ATRACONES DE COMIDA

La comida es un placer, que por suerte en nuestro país, podemos disfrutar a diario. Entendido, no sólo, como alimento necesario para nuestro organismo, sino como un momento en el que paramos de estudiar o trabajar, y retomamos fuerzas para continuar después. Si además lo hacemos en compañía de otras personas, suele ser un momento realmente agradable.

Es verdad, que la hora de la comida es un momento en el que uno desconecta de sus problemas y después se siente más tranquilo, con mejor ánimo para afrontar lo que sea. Pero también es verdad que la comida no es la única manera de desconectar, cada uno tenemos que encontrar otras formas de relajarnos. Pasear, charlar con los amigos, leer,...en general, cualquier actividad que nos resulte placentera.

Ocurre, sin embargo, que algunas personas recurren a la comida con demasiada frecuencia y por demasiados motivos. El miedo a estar gordo y no cumplir los cánones sociales, la realización de dietas sin un resultado exitoso, estrés laboral o personal, baja autoestima y confianza en sí mismo pueden llegar a solucionarlo por la vía del atracón.

Me estoy refiriendo a la Bulimia nerviosa, esa enfermedad cuya característica esencial consiste en atracones de comida regulares, y posteriores métodos compensatorios inadecuados para evitar la ganancia de peso.

María tiene que acudir a una fiesta, no le apetece demasiado porque no sabe qué ropa ponerse, dice ella que todo la sienta "fatal", se imagina la fiesta llena de chicas maravillosas, guapísimas y por supuesto mucho más delgadas que ella. Es tal la ansiedad que empieza a sentir que decide poner una excusa y no acudir a la fiesta. Se tira en el sofá unos minutos, para levantarse después, cuando se queda sóla, dirección a la cocina. Empieza comiendo dulces y alimentos de alto contenido calórico para terminar comiendo cualquier cosa que pueda echarse a la boca con rapidez. María siente que no puede controlar el tipo ni la cantidad de comida que está ingiriendo.

Una vez transcurrido este episodio que suele durar unas dos horas, María se siente tremendamente culpable y se dirige al baño para vomitar lo ingerido.

Otras personas no vomitan, pero realizan, por ejemplo, ejercicio físico intenso, utilizan laxantes en exceso, diuréticos, enemas u otros fármacos y ayuno, después de estas ingestas para evitar la ganancia de peso consiguiente.

Las personas con este trastorno, se sienten generalmente muy avergonzados de su conducta, e intentan ocultar los síntomas. Por ejemplo, María seguiría comiendo durante el atracón, incluso si suena el teléfono, pero pararía inmediatamente si alguien entrara en la habitación donde ella se encuentra comiendo.

Para las personas que padecen este problema, la silueta y peso corporal son factores muy importantes a la hora de hablar de su autoestima.

En ocasiones, hay que liberarse de los comentarios críticos de los demás y de las presiones publicitarias. Nadie es perfecto, cómprate la ropa que te siente bien sin mirar la talla, olvídate de la báscula, concede su justa importancia a las dietas, sabiendo que los remedios mágicos no existen. Tampoco olvides que tienes otras cualidades además de las físicas. Aprende a comer sólo cuando tengas hambre y descubre otras formas en que puedes hacer frente a la ansiedad.

SILVIA BAUTISTA

Publicado en El Pelícano, diciembre de 1.998

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