Lo más importante a la hora de realizar estos
ejercicios no es el "forzar" o ir al límite
de nuestras posibilidades. Importa mucho más
una práctica regular de los mismos y el "disfrute"
personal en su realización. Planteado en estos
términos, los ejercicios no tienen ninguna
contraindicación, siendo por el contrario muy
beneficiosos para el organismo y el equilibrio físico
y mental.
Frotamos las manos. Acariciamos primero un brazo
desde la mano al hombro ascendiendo por su parte externa
y descendiendo por la interna (varias veces de 3 a
6).
Frotamos de nuevo las manos. Acariciamos la frente
primero con una mano y después con la otra
(limpiamos, por lo tanto los movimientos son siempre
del centro al exterior).
Acariciamos los ojos desde el lacrimal al exterior
con las puntas de los dedos.
Posamos las palmas abiertas sobre los ojos sin tocarlos.
Acariciamos la nariz con los dedos de una y otra mano.
Acariciamos los labios de forma similar.
Frotamos las manos. Acariciamos la nuca y después
el cuello
Frotamos enérgicamente el bajo vientre (Tantien)
y después los riñones.
Deslizamos las palmas desde los riñones hasta
los tobillos por la parte posterior de las piernas
y ascendemos de los tobillos hasta Tantien por la
parte anterior.
Giramos la cabeza a la izquierda y la desplazamos
hacia la derecha con el mentón bajo, doblando
el cuello al frente. La acción ha de ser relajada
y suave. Al descender espiramos, al ascender inspiramos.
Acercamos la oreja izquierda hacia el hombro (sin
mover los hombros) doblando el cuello lateralmente.
Levantamos la cabeza y la inclinamos hacia la derecha.
Hacemos girar los hombros primero de atrás
hacia el frente, después del frente hacia atrás.
Los hombros han de moverse en un circulo amplio.
Giramos los brazos de atrás hacia delante formando
círculos amplios. Después de adelante
hacia atrás.
Dirigimos los brazos hacia adelante, a la altura de
los hombros, y los sacudimos desde el hombro hasta
la punta de los dedos para soltar codos y muñecas.
Los brazos han de estar relajados.
Acercamos los brazos al esternón y los lanzamos
hacia adelante manteniéndolos a la altura de
los hombros, con las palmas hacia el suelo.
Abrimos los brazos en cruz, a la altura de los hombros,
paralelos al suelo, con las palmas a cada lado del
cuerpo mirando al cielo. Acercamos las manos al cuello,
doblando los codos. Lanzamos las manos a los lados,
manteniendo la altura de los antebrazos.
Con los brazos sueltos al lado del cuerpo, agarramos
la muñeca izquierda con la mano derecha y levantamos
el brazo izquierdo. Lo estiramos enérgicamente
hacia arriba. Hacemos lo mismo con el brazo derecho
(una vez cada brazo).
Juntamos las manos con los brazos levantados por encima
de la cabeza y estiramos enérgicamente hacia
arriba cuidando de estirar el torso y la cintura.
Las muñecas se entrelazan de forma que el dorso
de la mano izquierda se sitúa hacia el lado
derecho y a la inversa.
Practicamos un estiramiento similar con las manos
dirigidas al frente y los brazos paralelos al suelo,
a la altura de los hombros.
Estiramos los brazos hacia el suelo con las palmas
horizontales, paralelas al mismo.
Giramos la cintura dejando los brazos sueltos. Hemos
de parecer un muñeco de trapo, sin embargo
los pies se mantienen firmes y la columna estirada.
Los hombros giran al compás de cintura y brazos.
Con los brazos sueltos al lado del cuerpo, estiramos
el brazo izquierdo con la palma abierta hacia el cielo
y mantenemos el estiramiento desde la punta de los
dedos y la coronilla, nos inclinamos hacia la derecha
con objeto de estirar la cintura, manteniendo el brazo
vertical. Lo mismo hacia la izquierda.
Giramos con la cintura como si jugaremos al juego
del aro. Primero hacia un lado y luego hacia el otro.
Juntamos los pies. Nos inclinamos y flexionamos ligeramente
las rodillas para que estén sueltas. Giramos
las rodillas en un circulo horizontal primero hacia
una dirección y luego hacia otra. Los pies
no se deben despegar del suelo, cuidar de no despegar
ni los laterales del pie ni los talones.
Doblamos la cintura hacia delante, con la espalda
recta, estirada mediante la cabeza. Finalmente relajamos
la cabeza. Reposamos un momento. Nos incorporamos.
Abrimos los pies y doblamos la cintura hacia un lado
estirando la pierna del lado hacia el que nos inclinamos
y flexionando ligeramente la otra. Repetimos la misma
acción hacia el otro lado.
Doblamos la cintura hacia delante hasta que el dorso
de las manos se apoyen en el suelo, sin flexionar
las piernas.
Nos agachamos con los pies separados el ancho de hombros,
en cuclillas. Las rodillas pegadas al pecho, sin tocar
el suelo con el coxis. Los pies han de permanecer
pegados al suelo. Apoyamos los codos en el interior
de las piernas, a la altura de las rodillas y juntando
las palmas de las manos formamos una horizontal con
los antebrazos, separando las rodillas. Reposamos
un momento con los pulgares apoyados en el pecho y
la cabeza relajada. Apoyamos las palmas en el suelo
y nos levantamos muy despacio sin levantar la cabeza.
Al levantarnos enderezamos la columna desde el sacro
hasta la coronilla, vértebra a vértebra,
para finalmente cuando estemos totalmente erguidos,
levantar la cabeza. (Atención a este ejercicio
es necesario ser cuidadoso).
Separamos los pies el doble del ancho de los hombros
y flexionamos las piernas con el torso erguido, como
si fuéramos a sentarnos (un par de veces).
Adoptamos la posición del jinete y nos relajamos
un rato (cinco minutos bastarán) cómodamente
sentados en el aire, con los muslos paralelos al suelo,
los tobillos verticales y las puntas de los pies mirando
al frente, de forma que ambos pies estén paralelos.
Nos levantamos y estiramos una y otra pierna doblando
la rodilla opuesta, mirando al frente. Nos agachamos
hasta donde seamos capaces, pero siempre sin despegar
los talones del suelo. La columna puede inclinarse.
Realizamos el estiramiento completo de una pierna
dirigiendo el talón hacia fuera y los dedos
del pie hacia nosotros.
Realizamos otro estiramiento de las piernas mirando
hacia un lado y doblando la rodilla de la dirección
hacia la que miramos, la pierna que se estira es la
que queda a nuestra espalda.
Finalmente abrimos ambas piernas cuanto podamos (pies
enraizados en el suelo, paralelos, mirando al frente.
No deben despegarse del suelo ni los laterales del
pie ni los talones) Inclinamos la cintura hacia adelante
y cuando esta paralela al suelo, perfectamente estirada
y recta estiramos ligeramente de las nalgas hacia
atrás, para finalmente relajar la cabeza y
reposar un momento.
© Guillermo Robledo. www.psicobolsa.com