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Un día cuando estábamos con
G, le pregunté: Hace pocos días leía con interés,
en un foro de bolsa, las reflexiones de un grupo de inversores-especuladores
en torno a los mecanismos íntimos del funcionamiento de
los mercados. La suya era una posición nacida de una amplia
experiencia en este mundo. La lectura resultaba extrema dejando
al descubierto las vísceras más íntimas,
los pecados más inconfesables, los mecanismos más
burdos y sin embargo altamente eficaces de los llamados “supervivientes”
de los mercados. “...esto es un casino (y la sucursal se llama MEFF, cuyos dueños son en un 50% bancos, el 30% sociedades, agentes de valores y cajas de ahorros en un 15%), cuando tú les mandas una orden, ellos ven tus cartas (órdenes); en consecuencia, la partida siempre girará en contra tuya ya que conocen tu juego –que obligadamente tienes que ir enseñando si quieres jugar- por ello se dice que el mercado de derivados es un mercado “ciego”... pero para ti claro.” “ ...”ellos” juegan con las cartas marcadas y los pequeños inversores caemos en sus redes (¿nunca han tenido la impresión de que el mercado ha estado esperando a que tu entres para hacer justo lo contrario y que te entre el miedo y cierres con perdidas, para seguidamente volver a tomar la dirección que esperabas?)” “...con el mercado cerrado estudian las posiciones abiertas y el sentimiento de mercado, introducen las variables que crean convenientes y a seguir cazando...”.
¿Cómo actuar frente a esto? A lo que él mismo respondía
con un “clásico” en los mercados, con astucia,
reflejos y humildad. Estas preguntas no son más que la punta
del iceberg de un complejo entramado psicológico y emocional
que les da soporte y que pone en juego mucho más que la
simple curiosidad intelectual del que reflexiona. A veces comprender, reflexionar, entender, no lo es todo. He atendido a muchos inversores con niveles
envidiables de formación, con grandes capacidades de analizar
técnicamente una gráfica, con buenas bases de comprensión
del funcionamiento de los mercados en general y de alguno en particular
(contado, futuros, warrants). Inversores, no obstante, que a pesar
de su envidiable formación, cometían una y otra
vez errores sistemáticos, asociados a características
personales (impulsividad, irreflexibilidad, sugestionabilidad...)
de las que por alguna razón no conseguían “darse
cuenta”. Lejos del milagro, las técnicas de acceso son de lo más sencillo –a veces de una sencillez insultante para el que padeció durante tanto tiempo las condiciones castrantes de dichos errores-, tomadas de distintos campos del saber (etología, psicología, sociología, filosofía) y estructuradas en torno a un espacio de trabajo –encuadre sicodramático- que da soporte teórico a las propuestas técnicas, se abren muchas ventanas al conocimiento de mecanismos que la persona no quiere o no está preparada para ver. Uno de nuestros objetivos fundamentales es que se hagan accesibles todos los resortes “viciados” que condicionan nuestros actos. Poder “diseccionarlos” ayuda, muchas veces, a entender su origen y poner en marcha mecanismos que los reparen. © Guillermo Robledo - 2003
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