LA  VEGETOTERAPIA  CARACTEROANALÍTICA
DE  LA  DEPRESIÓN

© Xavier Serrano

(Publicado en la Rev. Energía, Carácter y Sociedad, Vol. 5, Nº 1 y 2)

 

 La O.M.S., a partir de unos estudios realizados en 1978, comunicaba que cerca del 10% de las consultas médicas generales no psiquiátricas, son debidas siempre a una problemática depresiva. Teniendo en cuenta, como dice también el informe de la O.M.S. que el 98% de los casos en los que se supone que hay una vinculación a la problemática depresiva no llega a la consulta, esta es una cifra suficientemente significativa para que la depresión sea un tema de interés a nivel médico general, y no solo ya psiquiátrico o psicopatológico. (M. García, 1986).

 Para profundizar en el tema dividiré esta disertación en tres puntos principales, a saber:

 A) Definición de la Depresión.
 B) Funcionalidad de los estados depresivos.
 C) Perspectivas terapéuticas de la vegetoterapia en los estados depresivos.
 

A) LA DEPRESIÓN. DEFINICIÓN

 ¿Qué es la depresión? He tomado como referencia inicial dos autores junto a W. Reich.

 El primero de ellos, Widlocher, por su actualización en Francia y aquí en España, al publicarse hace poco su libro «Las lógicas de la depresión» (1986). El autor, Psicoanalista Psiquiatra de la Universidad de París, plantea el libro bajo la perspectiva de la investigación de la depresión desde el punto de vista de «Síndrome»: «El Síndrome depresivo se caracteriza por dos elementos fundamentales: Tristeza y lentitud psicomotriz, uno tiene que ir ligado automáticamente al otro». Los síntomas concretos que englobaría, –en cuanto que Síndrome es la clasificación genérica de un montón de síntomas–, serían la apatía, el aburrimiento, la melancolía, la nostalgia del pasado, la negación del presente, el pesimismo en el futuro, la lentitud en los movimientos, pobreza en los gestos, poca comunicación y respuestas breves, y acompañado todo esto de trastornos del sueño, trastornos de la alimentación, tipo anorexia, bulimia, trastornos neurovegetativos y manifestaciones físicas de angustia». (Widlocher, 1986).

 La clasificación de este autor hablando del Síndrome Depresivo engloba toda una serie de síntomas que se dan también en otros Síndromes, pero insistiendo en la particularidad de la existencia de dos elementos comunes para que se dé la Depresión, «la tristeza y la lentitud psicomotriz».

 El segundo autor es A. Lowen, terapeuta que creó el «análisis bioenergético» y autor del libro «La Depresión y el Cuerpo» (1982) que aporta el punto de vista mantenido en las terapias corporales, (en la cual no nos incluimos, aunque parezca paradójico) hablando de la depresión como del estado de inmovilización personal y de pérdida de energía, perdiendo la fe en uno mismo, el sentirse impotente y cerrado emotivamente. Existiendo siempre como base histórica la pérdida del amor de la madre. (Lowen. 1982).

 W. Reich, en sus textos hace referencias muy breves a la Depresión, pero utiliza otros términos sinónimos de ésta en cuanto que la terminología «depresión» en psiquiatría, también ha sido utilizada más actualmente al adjudicar a este término toda una serie de síntomas. Interpretando a Reich, entendería la Depresión como un estado personal consecuencia de la suma de varios factores entre los que estaría la falta de motilidad vegetativa, bloqueo emocional, –esto se corresponde un poco con la idea de Lowen (Lowen estudió un tiempo con Reich)– pero que responde a lógicas funcionales diversas dependiendo de la estructura de carácter del sujeto. En este último punto estaría la diferencia con Lowen, con Widlocher y en general con la visión de la psicopatología. Concretamente, en base a la estructura de carácter que tiene el sujeto, el estado depresivo va a tener una lógica funcional diferente, una etiología diferente y unas características de actuación distintas y es esta hipótesis la que voy a desarrollar a continuación.

 Fundamentalmente, en los textos de Reich se puede observar una diferencia básica entre la depresión en las estructuras de carácter y depresión biopática. Esta última en cuanto a concepto que Reich (1948a) define como resignación caracterial no visible a simple vista, es decir, una situación de resignación de base existencial que no tiene porqué manifestarse hacia el exterior. Puede tratarse de personas hiperactivas, Optimistas aparentemente, pero con una base «resignada depresiva». Reich expuso este concepto en su libro «La Biopatía del Cáncer» (1948). En él se expone cómo la resignación es una de las claves para entender el desarrollo de las biopatías.

 Esta introducción me sirve como punto de referencia para aclarar ciertos conceptos que son importantes para sentar una definición de la depresión. Empecemos por el término «tristeza». La tristeza no tiene porqué ser sinónimo de depresión, la tristeza es una emoción. Un emoción que puede producirse por factores actuales, y por lo tanto una emoción real. Utilizo el término real refiriéndome a la respuesta que tiene una lógica actual y por tanto es una respuesta sana. Sana, dentro de una lógica funcional Reichiana, es decir, una respuesta natural del organismo ante unos estímulos del medio nocivos o negativos. Así, por ejemplo, una imposibilidad de comunicación satisfactoria, un momento de soledad, una situación de decepción con respecto a una persona, con respecto a un grupo de un equipo de trabajo, con respecto a un compañero/a, problemas laborales, etc., pueden perfectamente generar un estado de tristeza, visto como elemento emotivo. Emoción en el sentido de expresión de una dolencia. La emoción siempre va ligada al movimiento, y el sujeto puede estar triste, pero a fin de cuentas hay una vitalidad, hay un movimiento, porque esa persona, si se dejara llevar por el sentimiento aparecería el llanto al momento aflictivo.

 Los fenomenólogos alemanes analizan la depresión vinculada a este estado de tristeza, algo, por otra parte, para ellos normal en esta sociedad. Todos tendríamos, pues, un cierto grado de depresión (tristeza) (Carballo, 84). Yo veo una gran diferencia entre ambos conceptos, como intento demostrar, y si bien la tristeza debe darse en muchos momentos de nuestra vida cotidiana en relación a las carencias del medio que nos rodea, el estado depresivo supone ya, una alteración yoica importante, no natural 1.

 Otro concepto importante es el «duelo», término, sobre el que en 1915 Freud escribió un artículo denominado «Duelo y Melancolía»2En este artículo Freud definió el duelo como el proceso de desenvestimiento libidinal del objeto amoroso; es decir el tiempo que el sujeto tarda en desvestir al objeto de la carga libidinal, de la situación comunicativa afectiva amorosa que desarrolló con él, ante la pérdida de éste. (Freud, 1915). Podríamos definir el duelo actualmente, siguiendo esta perspectiva, como el estado psicofísico también real, que se puede dar ante una situación actual, como consecuencia de la pérdida del ser amado o de una situación vital. El tiempo de duelo es un tiempo que hay que vivir, consecuencia real de algo valioso que ha desaparecido, y responde a una lógica natural. El no ser vivido está reflejando una sintomatología.

 Otro concepto que hay que distinguir de la Depresión sería el estado de «abatimiento y fatiga». Este puede producirse por mil motivos: una situación de estrés excesivo, por factores de mediación, por preocupaciones económicas, por un exceso de trabajo, etc., que pueden crear aparentemente un estado depresivo, que no es tal, sino que es simplemente una consecuencia, basada en una situación de confusión, de obnubilación, de malestar, fruto de una situación de estrés que a fin de cuentas también conlleva una transformación bioquímica que puede generar elementos similares a las transformaciones que se observan en estados depresivos, pero siendo dinámicamente diferente. Todos estos conceptos pueden responder a elementos actuales, mientras que el estado depresivo, si bien va a estar siempre influido por el momento actual –no podemos olvidar que Reich insiste siempre en que las circunstancias económicas, amorosas sexuales que vive el sujeto nunca hay que olvidarlas– y puede jugar un papel más o menos importante dependiendo del tipo de estado depresivo, siempre va a existir un componente histórico dentro de la dinámica etiológica de dicho estado, en cuanto que la depresión es, o bien una respuesta de un carácter estructurado en base a una reacción debida a una insatisfacción oral o una inaccesibilidad edípica como veremos después, o bien la consecuencia de un proceso de falta de estructuración caracterial por una carencia de base, por una falta de objeto sexual primitivo en el sentido Reichiano del término.

Por lo tanto, parto de la visión de que el estado depresivo no es un Síndrome, en cuanto que tenga una independencia etiológica una nosología propia y una serie de síntomas clasificativos específicos como afirma Widlocher; ni es algo adialéctico que tenga que estar siempre históricamente condicionado por la carencia o insatisfacción materna, como afirman autores como Lowen, Abraham (1924) que centra la génesis (Carballo, 1984) que confirma la tesis de Bowly de que la depresión es consecuencia de la pérdida del objeto amado (madre o padre según la edad) pero sin valorar el desarrollo posterior y la situación actual del paciente.

 Esto significa que, desligando del concepto de depresión los términos ya aclarados, determinados estados depresivos similares pueden esconder una lógica funcional muy diferente en sujetos distintos con una estructura de carácter defensiva diferente, como veremos a continuación y tal como nos muestran incipientemente autores como Reich, Baker, Navarro y como mi propia experiencia clínica dentro de la vegetoterapia me ha confirmado.

 

B) FUNCIONALIDAD DE LOS ESTADOS DEPRESIVOS

 Voy a distinguir concretamente tres estados fundamentales. Por una parte tendremos:

 1) El estado depresivo neurótico. Partiendo del concepto de Reich, (1930), la neurosis caracterial, la estructuración de los elementos defensivos que han servido al sujeto a lo largo de su proceso histórico para desarrollar una conducta que le permite ir haciendo frente a un medio no satisfactorio. Viendo, por tanto, el carácter como totalidad y como totalidad defensiva. Hablaríamos del estado depresivo neurótico, como de un estado de tipo reactivo visible. Es decir, los síntomas depresivos en este caso se observan, pero precisamente por la observación de los mismos podemos concluir que es un estado a-emocional, donde no hay una expresión vital, no hay una emoción determinante, no hay tristeza ni rabia reales. Y sí una falta de motilidad vegetativa, como decía Reich y fundamentalmente, una sensación de vacío.

 Se observa como es un estado en el que no hay una emoción específica, sino una sensación de –como me decía un paciente: «estoy muerto»– no sentir nada, de funcionar pero sin ningún tipo de vinculación con el deseo y por tanto con una sensación de nulidad. ¿A qué se debe ese estado?; fundamentalmente a una fuerte tensión muscular, fundamentalmente en la zona diafragmática, que impide, por una parte, el que la pulsación energética del biosistema –la pulsación celular, que Reich (1948-a) ya definió históricamente y por tanto no vamos a entrar en ello– no llegue a la piel, sino que se mantiene en la musculatura, con lo cual la posibilidad de percepción, de sentir el cuerpo, de sentir el deseo es mucho menor 3prácticamente se podría hablar de la sensación de estar muerto, de no sentir nada. Debido por tanto a esta disminución de la pulsación se observa que existe un campo energético reducido pero con una fuerte carga energética superficial a nivel muscular. Una estructura neurótica tiene un funcionamiento pulsatil, pero al no permitirse la posibilidad de sentir por un proceso reactivo, –es decir, porque hay una circunstancia específica en la vida de ese sujeto o un elemento actual específico que le ha hecho revivir un conflicto histórico infantil– el sujeto se bloquea muscularmente y la tensión muscular disminuye el nivel perceptivo y por tanto disminuye su capacidad de sentir, creándose una sensación de nulidad existencial. Todo esto va acompañado de lo que nosotros definimos como pérdida de contacto, es decir, de la imposibilidad de conectar con el proceso interno emocional. Por tanto este estado depresivo cumple una función fundamental defensiva, ¿de qué se defiende el sujeto?

 Por citar algunos ejemplos, vemos que en el caso de la estructura neurótica de tipo masoquista (Reich, 1932) desarrolla perfectamente el papel de víctima sádica, aunque parezca paradójico. Dos autores, Kleins y Avis (Carballo, 1984) definieron este tipo de actuación como disforia histeroide. Para mí, mal definido, porque no es una cuestión histeroide sino básicamente masoquista, pues es la típica persona que está mal y que se encuentra deprimida cuando está con alguien. Su queja es: «estoy horrible, no sé lo qué me pasa», «no te quiero», «no quiero a nadie» y entonces automáticamente el otro se siente totalmente compungido y piensa que hay que hacer algo, desarrollando la seducción indirecta masoquista. Por eso hablo de víctima sádica, porque en el fondo es una actitud sádica, asumiendo un papel de víctima. Esta sería la función del estado depresivo en este caso.

 En el fálico narcisista, F. Navarro (1983) apunta que en esa estructura neurótica el estado depresivo viene favorecido por el bloqueo cervical, reactivo de la insatisfacción oral y el bloqueo diafragmático. Fundamentalmente, a nivel dinámico, sería la consecuencia de tener que superar a la madre, de tener que superar su autoridad y sentirse necesitado para ello de bloquear el cuello y el diafragma, en una postura fálica narcisista típica descrita por Reich, para no caer, para inhibir la emoción que se desarrolla en base a esta ambivalencia y la necesidad de superar la insatisfacción por medio de «levantar la cabeza», de adoptar una situación de superioridad con respecto a la figura materna. Como se puede observar el estado depresivo tiene una función diferente, en el caso del fálico narcisista. Se suele manifestar cuando vive un conflicto con el objeto amoroso actual y para no vivir esa reminiscencia de una situación infantil, para no actualizarla, aumenta su tensión en el cuello y en el diafragma, produciendo un estado que impide el umbral perceptivo necesario para poder conectar con la emoción conflictual.

 En el caso del carácter histérico el estado depresivo cumpliría otra función, condicionada por la tensión diafragma-pelvis que le impediría abandonarse al placer y al orgasmo por la culpabilidad incestuosa y por la imposibilidad de acceder al objeto edípico. Teniendo siempre en cuenta la insatisfacción oral de base de toda histeria que le hace buscar éste con más ansia; reactivamente y para no conectar con este conflicto se produciría el estado depresivo. «Se crea un conflicto entre la tendencia a satisfacer los deseos incestuosos infantiles inconscientes (seducción, erotización, apasionamiento, excitabilidad, dramatización...) y la tendencia opuesta a evitar su realización (rechazo del coito, asco del órgano sexual opuesto, idealización antisexual del amor y de la pareja amorosa, manipulación controladora del otro y propensión a abandonarle si responde sexualmente, etc.» (S. Mascarell, 1980).

 También vendrá facilitada por una crisis amorosa sexual; por una frustración ligada fundamentalmente al objeto sexual; por una constante imposibilidad de desarrollar la seducción hacia el hombre, etc., que activaría esta situación histórica, fundamentalmente de tipo incestuoso. Estaría de acuerdo con L. Guzmán (1980) al afirmar: «La depresión en estos casos es astutamente exhibida a la mirada del objeto... y se acompaña de una gran necesidad de dormir».

 Por tanto, podemos decir que los estados depresivos neuróticos son agudizados siempre por elementos actuales que al debilitar el funcionamiento neurótico «homeostático» caracterial (el mecanismo que regula el funcionamiento normal del neurótico) general, la normalidad del neurótico se convierte en clínica del neurótico, precisamente, ya digo, influido por elementos actuales que pueden ser una situación de paro forzado sorpresivo, un desengaño amoroso, una situación de estrés excesiva, una situación postoperatoria, los cambios hormonales que se producen en la mujer en la menstruación, en la menopausia, etc.; pudiendo ir ligada a síntomas de angustia en algunos casos o no. Teniendo presente que en nuestra vida cotidiana «normalizada» vivimos situaciones maníacas y situaciones depresivas, ya digo, normalizadas.

Todo el mundo tenemos momentos de mayor excitación, de comernos el mundo y momentos más bien de vacío, de sensación de nada, de absurdo, que se manifiestan por ejemplo con las típicas neurosis del domingo ya descritas por Ferenczi (1919). Así, hay gente que los domingos se siente fatal. Es el día que dejan su actividad, su rol y se sienten mal, y para los que las vacaciones son terribles. También se denota esto en la necesidad de tomar estimulantes constantemente como puede ser el tabaco, el café, el alcohol, debido a una mayor necesidad de absorción de un extra energético que el cuerpo neurótico normalizado necesita, en un sistema social como este, en el cual mantenemos una situación de tensión muscular, –la coraza, que Reich define como coraza muscular– y que para mantener esa tensión, ese estado de simpaticotonía, el cuerpo a su vez necesita un excedente energético, porque sino no podría mantenerse y se crearía una situación de Shock. Así es como aparecen los vicios socialmente bien vistos, como son los diversos estimulantes utilizados, repito, para no caer en ese estado depresivo. Otro factor a tener en cuenta es que con la edad disminuye la posibilidad de desarrollar una estimulación con elementos viciados, y la pulsación del organismo se va debilitando con lo que el sistema defensivo va decayendo, siendo más propenso a los estados depresivos.

 Pero esta misma apariencia depresiva puede darse dentro de una lógica, totalmente diferente:

2) cuando el sujeto tiene una estructura psicótica, normalizada o en situación clínica según el caso, con un yo débil sin estructuración suficiente, con un nivel de pulsación bioenergética muy débil y una hipoorgonía (un nivel de energía nuclear bajo) como consecuencia de un bloqueo primitivo diafragmático ya a nivel intrauterino (G. Ferri, 1986), y un bloqueo principal ocular. Estos bloqueos imposibilitan en su momento, la nutrición básica primitiva, lo que denomino oralidad primitiva intrauterina, que marco una impronta ya de carencia y de falta de vitalidad y por lo tanto de depresión que podemos definir como crónica, aunque más o menos normalizada de acuerdo a los puntos de identificación referencial que el sujeto pudo desarrollar para mantener una normalidad que lo adapta al medio (Kernberg, 79). Sería lo que más se acercaría a una depresión endógena (aunque en esta etiqueta cabe todo), aunque puedan haber episodios temporales, de tipo maníaco incluso de tipo paranoico, o hebefrénico, fruto de momentos en los que la irritación cerebral producida por este bloqueo ocular descompensa la dinámica bioquímica neuronal y crea estados que podríamos denominar ya clínicos, descritos por la psicopatología. También se acercaría al concepto de depresión anaclítica de Spitz, (1965) en cuanto que ya en su día fueron niños depresivos, niños que no jugaban y que incluso vivieron momentos de abandono primitivo importantes. Que Spitz describe en su forma externa clínica como marasmos infantiles, creciendo en un útero frío y con un nacimiento y primeros días de vida sin contacto ni calor con el objeto primario materno. No sólo ya con el pecho sino con la transmisión energética del mismo que le permitiera una mínima estructuración del primer segmento. De las funciones de maduración de éste y las funciones de integración hipotalámicas, con las consiguientes alteraciones bioquímicas que fueron estudiadas por Welch y Welch (Carballo, 84) los cuales observaron que la tasa de Serotonina, Dopamina y Norepinefrina, es mayor en animales criados en aislamiento que en los animales criados con la madre. Esto puede trasladarse aumentado y potenciado al animal humano, pues es el que más necesita del contacto epidérmico en los primeros meses de vida, porque como dice Portman sigue siendo feto hasta el décimo mes aproximadamente. Estas experiencias demostraron cómo en los animales criados en aislamiento aumentaba el desequilibrio en las transmisiones sinápticas, claves en el desarrollo de depresiones posteriores, con alteraciones bioquímicas que nadie discute. Lo que se pone en cuestión es, ¿por qué se producen esas alteraciones bioquímicas?

 Lo importante con respecto a la etiología en este caso va a ser, anotar, que la base depresiva hipo-anorgonótica se crea antes de que exista incluso una relación objetal diferenciada. La relación objetal se define como la relación vincular entre el niño (incluso ya el organismo intrauterino, bajo la perspectiva Reichiana) y el objeto de amor, el objeto que puede satisfacer las necesidades vitales de ese organismo. La relación objetal diferenciada (Spitz, 1965) empieza a desarrollarse a partir aproximadamente del tercer mes de vida. En este caso la relación carencial se produce incluso antes de existir esta posibilidad de diferenciación objetal con lo cual la llamada ambivalencia oral descrita ya por Abraham (1914) y típica desde el punto de vista de las situaciones depresivas melancólicas, no se produciría porque la situación de carencia se produce a nivel bioenergético previa a la diferenciación objetal. Es un estado de base hipoorgonótica y por lo tanto se está hablando de una situación depresiva a nivel energético, incluso con una imposibilidad de sentirse como integridad y de desarrollar un esquema corporal real. Este estado se puede «normalizar» con modelos de identificación externos en base a la relación que se lleva posteriormente con la madre, con el padre, con los padres adoptivos, la figura adoptiva, etc., como respuesta mimética adaptativa, pero la actitud depresiva subsiste y junta a ella la impronta de resignación carencial descrita por Reich (1948).

 Así, en este caso no existiría la ambivalencia oral, pero sí una fuerte destructividad general inhibida, no por una tensión muscular sino porque no hay suficiente capacidad energética para desarrollar la expresión de esa destructividad, a no ser en momentos puntuales donde el sujeto, fruto de una irritación cerebral excesiva, consecuencia del bloqueo ocular (tensión occipital basilar), se producen situaciones maníacas, paranoicas, etc., con la consiguiente depresión posterior. El extremo psicopatológico de esta visión del estado depresivo del psicótico sería el estupor catatónico.

 Quizás el estado depresivo más polémico y particular, acabando este segundo punto en que he descrito el estado depresivo en la neurosis y el estado depresivo en la psicosis, es el que se produce en una estructura Borderline 4carácter fronterizo, concretamente en el caso de una copertura neurótica fálico-narcisista con un núcleo psicótico, donde existiría la ambivalencia oral y una defensa narcisista, la depresión. Son personas que han vivido una mínima satisfacción oral, pero han tenido una relación objetal, mientras que como decíamos en el caso de los psicóticos el problema comenzó antes de que se diera una relación de objeto. Habiendo existido destete prematuro y, o, elementos particulares con respecto a su relación con el pecho-biberón. Con lo cual su base carencial es fuerte, pero en su evolución posterior han existido buenos modelos de identificación y han podido seguir un proceso de adaptación en base a una relación objetal posterior que le ha permitido acceder a una identidad-identificación materno-paterna, que en el caso de la copertura fálico-narcisista va a estar mantenido por los bloqueos oculo-cervical-diafragmático, que van a ocasionar una imposibilidad de sentirse, de conocer y –en términos de F. Navarro (1985)– de «ver» su propia depresión. Pero al haber una base carencial importante, hay una base depresiva. Esto es paradójico, pues esta persona no se queja de nada, es activa, dinámica, desarrolla mil actividades y mantiene una apariencia constante de jovialidad, alegría, etc. Pues bien, la experiencia clínica demuestra cómo con la Vegetoterapia personas con esta estructura, durante el proceso terapéutico ha surgido la crisis depresiva cuando se ha desmontado toda esta estructura defensiva. Pero también se observa que si bien no es visible la sintomatología del estado depresivo, sí lo es en situaciones extremas la aparición de síntomas psicosomáticos. Carballo (1984) le da el nombre de depresión premonitoria a este tipo de casos, y la escuela psicosomática francesa de P. Marti el de «personas con pensamiento operatorio» Como estos autores observan, estas personas con leves síntomas depresivos, llegan a la consulta y a los 4 ó 5 meses de tratamiento aparece una situación aguda de carácter «orgánico», como una úlcera de duodeno con perforación, lesión hemorrágica cerebral, infarto de miocardio, neoplasia de estómago, arteriosclerosis cerebral, o incluso una metástasis de cáncer. Estos estudios que confirman los de nuestra Escuela y mi propia práctica profesional en la que me he encontrado con casos con estas características, donde a partir de la aparición de la agudización de la crisis orgánica han surgido situaciones depresivas, que no son consecuencia directa de su dolencia orgánica. Estos estudios de Carvallo y P. Marti coinciden con la descripción que hace F. Navarro (1984) de este tipo de personas, las cuales tendrían una incapacidad de verbalizar, que no es sinónimo de hablar. Verbalizar supone la posibilidad de conectar la palabra con la emoción en la expresión verbal. Marti, a esta imposibilidad la define como «desorganización progresiva patológica cuyo antecedente es la depresión esencial».

 La copertura fálica les permite una apariencia de hiperactividad, de optimismo, de capacidad organizativa. Suelen ser ejecutivos, médicos, representantes, etc., que esconden un fondo depresivo que no pueden permitirse vivir, pues les haría conectar con su debilidad dependiente y con su ambivalencia oral, descrita por Abraham (1924), cayendo en un estado depresivo psicótico, sin posibilidad de movimiento, ya que la imposibilidad de acceder al objeto materno en un momento de falta de estructuración Yoica, deja una herida carencial con el consiguiente quantum de angustia y rabia biológica que a su vez necesita ahogar el bebé en cuanto sigue necesitando al objeto frustrante. Pero si bien el proceso vendría determinado por esta defensa, esta pérdida de contacto con la base depresiva yo no la defino como una estructura depresiva, en cuanto que hablar de estructura depresiva sería colocar la depresión como causa que provoca la pérdida de la función del orgasmo en la fase oral y por tanto el desequilibrio vegetativo; cuando en realidad es una consecuencia de la impotencia y de la imposibilidad de vivir la rabia oral por la ambivalencia objetal que impide la función del orgasmo oral y a partir de lo cual se crea una base represiva anorgonótica.

 A diferencia del psicótico, el objeto amoroso en la estructura Borderline, ha existido, pero muchas veces en estos casos –y esto es muy importante a nivel profiláctico– sin calor humano y con un comportamiento obsesivo por parte de la madre. El caso típico es el de las personas que afirman que su madre les dio muchos años el pecho. ¿Cómo podemos hablar, en una persona que ha recibido 2 ó 3 años el pecho de una base depresiva? Recordemos que Reich (1948-1951) hablaba del pecho «Sexual», del contacto oral energético o del pecho asexuado, desenergetizado. Posteriormente, Tallaferro (1976) describe experiencias de cómo hay muchos niños que rechazan el pecho de la madre, pero sin embargo toman la leche de ese pecho en cuchara. Beben la leche, pero sin embargo le acercan al pecho y lo rechazan. Ese sería el caso más extremo. Hay otros casos donde no se rechaza el pecho, pero en cuanto a los tres o cinco meses le dan un biberón, le dan comida, automáticamente, sin ningún problema abandona el pecho. Porque el pecho, energéticamente, a nivel sexual, no satisface sus necesidades. No hay un contacto energético-sexual, siendo una relación puramente nutritiva que al facilitarle el acceso a la comida ven ampliada esta función y abandonan el pecho de forma aparentemente «natural» y sin traumas. Pero lo cierto es que, en estos casos, la función del orgasmo oral no se desarrolla y el biosistema del bebé va viendo limitado su proceso de maduración al tener una base de ansia producida por la insatisfacción sexual oral que va a tener como primeras consecuencias un desajuste en el proceso de integración de funciones y en su capacidad de autorregulación, favoreciendo el desarrollo de la coraza caracteromuscular.

 Por esto en el campo de la profilaxis hacemos hincapié en que una buena lactancia no se produce solamente por dar el pecho, sino porque la madre tenga una capacidad de vivenciar su relación con el lactante con amor, es decir, con sexualidad, y como consecuencia de ello unos pechos orgonóticamente cargados, capaces de producir un potencial energético al contactar con la boca cargada del lactante, desarrollando así la relación sexual oral. Si, por el contrario la lactancia se realiza mecánicamente, sin emoción, en muchas ocasiones, es mejor remedio sustituirlo por el biberón, siempre que éste se dé con dulzura y contacto epidérmico (Baker, 1969).

 Siguiendo con el tema, el sujeto con una estructura borderline se caracteriza porque en la fase oral primaria o de desarrollo crítico biofísico (Reich, 1949) ha mantenido un contacto con el objeto oral (madre o sustituta), pero sin que se haya dado una relación total, tal y como hemos descrito anteriormente. O bien, porque a pesar de darse una buena relación inicial se produjo un destete brusco y violento y muy temprano, o porque habiendo recibido una lactancia natural mucho tiempo (incluso 2 ó 3 años), ésta ha sido mecánica, fría y con un matiz claramente sobreprotector y posesivo por parte de la madre. En ambos casos la pérdida de contacto y la carencia oral real se ha producido. Por ello, si bien no hablo de estructura depresiva, sí que existirá en estos casos una base oral, aunque no de tipo psicótico. Pues la pérdida de contacto se produce en la fase oral primaria 5 y no en la primitiva 6 (intrauterina-nacimiento). Y va a ser la apariencia de salud y de bienestar continuado e inalterable a todos los niveles lo que va a resultar sintomático en estos casos. Ya que, como decía anteriormente dejar de esforzarse por «estar bien» supondría sentir la carencia oral y su estado depresivo de base.

 Esta defensa narcisista llega a impedir que, por ejemplo, el sujeto en una situación de duelo por la muerte de un ser próximo pueda expresar su tristeza, su llanto, siendo incapaz de un verdadero contacto emocional.

 Pero como ocurre con toda situación defensiva, si bien se mantiene en base a una lógica homeostática –en este caso impedir la vivencia de su miedo neonatal (F. Navarro, 1984) produce un deterioro funcional que se determina en las alteraciones somatopsicológicas (F. Navarro, X. Serrano) o biopatías secundarias (Navarro, 84).

 Estas «depresiones orgánicas» pueden surgir de forma aguda a partir de un fuerte conflicto que el sujeto haya vivido con su pareja (abandono, deseos de separación...) que reactiva el conflicto objetal oral y acelera el proceso degenerativo celular perdiendo al mismo tiempo fuerza la defensa narcisista, ya que el punto de apoyo actual se resquebraja. Casos extremos de este tipo se observan en ciertos cánceres de estómago y en procesos de ulceración.

 Para terminar con este punto, en el terreno caracterial hay que señalar la base de desconfianza y de destructividad que se esconde detrás de la copertura afable y comunicativa. Siendo en el fondo una comunicación superficial y que nunca implica en ella su propia intimidad.

 Con esta exposición he intentado reflejar mi tesis de cómo hablar de depresión en abstracto no tiene sentido. Así, etiquetas como depresión endógena, neurosis depresiva, depresión somática, son parcializaciones adialécticas basadas en la manifestación sintomática visible, es decir en lo que se observa, pero aislada de la realidad actual del sujeto y de sus condicionantes histórico-caracteriales, en base a cómo el sujeto ha vivido el desarrollo de la función del orgasmo. Es por esto que deberíamos hablar de estados depresivos en una estructura de carácter u otra, reflejo de una visión clínica funcional y dialéctica.

 

C) PERSPECTIVAS TERAPÉUTICAS DE LA VEGETOTERAPIA
RESPECTO A LOS ESTADOS DEPRESIVOS

 La Vegetoterapia, fundamentalmente, al posibilitar el desbloqueo muscular metodológicamente, pone al sujeto en situación de poder tener una respuesta emocional real, y sobre todo de contactar con el sentido de su estado depresivo, partiendo de que el estado depresivo siempre es una consecuencia sintomática. El pasaje a la acción de dicha situación conflictiva canalizada adecuadamente por medio de la metodología terapéutica, permite la disolución de este estado y de esta situación de estancamiento. El proceso es complejo y va a venir mediatizado por una serie de factores básicos en la Vegetoterapia. El espacio terapéutico, el análisis caracterial, el trabajo con la transferencia, el contacto corporal por medio del masaje Reichiano, el trabajo del sujeto por medio de los «actings» o ejercicios neuromusculares que el terapeuta le indica realizar y la interacción verbal-emocional de dicho trabajo muscular. En el caso de la depresión, el tener en cuenta el diagnóstico diferencial del estado depresivo va a permitir que el desarrollo de la terapia sea diferente en un caso u otro, así, por ejemplo, en el estado depresivo hipo-orgonótico ligado a la estructura psicótica, favorecer la vinculación entre el terapeuta y el sujeto, el contacto corporal, el trabajo con la respiración y el desbloqueo del primer segmento para cargar el núcleo del biosistema del psicótico y aumentar la pulsación, serán los elementos fundamentales. El psicótico irá teniendo cauces por medio de la Vegetoterapia para expresar su necesidad, su destructividad y su miedo y empezará a tomar cuerpo la expresión –y por tanto la vitalidad– como medio para desarrollar la estructuración del «yo».

 En el estado depresivo de la estructura neurótica nos centraremos más en analizar el transfert negativo puesto que a diferencia del psicótico aquí ya hay una transferencia inicial de tipo negativo latente. Exigiendo una alianza terapéutica que permita el trabajo activo para poder desmontar la negación depresiva que facilite la vinculación objetal emocional y la aparición de la rabia y del deseo reprimido de tipo incestuoso, al conectar el análisis de las resistencias con el desbloqueo de los distintos segmentos con una dinámica céfalo-caudal.

 En la estructura Borderline con copertura fálico-narcisista emplearé desde el principio el análisis de la defensa narcisista que le impide dudar de sí mismo, dudar de la posibilidad de que lo que él piensa o hace está mal. La competitividad con el terapeuta será constante y analizable continuamente. Será a partir de esto, junto con el trabajo muscular centrado en los dos primeros segmentos, ojos y boca, como el sujeto entrará en crisis y conectará con su fondo depresivo carencial, fruto de esa ambivalencia oral, o abandonará la terapia en unas pocas sesiones como medida reactiva-defensiva, pues como dice F. Navarro (1984 b): «El tono emotivo de tales sujetos es la depresión, existiendo una fuerte resistencia a la terapia, porque en el momento que el sujeto borderline renuncia a las necesidades primarias está prácticamente muerto y quien está muerto no tiene necesidades... Existe una fuerte actitud de desafío narcisista, idealización y envidia».

 En ocasiones, cuando el estado es muy agudo, podemos combinar la Vegetoterapia con fármacos antidepresivos, aunque de manera muy puntual y preferiblemente aconsejo la acupuntura, homeopatía y la biotonía, pero con una coordinación basada en una visión funcional común para poner a disposición del paciente la técnica, no como forma de paliar el síntoma, sino como medidas globales que faciliten la transformación de la lógica defensiva que mantiene los estados depresivos. Con la toma de contacto con la situación emocional y conflictual de la que se está defendiendo por medio del estado depresivo y la expresión emocional de dicho conflicto con la consiguiente integración verbal, mediatizada por la relación transferencial terapéutica, dentro de un proceso temporal respetando el ritmo de cada persona, se podrá ver facultada la mayor capacidad de placer del sujeto con la recuperación progresiva de la llamada función del orgasmo, existiendo la cual no hay posibilidad de depresión. Porque hay expansión energética, hay mejor circulación energética pulsatil y por lo tanto hay mayor vitalidad. Pero sí que habrán siempre momentos «reales» de tristeza, de abatimiento, de fatiga, de impotencia y amargura, pero no de depresión. Pues éstas son respuestas saludables ante el elemento social real 7Pero cuando estas situaciones emocionales llegan a un punto que inmovilizan la dinámica personal del sujeto e impiden así la actividad y la consecución del objeto sexual y desarrollo de las pulsiones sexuales, en ese momento significa que la agresividad se ha reducido, que estamos ante un bloqueo emocional y por lo tanto ante un estado depresivo.

 Widlocher hemos visto que dice que una de las características de la depresión, es la lentitud psicomotriz, en el sentido general del término; la imposibilidad de pasar a la acción. Esto puede deberse a una situación depresiva reactiva o a una crisis carencial, pero es diferente siempre a la posibilidad de sentir una situación de aflicción, de tristeza de duelo por motivos reales familiares, sociales... pero que no nos impide llevar adelante y desarrollar nuestra vida, nuestros objetivos, etc.

 Es precisamente en el trabajo con la Vegetoterapia como se observa directamente los distintos estados depresivos, a lo largo del trabajo terapéutico. Aunque una persona no venga con depresión, no venga con síntomas depresivos, a lo largo de la terapia el sujeto vive crisis depresivas.

 Así, en el trabajo con el segmento oral, el sujeto vive una situación depresiva precisamente para no contactar y vivir la ambivalencia oral en algunos casos, la carencia oral en otros y la rabia oral sin más, en el resto. En el trabajo con el segmento cervical aparecerá la llamada depresión narcisista en cuanto que el sujeto se viene abajo (como decía una paciente: «me he caído del caballo»). Cae de las alturas y baja automáticamente a tierra cuando el montaje de supermán, de super-mujer, superhombre, empieza a desmontarse porque, sencillamente, con el trabajo terapéutico conecta con su fondo de debilidad, con su fondo de necesidad y con su defensa narcisista propiamente dicha y como intento de evitación, la situación depresiva. Con el trabajo con el segmento diafragmático, la aparición de la compulsión de repetición y la defensa-resistencia de no abandonarse al placer –lo que Reich (1948) definió como angustia del placer y angustia del orgasmo– coloca al sujeto en una situación depresiva, que está ligada precisamente a dicha situación reactiva de tipo masoquista vinculada con el trabajo con el diafragma. La depresión que se produce en el trabajo que desarrollamos con la Vegetoterapia al llegar a la pelvis, el séptimo nivel, se debe a que el paciente no quiere contactar con la inaccesibilidad del objeto incestuoso, del objeto edípico, la imposibilidad del incesto y por lo tanto la limitación personal, la sensación de castración que se ha vivido en base a la relación objetal edípica y todo ello, todo ese conflicto mantiene al sujeto en una crisis importante de tipo depresivo durante un tiempo.

 Estados que pasan, en cuanto que el sujeto, con el trabajo de la Vegetoterapia sigue adelante desarrollando el conflicto, dejando aparecer la rabia y el deseo ambivalente que se produce respecto al objeto oral o edípico, fundamentalmente con la figura del terapeuta, hasta poner al sujeto en condiciones de crecimiento personal y autonomía yoica suficientes como para no tener una dependencia del objeto oral, o incestuoso, o para no tener una carencia de base que le permita vivir con el otro en un estado ya de igualdad y no de dependencia.

 Esto ocurrirá en la mayoría de los casos, siempre que se cree una alianza terapéutica, como ya hemos dicho antes, teniendo presente que a su vez, es normal que en el proceso terapéutico aparezcan momentos depresivos, situaciones de crisis que permiten el pasaje a la acción emocional necesaria para desarrollar el proceso personal de estructuración yoica del que hablamos, con la metodología de la vegetoterapia en colaboración con el orgonterapeuta adecuado.

 Esta posibilidad de conocimiento directo y controlado de las «crisis emocionales» –y concretamente de los estados depresivos– de los pacientes que se analizan con la Vegetoterapia y que no se ahogan ni se suavizan, nos permite conocer objetivamente y en profundidad los procesos de la salud y de la patología en el ámbito clínico. Experiencia directa de la que me he servido, junto a la enseñanza de mis maestros-terapeutas y referencias bibliográficas, para poder realizar esta conferencia.

 Valencia, mayo 1987

 

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
 

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NOTAS:

1 A este respecto estaría en oposición a la tesis de M. Klein de que la depresión es «normal» e incluso la estandariza al hablar de etapa depresiva en la evolución normal del ser humano.

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2 El sinónimo actual de Melancolía sería la Depresión.

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3 Para ampliar este concepto ver el artículo de Maite Pinuaga: «Estudio clínico de la percepción a partir del modelo del funcionalismo Orgonómico». Revista «Energía, carácter y sociedad». Vol. 4, nº 1 y 2 (1986).

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4 Para ampliar este concepto ver el artículo de Maite S. Pinuaga: «Estudio clínico de la percepción a partir del modelo del funcionamiento Orgonómico». Revista «Energía, carácter y sociedad». Vol. 4, nº 1 y 2 (1986)

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5 Miedo noeonatal, biopatías secundarias; según F. Navarro (1984)

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6 Miedo intrauterino, biopatías primarias; según F. Navarro (1984)

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7 No son innatas, sino consecuencia del sistema social alienante y destructivo actual.

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