un elemento fundamental tanto en la prevención como en la clínica, su punto vincular. Porque en nuestra sistemática clínica con la vegetoterapia caracteroanalítica–orgonterapia (Navarro, 1983 a, 1989 b) muchos de los movimientos neuromusculares ("acting") que la persona realiza en el diván son reproducciones de movimientos musculares espontáneos, "señales" de maduración y de integración funcional psicosomática durante ciertos períodos básicos de nuestra vida infantil. Es por ello que a través del acting podemos acceder a recuerdos y experiencias vividas en ese tiempo.
Así, desde la experiencia clínica podemos comprender los tipos de relación patologizante que se establecen en el sistema familiar y que facilitan el desarrollo de una estructura con una autopoiesis constrictiva (utilizando un término de H. Maturana dentro de nuestra concepción orgonómica) y, por tanto degenerativa, a través de la sustitución o bloqueo de las respuestas básicas instintivas durante el embarazo y el parto que ocasionará disfunciones neurohormonales y partos clínicos y traumáticos ; durante las fases sexuales facilitando la instauración de la ambivalencia oral y, o, la fijación triangular edípica; y durante la adolescencia, impidiendo la posibilidad de desarrollar una estructura humana con una autopoiesis expansiva y en constante crecimiento, evolución y satisfacción, que Reich describió como Carácter Genital. En este sentido es importante puntualizar que un parto clínico con fórceps o ventosa es traumático pero lo que realmente provoca una fuerte tensión ocular y diafragmático es la pérdida de contacto que se puede producir entre la madre y el bebe, antes, durante y después del parto, siempre que no se compense con una actitud maternal del padre.. Eso es lo que lleva a que el feto se sienta arrastrado, perdido y sólo en el vacío "cósmico", roto el cordón con la nave nutricia. Sabemos que, etiopatológicamente hablando, más que una situación traumática o disfuncional, lo que influye es el contenido que va asociado a dicha acción, la impronta emocional, energética, y por tanto el factor relacional. Y esto ocurre a lo largo de todo el proceso de ontogénesis (maduración psicoafectiva). Durante el embarazo, el parto, la lactancia (a través de la fase oral) donde lo esencial y realmente importante no es sólo que exista lactancia materna sino que se establezca una relación amorosa dentro del sistema familiar no solo entre la madre y el bebé, sino también con el resto del sistema familiar, especialmente con la figura del padre, porque sino hay un tercero el riesgo de fijación del bebé y de desplazamientos de afectos perversos de la madre hacia el bebe es muy grande. Vemos pues que detrás de toda disfunción ha habido siempre un problema relacional y por tanto del sistema, que no se ha podido compensar. Una de las consecuencias clínicas de esta realidad es que para cubrir los objetivos terapéuticos tiene que existir un espacio clínico donde se va gestando una relación terapéutica que facilita el proceso psicoterapéutico. Es esto, por tanto, la base que fundamenta la importancia del encuadre o "setting".
B) El Diagnóstico
Vemos pues que, según las particularidades de ese proceso de ontogénesis constrictivo, cada individuo desarrollará dinámicas estructurales diferentes, alejadas de la dinámica funcional del Carácter genital. Entendiendo por Estructura, "la corporeización de un patrón de organización" (Prigogine), siguiendo el concepto de W. Reich de "estructura organísmica".
En nuestra experiencia (Serrano,1990b) se dan tres tipos de estructura con características no sólo síquicas (como describe la escuela analítica francesa) sino también somáticas, emocionales, perceptivas y existenciales: La estructura de carácter neurótica (fundamentalmente condicionados por la dinámica triangular edípica patógena y con una coraza organizada); Estructura Borderline o fronteriza (fundamentalmente condicionada por la dinámica oral ambivalente patógena, con un núcleo depresivo o depresivo-psicótico y con una cobertura caracterial cuya función es mantener una "normalidad" social evitando la explosión con ese núcleo patógeno pudiendo desarrollar una mínima coraza organizada) y la Estructura psicótica (fundamentalmente condicionada por una dinámica oral primitiva patógena que provoca una ausencia de contacto y una incapacidad de relación con el otro limitando casi totalmente la formación de una coraza organizada, desarrollando para sobrevivir una caracterialidad mimética).
Por sus particularidades globales y esenciales estas tres estructuras están separadas por férreas fronteras marcadas por la propia particularidad. La batería de pruebas que permitiría diferenciarlas constituye lo que definí como diagnóstico Inicial diferencial Estructural, D.I.D.E (Serrano,1990 ) sobre el cual considero que es un diagnóstico epistemológico porque pretende conocer la realidad esencial de la persona, su desequilibrio emocional, neurovegetativo, energético, vital. Y a partir de ahí cualquier aspecto de su conducta y de su patología. Pero no tiene sólo presente la sintomatología psicopatológica, y por tanto no parcializa ni cosifica la realidad de la persona.
Para el desarrollo del D.I.D.E. utilizamos los siguientes referentes:.
a) La predisposición constitucional.
b) El metabolismo orgonótico (Bioenergía).
c) Relaciones objetales y rasgos de carácter.
d) Bloqueos y tensiones musculares.
e) Funcionamiento neurovegetativo y somático.
f) Realidad actual, familiar, laboral, afectivo-sexual, situación clínica, motivaciones...
C) La atención en crisis y la Psicoterapia breve caracteroanalítica (P.B.C)
El diagnóstico de cada estructura exige un tipo de encuadre (setting) y un tratamiento determinado. En ocasiones nos encontramos (sobre todo en centros públicos u hospitales) con la necesidad de realizar una atención en crisis, siendo el único encuadre donde la praxis clínica se realiza sin tiempo para el diagnóstico. En este encuadre trabajamos siguiendo los principios de los "primeros auxilios emocionales" de Eva Reich (1983), de M. Herskowitz (1968), y de aportaciones propias, teniendo presente sobre todo la hipertensión ocular y la pérdida de contacto, la hipertensión cervical y los espasmos diafragmáticos. En este encuadre nuestra forma de estar es activa con un campo energético abierto y por tanto en un estado de fuerte empatía manifiesta. Y en muchas ocasiones implica un contacto corporal, un masaje respiratorio y diafragmático, o, y, una actitud provocativa y en muchos casos paradójicamente "enloquecida" que permita la mirada del paciente para sentir nuestra empatía.
También vemos la necesidad de llevar un tratamiento específico con las personas con una estructura psicótica introduciendo al sistema familiar en el proceso, el psicofármaco en situaciones de crisis y la comunidad terapéutica también puntualmente. En este caso vemos como la importancia del diagnóstico se refleja no sólo en el pronóstico o en la indicación del tratamiento sino también para tener claro el tipo de encuadre.
Por ejemplo, sabemos –después de años de trabajar en clínica profunda–, que el nivel de personas que dejan la terapia al poco de comenzarla por resistencias analíticas (fugas terapéuticas) es mucho mayor en la estructura borderline, en particular en aquellas con cobertura compulsivo-masoquita o fálico-compulsiva. Para prevenir esto llegamos a la conclusión de que el número de sesiones debía de ser mayor que en el resto de estructuras y era muy adecuado hacer un trabajo previo con un encuadre focal o breve que potenciara su nivel de "insight" y de analizabilidad.
También nos fuimos encontrando con personas que son atendidas en centros públicos o que asisten a nuestros centros privados pero no tienen poder adquisitivo, que no pueden someterse a un tratamiento profundo como el de la vegetoterapia.
Para intentar dar respuesta a ambas situaciones, con algunos colegas fuimos introduciendo variables propias de la clínica postreichiana (Entre otros, el análisis del carácter, la vinculación entre hipertensión muscular y reacción patógena aguda, y la realización de "actings " o movimientos neuromusculares de tipo "ontogénico" ) dentro de la tradición clínica analítica de la terapia breve (Mahler, Balint, Braier...) llegando a desarrollar una sistemática que definí como "Psicoterapia breve caracteroanalítica"(P.B.C) (Serrano,1992). Donde el objetivo es facilitar la conciencia emocional de aquellos rasgos de carácter que están ocasionando una disfunción patógena y, por tanto una sintomatología. Esa toma de conciencia permite gestionar de una forma más funcional y consciente sus recursos y su realidad. Y al mismo tiempo se reducen los focos de hipertensión y se libera superficialmente la respiración, aumentando la receptividad y la sensibilidad. Son objetivos limitados que intentan reducir el sufrimiento y anular la sintomatología utilizando la crisis como una herramienta terapéutica aliada del "insight". Pero al ser objetivos limitado tanto el encuadre como la técnica tienen que ser coherente y por eso distintos al de la terapia profunda, para evitar la ruptura de las defensas esenciales, la regresión y la neurosis de transferencia porque no tenemos tiempo para abordar todo ello, objetivos que sí podemos cumplir con un encuadre profundo, siguiendo nuestra tradición clínica.
Para ello el terapeuta tendrá una posición analítica pero más directiva, evitando la inducción y trabajando mucho con los señalamientos, los contrastes, la libre asociación, y combinando el tiempo de la sesión entre la posición frontal sentados y el diván para la realización de actings con un tiempo reducido respecto a la terapia profunda que combinaremos con otras técnicas corporales estando el paciente tumbado pero vestido. Las sesiones serán semanales y la duración estará prefijada con una media de veinte sesiones. Las sesiones individuales se pueden combinar con dos sesiones de grupo al mes de dos horas cada sesión (o de una sesión de tres horas, en función de las circunstancias específicas de cada grupo), pero siempre comenzando en la tercera fase del tratamiento, a partir del tercer mes. Es interesante recordar que tanto Reich en su obra "psicología de masas del fascismo", como O. Raknes (1950) se plantearon ya esta opción terapéutica, aunque no profundizaron en ello.
D) El encuadre o "Setting"
Podemos afirmar, que, excepto en las circunstancias antes descritas, el encuadre o "setting" de nuestra praxis sigue la tradición de la psicoterapia europea, y por tanto toma como referencia el psicoanálisis. De hecho Reich se sentía en todo momento dentro de ese movimiento (ver libro: Reich habla de Freud, 1970). Por ello es un encuadre analítico. Nos identificamos parcialmente con el psicoanalista Etchegoyen (1986) cuando recuerda que el setting es "ante todo una actitud mental del analista y que alberga un contenido, el proceso. Este contenido consiste en la singular relación entre analista y analizado y se compone de tres elementos: transferencia, contratransferencia y alianza terapéutica. Para que el proceso se desarrolle debe existir un marco lo más estable posible, el encuadre".
En nuestra experiencia, esa actitud, no sólo es mental, sino también emocional y por tanto energética, analógica, y es el elemento básico del "diván reichiano". El encuadre –sin el cual no hay proceso, y por tanto no se cubren los objetivos clínicos– se configura a partir de una sistemática que vehiculiza una serie de técnicas, pero para que sean funcionales deben estar moduladas por la posición y la forma de estar del terapeuta. Estando junto al paciente, respetando su ritmo, sin inducciones ni consejos, sin formulaciones ni recetas sobre aspectos actuales de su vida. Con esta actitud la persona se siente acompañada, pero al mismo tiempo se facilita que pueda desplazar afectos que desarrolló con objetos afectivos históricos a través de lo cual se va estableciendo la transferencia.
En resumen, existirá una suficiente neutralidad, sin que por ello se pierda la atmósfera empática. En términos de Matte Blanco diríamos que el terapeuta debe saber colocarse en los dos planos de un encuadre analítico: el simétrico y el asimétrico.
Las sesiones individuales se realizan con el paciente tumbado con el cuerpo visto y el terapeuta junto a él pero sin invadir su espacio. El número de sesiones y la periodicidad se determina en función de la estructura pero suele estar entre un mínimo de una sesión semanal de 50 minutos o una sesión cada quince días de una hora y media (sesión doble) y un máximo de dos sesiones dobles a la semana. No hay tiempo establecido (a diferencia del encuadre de la P.B.C.) para terminar el proceso el cual se producirá, como cualquier otra situación del encuadre, a partir de un acuerdo entre el paciente y el terapeuta.
E) La psicoterapia profunda: Vegetoterapia caracteroanalítica (orgonterapia)
Una vez establecido el contrato terapéutico, en el caso de un encuadre profundo, comienza la vegetoterapia caracteroanalítica (orgonterapia):"Cuando en 1935 se descubrió el reflejo del orgasmo, el acento del trabajo caracteroanalítico se desplazó hacia el domino somático. El término <vegetoterapia> representó el hecho de que ahora mi técnica terapéutica influía sobre la neurosis caracteriológica en el dominio fisiológico. Hablamos de <vegetoterapia caracteroanalítica>, indicando con ello el trabajo simultáneo sobre el aparato psíquico y sobre el somático. La expresión tenía sus desventajas, que en ese momento no podían remediarse. En primer lugar, era demasiado larga. Contenía el término <vegetativo>, que sonaba como correcto en alemán, pero en inglés nos recordaba a los <vegetales>. Por último, representaba todavía una división del organismo en una parte psíquica y otra somática, lo cual se oponía a nuestro concepto unitario del mismo. El descubrimiento del orgón puso término a estas dificultades conceptuales. La energía orgónica cósmica funciona en el organismo vivo como energía biológica especificada. Como tal, rige la totalidad del organismo y se expresa por igual en las emociones y en los movimientos orgánicos puramente biofísicos. Así, por primera vez, y con sus medios propios, la psiquiatría había enraizado en los procesos científico-naturales objetivos [...] Todo esto explicará por qué la expresión <orgonterapia> abarca el análisis del carácter y la vegetoterapia. El objetivo común es la movilización de las corrientes plasmáticas del paciente. En otras palabras, no podemos dividir un organismo vivo en actitudes caracteriológicas, músculos y funciones plasmáticas, si tomamos nuestro concepto unitario del organismo en forma seria, en forma práctica. En la orgonterapia trabajamos con la profundidad biológica, el sistema protoplasmático, el <núcleo biológico> del organismo.
El lector comprenderá que se trata de un paso decisivo. Hemos abandonado el dominio de la psicología, incluyendo la <psicología profunda>, y hemos ido incluso más allá de la fisiología de nervios y músculos, hasta el dominio de las funciones protoplasmáticas". (Reich,1949 a )
Esta praxis clínica está modulada fundamentalmente por la relación terapéutica que se desarrolla teniendo muy presente la estructura del paciente. La dinámica transferencial va acompañada de la activación de recuerdos y de emociones vinculadas de forma particular al objeto transferencial y al segmento de la coraza que estamos trabajando. Siguiendo la tradición reichiana (Reich,1945) el proceso se realiza de forma cefalocaudal, del primer al séptimo segmento, porque es la forma en que se han ido estableciendo los bloqueos y las tensiones, las defensas frente al distress producido en su proceso de ontogénesis, como ya hemos visto anteriormente. Este abordaje de lo muscular se desarrolla fundamentalmente a través de la ejecución, por parte del paciente de ciertos actings neuromusculares que han sido señales moduladoras del proceso evolutivo infantil, durante un cierto tiempo y durante un cierto número de sesiones. El tiempo de ejecución de cada acting es de unos 20 minutos. Durante ese tiempo la persona está centrada en la acción muscular y, en su respiración, observando las cosas que pasan por su mente en una posición de atención flotante. Si aparecen sensaciones o imágenes el paciente estará atento para compartirlo verbalmente luego con el terapeuta comunicando aquello que recuerde. Asimismo si aparece alguna emoción se abandonará a vivirla conscientemente. El terapeuta mientras tanto está a su lado, acompañando esa acción, pero sin intervenir, solo empatizando con lo puede sentir el paciente y observando sus reacciones involuntarias neurovegetativas, que forman parte del lenguaje corporal que el terapeuta debe entender. Y en el momento apropiado contrastar, señalar o analizar, dentro del proceso de elaboración analítica.
Estos actings se desarrollan de forma secuencial siguiendo la metodología de F. Navarro (1990) aplicándola en función de las estructuras (Serrano,1994)) Para tener una referencia práctica, describiré algunos de los actings que se realizan con el primer segmento : mirar un punto en el techo con la boca abierta (focalización objetal: señal relacional primitiva); mirar un punto en el techo y después la punta de la nariz (diferencia objetal primitiva descrita por R. Spitz) ; mirar a derecha e izquierda (entrada del tercero, emergencia de lo esquizoparanoide) o mirar en forma circular (relación grupal, entrada del sistema familiar, realidad social y movimiento que solo pueden hacer los mamíferos humanos). Existen actings para abordar los siete segmentos de la coraza muscular descritos por W. Reich que se van dinamizando, buscando la recuperación de la motilidad vegetativa y la funcionalidad neuromuscular. No hay muchos actings pero los que empleamos han sido suficientemente experimentados y su funcionalidad baremada. Por otra parte lo importante no es la cantidad de movimientos sino la repetición y el análisis de la forma de realizar ese movimiento que en cada persona será diferente. Formando todo esto parte del análisis del carácter, entendiendo por carácter la estructuración defensiva psico-somática, que se va a reflejar tanto en la conducta con su base síquica como en la respuesta muscular con su base somática. De esta manera, no inducimos ni provocamos emociones, ni regresiones, sino que facilitamos una progresiva conciencia corporal a través de la cual el sujeto siente la diferencia entre el yo y carácter, la relación entre la historia y su conducta actual, sus límites y sus potencialidades y va sabiendo gestionar su realidad en función de un yo al que le acompaña una coraza-caracter flexible y basada en el principio del placer y de la expansión, del amor, y por tanto en la capacidad de entrega y de vivir la experiencia orgástica que siempre acompaña una mayor capacidad de compromiso social.
Pero esto no es fácil, implica sumergirse en el infierno, en lo que hay detrás de las resistencias, encontrarse con las pulsiones reprimidas, y aparecen resistencias que condicionan el tiempo de final del proceso.
F) La terapia de Grupo
Este abordaje individual va acompañado del trabajo de grupo. Haré una breve mención al mismo. El trabajo en grupo empieza cuando en la terapia individual se ha elaborado suficientemente el proceso de "separación-individuación", utilizando el término de Mahler. Es decir, cuando el paciente ha integrado en su yo los aspectos negados de su proceso de maduración de su primera infancia y está capacitado para relacionarse con el "otro", pudiendo abordar todos los conflictos que esa persona fue encontrando en su proceso de integración social (familia amplia, escuela, pandillas,...). Esto suele coincidir desde el punto de vista neuromuscular cuando en el trabajo de desbloqueo cefalocaudal se empieza a trabajar el tercer-cuarto segmento. Son grupos mixtos de 12-14 personas con dos coterapeutas de distinto sexo con una sesión mensual durante dos años (lo social es concreto y como tal el espacio grupal tiene un tiempo de duración) y donde el sistema grupal desarrolla su propia matriz para trabajar dinámicas sociales conflictivas como los conflictos de género, la paranoia social, los roles, el miedo a la autoridad, el individualismo, la dificultad de asumir responsabilidades sociales y la identidad grupal.
Dentro de una sistemática propia (Serrano,1997,d) se utilizan las referencias del grupoanálisis de Foulkes, del psicodrama de Moreno junto a técnicas psicocorporales Pero el objetivo fundamental es que los participantes a través de la matriz grupal y de los conflictos que se desarrollan en ese grupo tomen conciencia de los conflictos sociales que viven en su vida real, y que, entre todos, encuentren formas de resolución. Es una forma muy importante de adquirir la "identidad social o del colectivo", algo tan carente en nuestro sistema social.
Teniendo presente que ese espacio grupal es una herramienta convergente de la vegetoterapia individual y en función de esa tesis se desarrolla la praxis de los terapeutas.
G) La prevención y el diván reichiano
Para terminar quiero reseñar dos aspectos más de nuestra praxis clínica y de nuestra identidad como orgonterapeutas (especialistas en sistemas humanos ). El primero sería la importancia de la praxis cultural y la intervención consiguiente en los ecosistemas sociales implicados que permita una prevención de la patología funcional y del sufrimiento del animal humano. Con los años hemos podido hacer seguimientos de sistemas familiares donde la relación afectiva y el ritmo eran diferentes a los habituales, y donde se respetaba el proceso de ontogénesis asumiendo la fuerza del instinto como modulador de la realidad de la especie. Y junto a nuestra experiencia con nuestros propios hijos pudimos observar la importancia que tienen ciertos momentos en la maduración del animal humano y la forma de actuación para facilitarlo: un embarazo deseado y amado, un parto sin violencia, una relación oral donde la lactancia se vive como fuente de placer no solo de nutrición y donde ya todo el sistema familiar está implicado(ver bibliografía), etc. Y llegamos a la conclusión que la prevención va siempre vinculada a la clínica.
El segundo, la necesidad de trabajar en equipo. Sentirnos parte de un colectivo de profesionales con un lenguaje, una identidad y por tanto una formación común que sirve de eje para integrar las formación particulares de cada miembro con el resto del equipo, y que permite abordar a cada paciente desde una perspectiva global. Así homeópatas, naturistas, psiquiatras, psicoterapeutas, especialistas en P.B.C ., especialistas en V.C. en prevención, en sistemas familiares o parejas, en obstetricia, y en otras especialidades médicas comparten su saber para desde un diagnóstico común (D.I.D.E.) plantear una praxis clínica donde el objetivo es la salud del paciente y no el prestigio o la economía del profesional.
Esta, es para nosotros la única forma de poder dar respuesta a una serie de casos clínicos donde confluyen diversos sistemas de la estructura humana, en particular las personas con Biopatías o enfermedades funcionales normalmente denominadas psicosomáticas, como el cáncer, la úlcera, las enfermedades inmunológicas o neuroendocrinas... Donde junto a la vegetoterapia debemos incorporar el Or.Ac. acumulador de energía orgónica (De Meo,1989 ), la audiopsicofonología, los oligoelementos, las vitaminas e incluso el psicofármaco cuando se vea necesario. Pero todo ello de forma funcional e individualizadamente, desarrollando el proyecto global de la Orgonterapia postreichiana.
Esta praxis que realizamos cotidianamente está plagada de dificultades porque dejamos de actuar en función de nuestras necesidades y de nuestro espacio "oculto" y clandestino para pasar a desvelar y a compartir nuestro trabajo. Pero es un reto profesional muy estimulante. Así con un caso podemos trabajar un terapeuta de pareja, un especialista en vegetoterapia y uno en prevención conjuntamente si es necesario (por ejemplo un asunto de divorcio en una pareja con hijos),teniendo presente la exigencia de una comunicación clínica entre esos profesionales manteniendo una praxis con una determinante ética y deontología profesional.
Y a pesar de toda esta experiencia somos conscientes de que hay muchas cosas que investigar y resolver, en particular todo lo relacionado con el abordaje de los trastornos multisistémicos (trastornos alimentarios; esquizofrenia, conflictos familiares...) teniendo presente lo aportado por otros modelos, siendo fundamental para ello la comunicación y la interacción entre los terapeutas para poder enriquecer y profundizar nuestra praxis clínica en EL DIVAN REICHIANO.
Xavier Serrano, Noviembre del 2002.
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NOTA:
(1) Nombre dado por W. Reich en 1936 a su forma de trabajo psicoanalítico al incorporar la tesis de que "cada rigidez muscular contiene la historia y el significado de su origen", dando especial importancia a la vinculación entre la conducta de cada persona y su carácter su forma de respirar y sus tensiones musculares, hipótesis mantenida por la idea de que la neurosis caracterológica se reflejaba en la disfunción neurovegetativa, es decir del sistema nervioso vegetativo que es el sistema que rige el mundo emocional y el movimiento pulsatil e involuntario de los órganos vitales. Comenzando así la medicina psicosomática. En 1945 la definió como Orgonterapia, buscando una palabra que no produjera una división entre psique y soma: "Abarcaba el análisis del carácter y la vegetoterapia" (Reich, 1945) y el objetivo clínico era recuperar la capacidad de pulsación biológica, vital, la recuperación de la libre corriente vegetativa que integra, a través de la emocionalidad, la psique y el soma," y cuya medida de funcionamiento se encuentra en el denominado "reflejo del orgasmo porque es donde se expresa la función de la energía biológica, bioenergética, orgónica" (ídem 1942). Pero el cambio de nombre no modificó básicamente la terapéutica, si bien se combinaba con otros tratamientos, como el Or.Ac, o acumulador de energía orgónica. Por ello F. Navarro fue partidario de seguir empleando el término Vegetoterapia hasta que no se hubiera avanzado más en las investigaciones del orgón (nombre dado por W. Reich al concepto de energía vital, o prana, "elan vital", Chi...)
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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ABREVIATURAS
- ECS: Energía, Carácter y Sociedad.
- SO: Scienzes Orgonomiques - Scienza Orgonomica.
- IZO: Internationale Zeitschrift für Orgonomie.
- JO: Journal of Orgonomy.
- ECS (i): Energía, carattere e societá.
- WRB: Wilhelm Reich Blatter.
- AIO: Annals of the Orgone Institute.
* Los artículos seguidos de este símbolo se encuentran traducidos en la biblioteca de la Escuela Española de Terapia Reichiana (Es.Te.R.)
C/ República de Guinea Ecuatorial, 4 - 1º C. 46022. Valencia. ESPAÑA. Tel.: 963727310. Fax: 963562090.
Web:
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