PSICOSOCIOLOGIA DEL CUERPO

Ed. Traç Dep.Legal B-31092-96
©José Luis Catalán Bitrián





De los griegos parte principalmente el ideal de ser humano que todavía palpita en nuestra civilización, cada cierto tiempo estremecida por aquellas lejanas vislumbraciones.

Si tuviésemos que resumir la compleja herencia helenística en pocas palabras diríamos que lo fundamental consiste en una búsqueda de la excelencia del cuerpo y de la psique fundidas en armonía.

El modo como las diferentes generaciones de griegos hasta la época clásica construyeron el ideal de ciudadano arrancó de una difusión de las ideas aristocráticas: la formación gimnástica, la música, la danza y las comidas en común. A ésta fórmula se le añadieron después los conocimientos de las ciencias que fueron floreciendo.

Si por un lado podemos señalar a Sócrates, Platón y Aristóteles como los autores que maduraron una ética del espíritu, el cuerpo alcanzó con el gran médico Diocles de Caristos, una "areté", una virtud que llamó hygieina, concepto del que entronca el término actual de higiene, contemplada como un equilibrio, un apuntar al blanco del modo de enfocar la existencia. En sus libros Diocles planea de una manera reglamentada el vivir diario en lo que se refiere a los ejercicios del cuerpo y su dieta, dando lugar con ello a que hablemos de una ética del cuerpo.

Ni personal ni socialmente la vivencia sobre el cuerpo es hoy la misma de aquellos tiempos. Nuestra sociedad es diferente, claro está. Ello prueba, por lo demás, que siempre la utilizaron, uso y consumos del cuerpo, han sido pautados socialmente.

Cuerpo productor, consumidor, signo de status, mecánica del erotismo, instrumento o fin, es imagen propia, imagen social y herramienta.

El primer científico moderno que trató de la psicosociología del cuerpo fue Marcel Mauss, quien delimitó el campo de estudio de son acciones básicas, y a menudo imprescindibles para llevar a cabo con éxito acciones de mayor embergadura.

El saludo es una minúscula parte de las relaciones sociales. Caminar es necesario para desplazarse y proponerse acciones en los lugares adecuados. Leer y escribir importantes elementos de adquisición y transmisión de conocimientos.

Las técnicas corporales requieren de un aprendizaje de valores instrumentales que rigen en una sociedad concreta. Nos dan en nuestro ambiente colectivo autonomía, poder-hacer lo que hemos aprendido a desear hacer.

Cada sociedad y grupo social tienen deseos distintos, y ello se refleja también en sus técnicas corporales. Hasta en las cosas más sencillas y aparentemente iguales encontraríamos distinciones: no bebe agua de igual modo el Beduino que el Esquimal. Con mayor razón no lee igual un ciego, con las manos, que un vidente, con los ojos.

Trastornos psicomotrices, enfermedades crónicas, deficiencias de órganos, etc. plantean a menudo la necesidad de crear, de intentar técnicas alternativas a las comunes. Se busca un camino diferente que proporcione al sujeto status de competencia social. En realidad la población con dificultades, limitaciones corporales, es relativamente grande, y ello implica frecuentemente una fuente de marginación por parte de los "solventes", que por ser mayoría cultural tienen cierta tendencia a rechazar las vías de desenvolvimiento que no sean típicas.

Según las necesidades cambian, también se desarrollan nuevas variaciones técnicas, incorporándose a las competencias de los individuos aptos para integrarse en el nuevo sistema social. Cualquier niño de nuestra sociedad ha de aprender a encender y apagar interruptores: es imprescindible para la manipulación de las energías modernas, que constituyen elementos básicos que en otras épocas no existían.

El cuerpo propio posee una espacialidad, ocupa un lugar físico en relación con las demás cosas, y estando en acción parte de esta premisa. Somos cuerpo, aunque pretendiéramos renegar de ello.

También somos para los demás una persona con un cuerpo concreto en relación al cual hay una proximidad , un encuentro o indiferencia posibles. todos los actos sociales implican una manera de estar nuestro cuerpo: sentados en un sillón, alejados de todos, encima de una tarima, de pie tras un mostrador...

Las situaciones sociales en parte sucesiones de posturas corporales en las cuales el otro que nos ve ficha nuestro estar-ahí con su mirada, definiéndonos y respondiendo según nos interprete.

Nuestro cuerpo es portador de signos. No sólo nos referimos al vestir, sino también a la edad que se nos calcula por el aspecto, el sexo a que pertenecemos, el color y textura de nuestra piel, la fina expresividad del rostro, los gestos públicos, en suma, que acompañan eternamente a nuestra intimidad aunque no lo queramos. Cada uno vive ante todo de piel para adentro, mientras que para los demás lo accesible es la superficie de la piel para afuera.

El pensamiento y el sentimiento también son corporales. son muy nuestros, efectivamente, pero eso no quita que hayan sido aprendidos en nuestra cultura, y por otro lado conllevan siempre el cuerpo porque son partes de acciones.

Si estoy tumbado en la cama divagando lo que hago es estar tumbado para fantasear, y no podría hacerlo corriendo por la calle. Si estoy enamorado en secreto estoy mostrándome insinuante, receptivo o tímido, por ejemplo, pero no puedo estar ahora mismo sintiendo un amor secreto leyendo atentamente una noticia del periódico. Y al revés: si leyendo el periódico me pongo amoroso pensando en el ser amado es seguro que estoy distraído y no me entero de las noticias.

La emoción no va ni delante ni después de su marca corporal. La sangre que sube a la cabeza, la tensión en los músculos, el bolo en la garganta o el ardor en el estómago, todo ello forma unidad con aquello por lo que me angustio. Por eso el cuerpo, incluyendo el tono de la voz es nuestra guía para saber qué están sintiendo los demás, o un actor puede fingir eso mismo en su trabajo, con su arte imitativo.

Es cierto que en muchas emociones se mezcla el arte deliberado del disimulo, la acultación, la cautela, la hipocresía o la mentira: también es cierto que todo ello es tenido en cuenta y se acompaña con el arte de la desvelación, averiguar qué es lo que hay detrás o se insinúa en algún indicio sutil.

Los sentimientos son formas de actuar. Ello es evidente cuando se golpea, se huye, se acaricia, se habla melosamente... Pero también es verdad en el caso de que estas mismas acciones estuviesen no en curso sino en el momento naciente, en expectativa o anticipación.

Beber un vaso de agua es una acción que se desarrolla en pasos técnicos sucesivos que culminan cuando se logra que entre el agua por el gaznate. Desde luego no bebemos por casualidad, sino cuando nos apetece, así que debe haber un momento en el que simplemente estamos queriendo beber, estudiamos cómo hacerlo y no hemos todavía movido ni un dedo en ese sentido. De la misma forma los distintos proyectos sociales de vida pueden encontrarse en ese instante de deseo (querer-hacer o deber-hacer), pero su realización implicará una notoria realización física.

Una vida satisfactoria implica tener primero deseos que satisfacer. El ser humano está hecho de cultura que le aporta finalidades, ideales que ansían un tipo de vida digna de hombre.

La dignidad, el goce humano no son frases pomposas para quedar bien en los discursos. Están formando la intimidad del sentido de la movilidad para la acción. Así, bien mirado, la inmovilidad es sinónimo de fracaso vital, y por eso se constata en la depresión y en la apatía, en las que el sujeto siente una falta de ganas de hacer nada.

Los movimientos de los que hablamos son por supuesto acciones. Incluso cuando parece haber gratuidad, falta de finalidad, como en el juego, no dejan de hallarse profundas interrelaciones sociales llenas de posteriores consecuencias ( por ejemplo el juego uno, anima, estimula, facilita).

Una acción es movimiento corporal que encuentra sentido en una cultura social dad, bien sea para darle la espalda (acción de rechazo o abandono), bien para participar activamente en su construcción.

La misma sociedad es un colectivo de hombres en relación comprometidos en acciones de producción, consumo e información.

Nuestro alto sentido de la individualidad no debe borrar el fondo de los otros, sin los cuales nosotros nada seríamos. Es por medio del grupo organizado como la persona puede brillar con la luz de ideales, es decir, deseos que realiza.

Cada época tiene sus propias ansias. Nosotros somos herederos de los inventores del arte de amar, de la técnica, de la ética del cuerpo y del espíritu. Esta herencia nos deja el deseo de ser excelsos en un sentido completo.

A pesar de las limitaciones corporales y sociales, sólamente en la lucha por una vida ideal de ser (ser de determinada manera) el hombre contemporáneo puede ser feliz.

Ya es tarde para aceptar ser como los animales o los vegetales. Una vez mordidos por el saber de la cultura que nos llega a través de milenarias tradiciones, ya no podemos tachar la herida, y la única cura es la acción, no la resignación a una vida reducida.

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