LO EXISTENCIAL Y LO TRASCENDENTAL
DURANTE EL PROCESO TERAPÉUTICO

© Xavier Serrano Hortelano

Publicado en la Revista "Energía, Carácter y Sociedad" Vol. 14, Nº 20, 1996. Publicaciones Orgón

 

       En la sociedad occidental se está viviendo una clara crisis de ideologías, una clara crisis cultural en general y una clara y evidente predisposición a la alineación. Esto separa cada vez más la cultura de la natura y a su vez esto crea y facilita escisiones. En otros momentos de la historia también se han dado estas situaciones con otro formato, actualmente, lo que ocurre es que hay una mayor tendencia misticista y a partir de ahí los charlatanes, los gurús y todo tipo de especies diversas" salen de los bosques" e invaden las ciudades y los pueblos para nutrirse de la ignorancia de los ciudadanos. Y en muchas ocasiones se invade el terreno profesional del clínico y del psicoterapeuta y entonces estos charlatanes, estos gurús ocupan un espacio clínico.

       La Edad Media fue un momento típico en que esto ocurrió aunque de otra forma, y ahora se reproduce porque estamos en una segunda edad media. También es cierto que en muchos momentos, condicionados por la situación social y cultural, algunas corrientes psicoterapéuticas confunden cada vez más la función del clínico con el rol de "maestro" y eso para mí es muy peligroso. Y también es cierto que no se puede obviar en el proceso personal de psicoterapia la forma de ser y la situación del profesional y el momento en el que el profesional está. Por eso la frontera entre lo personal y lo profesional hay que delimitarla muy bien. Es de esto de lo que voy a hablar.

       La posibilidad de mantener esta frontera se centra en un hecho o forma básica de actuación, que consistiría en tener muy en cuenta en nuestro trabajo evitar la inducción, separando claramente lo que es el terreno de lo personal del terapeuta, con lo que es el ritmo y el espacio del paciente. El proceso que cada uno de nosotros podemos llevar a nivel personal, es nuestro proceso, pero nunca podemos perder de vista que el paciente debe llevar su proceso, que no es el nuestro, que no está en el punto que estamos nosotros y que por tanto no tiene sentido el que haya esa interacción o que intentemos hacer valer nuestra experiencia para que sirva al paciente. Esta confusión se está dando en el terreno de la psicoterapia.

       En mi experiencia he podido sentir y observar que, de forma espontánea, durante los procesos de psicoterapia breve caracteroanalítica (P.B.C.) y en los de vegetoterapia caracteroanalítica (V.C.) aparecen momentos que van más allá de los aspectos sociales o concretos de la persona. Y esos momentos pueden retomar o se pueden obviar. Si se obvian evidentemente estamos perdiendo la posibilidad de profundizar en un aspecto de lo humano quizás quedándonos excesivamente en una función terapéutica demasiado mecanicista, con lo cual sólo nos fijamos en aspectos del objetivo muy formales y muy sintomáticos, cada uno desde el modelo que tenga, pero sintomático en última instancia. Pero si no lo obviamos y lo tomamos en consideración ¿cómo debemos actuar?, cómo retomamos esos momentos en que por ejemplo ciertas personas entran en contacto con: la soledad existencial, las tragedias de lo humano, la insolidaridad, con el vacío, con la muerte, el sentido de la vida o con sensaciones que no sabe explicar y son claramente de índole energéticas y por tanto transcendentales o transpersonales y que van más allá de lo racional.

       ¿En qué momento o cómo debemos aproximarnos a lo que podría ser un abordaje de estas características dentro de nuestro paradigma y teniendo muy claro la necesidad de mantener la frontera antes descrita?. Y a sabiendas de que el sentido de la vida, en muchas ocasiones, se adquiere a partir de una construcción síquica que podemos asemejar estructuralmente a los delirios, y como tales sirve para mantener la estabilidad síquica y emocional de la persona adaptándola a la realidad que forma parte de dicho constructo. Tanto si nos convencemos de que nuestra finalidad en este mundo es la de hacer el bien para conseguir la vida eterna, como si es alcanzar el nirvana y la iluminación, o luchar por un mundo mejor, la lógica inconsciente es la de buscar la estabilidad a un cúmulo de preguntas sin una respuesta lógica y palpable que nos podría sumergir en la angustia existencial.

       Reich escribía que el sentido de la vida está en vivirla minuto a minuto, es decir, la finalidad y la función van unidas. Pero para poder tener la capacidad de vivir la vida en sus múltiples facetas, llenando así el vacío existencial, la coraza nos impide precisamente eso, vivir la vida. Es por ello que según el tipo de encuadre la actuación será diferente, pues, en ocasiones, cuando no hay condiciones para realizar cambios estructurales y la persona está con una fuerte depresión, por ejemplo, la construcción síquica personal, o el delirio adaptativo con otras palabras, es necesario para recuperar la estabilidad emocional y hasta un cierto bienestar. Mientras que en el abordaje profundo, donde hay condiciones para despojar a la persona de sus defensas, la persona deberá primero despojarse de esos constructos síquicos, quedándose desnudo ante el abismo de lo infinito, de lo absoluto, de lo eterno, y a partir de ahí, tomar contacto con lo vivo, y desde ahí desarrollar sus propias vía de investigación personal que le acerquen a esos atributos humanos. Reconociendo esta premisas veamos las particularidades de cada encuadre clínico.

       En P.B.C. (encuadre breve) hay aspectos que emergen quizás con más facilidad cuando la psicoterapia se da en personas que están en situaciones de crisis, con estados de conciencia ampliado (ECA), pues, a partir de ampliar el estado de conciencia, se empieza a ver un poco más allá. Y hay dos temas fundamentales que elaboramos en el marco breve. El primero que hace referencia a lo que V. Frankl llama "el coraje de vivir". Frankl fue un psiquiatra que sobrevivió a los campos de concentración nazis y que tiene un libro muy bonito en el que relata su experiencia en ellos. Su tesis es que el humano por el mero hecho de ser humano tiene coraje de vivir. Las ganas de vivir aparece por encima de todo y esto se constata en estas situaciones extremas, como pueden ser los campos de concentración donde a pesar de estar en unas situaciones paupérrimas y en condiciones sobrehumanas siempre podía llegar un amanecer que les permitiera la liberación del campo de concentración: ese amanecer era el que mantenía a la persona con vida en esas condiciones tan increíbles. También es cierto que esas condiciones merman la posibilidad de agresión, pero a pesar de que se merme la capacidad de agresión hasta un punto concreto, no se pierde el coraje de vivir. Frankl piensa qué en situaciones de sufrimiento psíquico, de sufrimiento emocional, los psicoterapeutas debemos utilizar herramientas, que facilitan a la persona el que pueda recuperar ese coraje de vivir. Básicamente colocándola ante su posición existencial, llevando a la persona a una situación en la que su impulso de vivir tenga que surgir, porque se pone en contacto con lo humano. Y el otro tema fundamental es cuestionar la posición ante la muerte. Elaborar esta realidad existencial permite al paciente, entre otras cosas, la relativización de sus propios procesos patológicos y aumentar la el contacto con la realidad y con lo vital, aunque parezca paradójico. Reconociendo lo limitado, fortuito y al mismo tiempo trascendente de nuestra existencia, modificando, así, las tendencias narcisistas.

       Durante el proceso con la vegetoterapia no tenemos ni siquiera que preocuparnos en facilitar esto porque las crisis van a llegar por si solas, por el propio proceso de vegetoterapia y el estado de conciencia ampliada va a producirse, y si lo sabemos ver y aprovechar, en ciertos momentos facilitaremos al paciente la toma de contacto con situaciones existenciales y trascendentes que son necesarias integrar en un proceso de cambio personal. Si bien esto siempre será diferente según cada Estructura de Carácter por las propias particularidades perceptivas de estas.

       Así:
       1. Con la Estructura Psicótica todo esto vive de una manera particular y específica porque esta estructura está ya en este estado alterado de conciencia y por tanto somos nosotros los que tenemos que introducirnos en ese estado de conciencia alterado. Como decía Bergson tenemos un filtro cortical que nos limita la posibilidad de entrar en dimensiones socio temporales totalmente desconocidas y que por lo tanto nos mantiene en unas coordenadas perceptivas muy concretas. Somos nosotros los que tenemos que ampliar esas coordenadas, tener la capacidad de ampliar ese estado de conciencia e introducirnos en el "lenguaje psicótico" haciendo un esfuerzo por acercarnos al discurso del psicótico. Este no es solamente palabra, casi lo de menos es la palabra. Tenemos que acompañar al psicótico en sus sensaciones cósmicas, a sabiendas de que la vivencia de todo esto en ese estado de conciencia puede ser de "Desintegración". El psicótico siente que se desintegra, que se fusiona con lo que vibra más allá de la piel, con la energía, pero al no tener referentes corticales en ese momento, esa sensación cósmica de fusión la vive asociada a dejar de existir y entra en el pánico, la escisión o la rigidez exacerbada como mecanismos compensatorios. Es por esto, que algunos discursos místicos directivos y manipuladores pueden tener un gran influjo para estas personas, pues encuentran el resorte de contención intelectual que les frena esta sensación de desintegración, y a partir de ahí todas sus sensaciones puras las vinculan al discurso de esa forma específica de mística. Reich describe esto claramente en "Éter, Dios y Diablo". Es por ello que es tan importante en el proceso terapéutico con esta estructura el empatizar con su discurso pero también traducirlo a un lenguaje cortical que el pueda entender y que en vez de enajenarlo lo afiance a su cuerpo, a u sentir y vincule lo cortical y lo emocional.

       2. En la E. Borderline sin embargo, las cosas son muy distintas. Las personas con esta estructura no viven el sentimiento de desintegración, pero sí pueden asociar algunos de estos procesos con una clara vivencia de muerte, que es distinto del concepto de fusión. El concepto de muerte es un concepto de desaparición, y según la copertura suele ir asociada a los momentos en que se dispara el núcleo que contiene dicha copertura. Así cuando hay un fuere narcisismo, se va muriendo lentamente para evitar sentir la muerte, paradójicamente, mientras que en las dinámicas más depresivas, se evita la sensación de desesperación, de vacío ante la no existencia del objeto primitivo, y por lo tanto si no hay "otro", no hay "yo". Si durante el proceso se acompaña adecuadamente en la superación de estos procesos y en la elaboración nuclear estas personas pueden recuperar su capacidad de contacto, y por tanto su sensación de existencia y de Vida.

       Si bien es cierto que, en muchas ocasiones, por la copertura caracterial, los que gobiernan el mundo de la mística son los borderline compulsivo-masoquista, núcleos psicóticos o núcleos psicóticos depresivos, que manipulan a los "pobres psicóticos" que se fían, ignoran, se abandonan y se crea una relación perversa muy afianzada

       3. La estructura de carácter neurótica al tener una coraza estructurada, su capacidad perceptiva es muy limitada y es muy difícil que pueda sentir más allá de su piel, a excepción de la E. Neurótica histérica que tiene una coraza muy lábil. Si bien también es cierto que durante el proceso de la vegetoterapia, al ir reduciendo capas de esa coraza, y no tener miedos arcaicos arraigados como en las estructuras anteriores, se puede llegar a tener sensaciones trascendentales en determinados momentos del proceso. Así como planteamientos existenciales y esenciales que surgen al encontrarse con las corrientes vegetativas y energéticas conforme se va desmembrando la coraza, y que no podemos dejar pasar. Son momentos para facilitar la autopercepción, y la reflexión sobre esos aspectos. Intentando hacer una descripción pedagógica, habrían tres momentos claves de emergencia de estos estados durante le proceso:

       a) Un primer momento que estaría vinculado al segmento ocular al inicio de la terapia. En el inicio de terapia con el trabajo ocular aparece un fenómeno que amplía la capacidad de visión, Se empieza a mirar, se deja de ver para pasar a poder mirar. Este cambio para muchas personas es un cambio cualitativo increíble porque en el fondo les hace sentir que su estado de conciencia que creíamos único, no lo es. Esto, en el fondo, permite entrar en otro estado anímico y perceptivo. Estado perceptivo que se va olvidando porque pasa a ser nuestro y creemos que estamos en la misma situación que antes, pero estamos en otra. lógicamente esto se va olvidando porque lo va integrando y lo que ocurre a lo largo de un proceso es que la gente no tiene porque notar evidentemente que cambia, pues al integrar sus cambios la autopercepción se adapta a los mismos. Pero realmente aunque nos sentimos los mismos no tenemos nada que ver, a nivel intrapsíquico, con lo que éramos hace 5 o 10 años, si hay un proceso de cambio y de crecimiento personal posterior.

       b) Hay otro momento importante, que se produce durante el trabajo con el segmento cervical, donde el derrumbe de las características narcisistas neurótica implica la pérdida de los mecanismos de contacto secundarios A partir de ahí la persona puede, entrar en contacto con su impulso explorador por la vida. Y para ello, para explorar, un buen explorador tiene que ir en silencio porque los peligros que acechan son infinitos, van a hacer perdernos o morir en el intento. Es por ello que entrar en contacto con la fuerza del silencio, de saber sentirse y encontrar respuestas en la profundidad de nuestro ser, más allá de los mecanismos intelectuales (narcisistas) es fundamental, por que es a través del silencio que se va dando el paso de esos contactos secundarios que están precisamente basados en el ruido y en la evitación del sentir para acceder a la potencialidad que nos da la capacidad de sentir en silencio. Tomando sentido funcional ciertos procesos de meditación, que tomarán más fuerza al final del análisis.

       c) La última fase sería el trabajo con el segmento pélvico, muy delicado y que puede facilitar el desarrollo de muchas potencialidades o puede dejar a la persona con muchísimos límites, porque sencillamente el final de la terapia es el" principio del todo". Y en el principio, uno puede quedarse muy al principio o puede ir avanzando hacia un final que no tiene término nunca. Entrar en lo que hay detrás del bloqueo de la pelvis es entrar en esta posibilidad de sentir la desintegración, nos acerca a la posibilidad de sentir lo que es eso de ir más allá de la piel y como decía Reich, a través de las sensaciones orgásticas entramos en la trascendencia, entramos a comprender lo que somos ni más ni menos es ENERGÍA. Energía que significa que no somos materia, energía que se ha construido, se ha estructurado y ha creado una forma y ahí entramos en contacto con todo el discurso espiritual y místico, sólo que vamos a entrar en contacto con ese discurso desde una capacidad de ver, de mirar las cosas y con una capacidad de silencio y de contacto que nos va a impedir necesariamente y sin grandes esfuerzos dejarnos llevar por la deformación espiritual del misticismo; nos va a introducir en otro camino y en ese camino hay muchísimos recursos y que duda cabe que ha habido muchas personas, muchos maestros que han sabido comunicar cosas muy importantes, muy fuertes, muy intensas y que casi nadie sabemos entender u oír, pero los mensajes están ahí y por lo tanto podemos ir acercándonos conforme nuestra percepción nos lo permita. Y esa percepción va aumentando a la par que aumenta la capacidad de pulsación plasmática bioenérgetica y como consecuencia nuestro campo energético o aura. La integración de funciones, objetivo básico de l a Vegetoterapia va a la par que la consecución de ese aumento de capacidad de carga y de esa mayor capacidad de expansión de nuestra aura, y por tanto los telerreceptores ven aumentada su capacidad de sentir e incluso el sexto sentido (con la glándula pineal como eje) puede empezar a abrirse si sabemos cultivar este estado con los medios adecuados. Para que todo esto se produzca tiene que realizarse una vegetoterapia que no sea mecanicista, que se basa en una fuerte sistemática (puesta a punto por F. Navarro) pero aplicada individualmente, e intentando captar todo el sentido de lo vivido por el paciente, más allá de a prioris técnicos, así como con una adecuada elaboración de la experiencia, de la interrelación paciente-terapeuta, y de una integración amplia.

       Personalmente cada vez más creo que los procesos de vegetoterapia pueden significar un camino iniciático, porque de la misma manera que, utilizando un lenguaje esotérico el discípulo me elige, yo puedo elegir al discípulo y a partir de ahí entrar en la senda del conocimiento. Por ello veo los procesos de vegetoterapia como una senda que puede acercar a la gente, al inicio del camino del Conocimiento de la vida y de lo vivo, siempre y cuando el terapeuta haya iniciado ya ese camino. Ahora bien, siempre sin perder de vista el marco clínico, porque el marco clínico de la vegetoterapia por sí mismo, ya nos va a dar la posibilidad, si sabemos hacerlo, de que cada persona se introduzca con su ritmo y por su senda, lo cual nos permite cada vez más unir la tierra con el cielo. Y sin el riesgo de la manipulación o de la confusión que se produce al creer que el camino personal es válido para todos. Un marco clínico coherente previene este riesgo pues sabemos que la máxima principal es la del respeto al ritmo y la identidad del paciente. El camino que ha emprendido cada orgonterapeuta es el propio, y servirá para poder captar la esencia de lo humano e integrar esta variable en el proceso del paciente pero nunca para pretender que el paciente siga su camino, pues esto sería inducción y por lo tanto un delito deontológico tan grave como, por ejemplo, el de tener relaciones sexuales con los-las pacientes.

       Por último tengamos muy en cuenta que mientras que la PBC trabaja con la sensación, porque es lo que da de sí la utilización de las herramientas que empleamos durante este proceso mientras que con la vegetoterapia recuperamos los procesos emocionales bloqueados. Si bien algunos procesos analíticos, verbales, pueden llegar a recuperar procesos sensitivos bloqueados, la emoción no la conocen los analistas y la emoción tal como la describe Reich es la base para acceder al mundo de lo espiritual, al mundo de lo vegetativo y por tanto de lo orgástico y energético.

       Sólo se puede sacar a alguien del infierno cuando el terapeuta se mantiene en ese puente tierra-cielo. Y este binomio Tierra-Cielo significa la adecuada elaboración de los tres puntos descritos en el proceso neurótico: Segmento ocular, cervical y pélvico.

 

 

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