APENDICE

LOS NIÑOS DEL FUTURO

Ejemplo del trabajo experimental en el proyecto de investigación

 

Dentro de esta labor de observación y seguimiento de bebés realizamos hace algunos años este trabajo experimental, que corroboró las hipótesis generales extraídas de la experiencia clínica con la Vegetoterapia y de la intervención con la Orgonterapia prenatal.

 

 

ELEMENTOS UTILIZADOS EN LA INVESTIGACION

 

a) Seguimiento de seis niños, con sus familias; desde el embarazo hasta la edad de 3 años. Teniendo en cuenta que sólo hemos utilizado estos casos (de entre todos los que están sujetos a un seguimiento periódico), por ser los que cumplen las variables que expondremos a continuación.

 

b) En las tres fases fundamentales del trabajo de profilaxis, véase: embarazo, parto y primeros días, desarrollo de la primera infancia, nos hemos servido de la experiencia que nos dio el trabajo directo con la familia y el niño (una vez nacido). Utilizando:

- La Orgonterapia prenatal.

- Asistencia Orgonómica al parto, o en algún caso, al menos, el desarrollo de un parto tipo Leboyer u Odent..

- Actuación profiláctica y/o terapéutica, o lo largo de la maduración infantil.

 

 

VARIABLES QUE CONFLUYEN EN LOS SEIS CASOS

Estas variables son las que han favorecido las conclusiones de este estudio:

 

* Se contaba en todos los casos, con criterios de aproximación a un considerable estado de salud -capacidad de contacto, buena relación afectivo-sexual de la pareja, deseo del hijo y una situación individual orgónicamente favorable-. En algunos de estos casos, había tenido lugar la vegetoterapia caracteroanalítica de la madre o de ambos .

 

* El uso del Or.Ac. (acumulador de energía orgónica). Habiéndose realizado un seguimiento semanal de sus efectos sobre el Organismo materno y cuyos resultados han apuntado en general a un aumento del bienestar y el optimismo y descenso de la fatiga, junto a un ligero aumento de la temperatura. Desaparición de anemia presentada por alguna de las embarazadas.

 

* Una vida saludable que excluía el estrés patológico, los tubos de neón, el sedentarismo y otras costumbres contaminantes. Favoreciendo la dieta sana y energética, el suficiente tiempo privado y la continuidad de vida sexual gratificante y todo aquello que recree el propio bienestar.

 

* El parto, sin traumas, generalmente en casa. Sin la utilización de medios farmacológicos o mecánicos, contando con la presencia activa del padre (y sólo en algún caso de la figura del terapeuta) ayudando a la madre a no perder el contacto consigo misma y con su bebé, a respirar de forma completa, a no caer en los mecanismos -frecuentes- de huida, dispersión, retracción y contracción, etc...

 

* Inmediata succión del seno. Por lo cual el recién nacido no ha debido experimentar sensación alguna de separación. El cambio de estado (de anfibio a epidérmico) no ha sido traumático, aunque sí estimulador de la piel y de los telerreceptores sensoriales.

 

* Buena incorporación del recién nacido al triángulo familiar. Existiendo una posición socio-laboral y afectiva (por parte de los padres) favorable para permitir satisfacer las demandas del nuevo hijo. Es decir: madre en casa y sin vuelta al trabajo antes de los seis meses del bebé. Padre presente y profundamente implicado en la relación. Posibilidad de canalización adecuada de los sentimientos desencadenados por la ansiedad, la fatiga, etc., que de otro modo se convertirían en momentos de rabia hacia el bebé. Ayuda física suficiente, de modo que la nueva madre pueda permitirse el descanso, porque, como sabemos, la necesidad energética y de contacto epidérmico del recién nacido no ha cambiado cuantitativamente por el hecho de ser parido (no hablaremos de nacimiento completo hasta el momento del inicio del caminar).

 

* La aceptación y el deseo, por parte de la madre, de amamantar a su hijo sin prisas, sin límites externos, sin horarios rígidos, de acuerdo a las necesidades del bebé, atendiendo a sus demandas. En general, la madre no ha sufrido problemas de falta de leche, grietas en los pezones, ni el bebé ha tenido desgana del seno. En uno de estos casos, ha tenido que ayudarse con uno-dos biberones diarios, a partir del 6º mes, pero sin interrumpir la lactancia materna.

 

* Una colaboración constante y continuada, entre los padres y el profesional responsable. Elaborando una praxis psicodinámica familiar post-natal y la propia observación corporal del bebé, así como de sus expresiones de llanto, grito, alegría, etc...

 

 

PRINCIPALES HECHOS OBSERVADOS EN EL DESARROLLO DEL ESTUDIO (atípicos, en su conjunto, en estudios conocidos):

 

- Mantenimiento del mutuo deseo y gratificación sexual durante el embarazo.

 

- Síntomas del "buen embarazo"(Serrano, 1994): sensación de contacto y de nuevo estado, sensación del calor interno en el vientre, aumento de la sensibilidad general, estado de alegría y optimismo.

 

- Ausencia de miedo o inseguridad relacionados con la función de la maternidad.

 

- Sentimiento de íntima relación energética entre los tres.

 

- En el parto, se observa dolor pero sin pérdida de contacto y con capacidad de expresión emocional (o sea abreacción neuromuscular). Una respiración completa y sin retención (propia del miedo al abandono).

 

- La salida uterina del neonato va acompañada de la apertura, inmediata, de los ojos y la boca, buscando el pezón de la madre. Por lo general, una pronta succión vigorosa y placentera (sustituyendo la relación umbilical por la relación boca-pezón). El sonido de su voz es potente y claro, sin llanto ni respiración contraída. Respira por la nariz a la vez que succiona el seno, ya antes de ser cortado el cordón umbilical. Sólo en un par de casos hubo de ser calmada la ansiedad de la madre, que impedía la erección del pezón y provocaba la frustración del bebé. Pero no pasaron más de 40 minutos antes de que éste estuviera mamando relajado y feliz.

 

- Estos recién nacidos no duermen tanto como los observados en condiciones normales, denotándose una mayor actividad exploratoria.

 

- Su color, ya desde la salida uterina, es rosado (sin mucha grasa materna).

 

- Su expresión facial es relajada y sin contracción.

 

- Funcionalidad óculo-oral y gran actividad visual desde los primeros días.

 

- Frecuente demanda del pecho materno. Su búsqueda de la satisfacción del contacto oral y epidérmico es, en las primeras semanas, continuo (sin posibilidad de horarios idénticos) y poco a poco, se va haciendo algo más distanciada, pero suele ser frecuente. Por lo cual ha sido necesario, por ejemplo, que el bebé permaneciera por la noche en la misma cama que la madre.

 

- Rechazo total del chupete. Si en algún caso se ha tolerado éste ha sido sólo como objeto de descargue de la tensión, propia de la aparición de los dientes.

 

- Implicación manual, muy temprana, en el conocimiento del mundo (primero del seno, de su cara y, paulatinamente, tendiendo a tocar la cara de la madre, meterle a éste el dedo en la boca al mamar, etc...) y de su propio cuerpo.

 

- No existencia de fase oral sádica. (Sí observada, en cambio, en lactantes tratados, que han tenido un destete temprano y/o situaciones de rigidez de horarios, ausencias temporales de la madre, o similares). Con la salida de los dientes, ciertamente surge el deseo de morder, pero no muerde nunca el pecho de la madre y sí objetos blandos que se le ofrecen. En estos momentos, contrariamente a otros casos, el bebé sigue manteniendo una relación, con el pecho y con la madre, amorosa y le sirve de sedación de la irritación de las encías.

 

- Se observa ausencia de la conocida angustia de la caída (descrita por Reich) y de temores tempranos o ansiedad.

 

- Se constata en general, una agresividad marcada, sus demandas son energéticas. La expresión de su frustración es persistente y grito fuerte, cesando completamente cuando consigue lo que necesitaba.

 

- No se han observado tensiones musculares profundas, si alguna vez se ha podido detectar cierta contractura leve ésta ha sido disuelta con suaves masajes y cosquillas, dando lugar al llanto fácil y la risa.

 

- Existencia de orgasmos orales (descritos por F. Baker) eventuales, en el período anterior a los 8-9 meses.

 

- No constatación, en ninguno de estos casos, de la angustia de los 8 meses (miedo al extraño -descrita por R. Spitz-). En cuanto que es, precisamente, sobre esta edad, que comienza a relacionarse más directamente con otras personas (aparte del padre y la madre) y a observar, acercarse o alejarse del extraño, según sean las sensaciones que éste le despierta al niño. Hay personas a las que el niño no tolera acercarse y otras que son buscadas y deseadas por éste/a de forma clara y abierta. Pero el miedo, el «esconderse», no han tenido lugar.

 

- Desde los 9-10 a los 24 meses, de una manera paulatina, se ha observado una disminución de la necesidad de contacto energético con la madre y un despegue progresivo de la dependencia natural del pecho. Acompañado éste, generalmente, del deseo -por parte de la madre- de aumentar su desenvolvimiento social.

 

- En el inicio del caminar el niño ha experimentado claro placer de "ser-solo-en-el-mundo", como nueva experiencia de independencia y a la vez saberse acogido cada vez que retorna.

 

- Su interés por el pecho va desapareciendo a la vez que aumenta su naciente placer genital. Es decir, la gratificación oral es suplantada por la masturbación ("ese gran descubrimiento" del propio cuerpo como fuente de placer). Esto tiene lugar a partir de los dos años y medio progresivamente.

 

- No se ha observado la necesidad de un objeto transicional (Winnicott, 1958).

 

- La aparición del lenguaje ha sido pronto y siempre unido a una capacidad de conceptualización. No se trata, pues, de un aprendizaje mecánico del lenguaje.

 

 

Estas son las conclusiones básicas obtenidas en relación al período de maduración de estos seis casos de control, hasta la edad de tres años aproximadamente, edad en que concluye la fase oral secundaria y que permitirá el proceso de estructuración definitiva del yo, a lo largo de la fase genital infantil.

 

Quede todavía mucho por investigar en este terreno, y para ello hay que realizar estudios científicos que de forma objetiva validen y confirmen la realidad clínica y educativa que observamos en nuestro trabajo y en nuestra función como padres. Y hay también un largo y curvo camino que recorrer con muchos cambios sociales que refuercen los cambios culturales y los hábitos cotidianos, antes de vislumbrar una sociedad autogestionaria, tolerante, madura, libre y donde la persona sienta realizado su proyecto, síntesis de su animalidad y de trascendencia. Será entonces cuando las palabras salud y autorregulación tengan un sentido funcional y real.

 

Y para recorrer este camino todos-as tenemos que participar, porque todos tenemos una parte de la cual responsabilizarnos. Vamos a asumirla con realismo y con el optimismo utópico que caracteriza el espíritu del revolucionario.

 

 

 

 

 

 

VALENCIA, Octubre de 1996.