Psicología y Espiritualidad

Xavier Serrano y Dokushô Villalba

 _______________________________________________________

Este texto es la transcripción de la mesa redonda con el mismo título que tuvo lugar en la sede en Valencia de la Escuela Española de Terapia Reichiana (Es.Te.R.) el día 1 de febrero de 1995, a cargo de Xavier Serrano Hortelano, orgonterapeuta director de la Es.Te.R y de Dokushô Villalba, maestro Zen, fundador de la Comunidad Budista Soto Zen española y director del Templo Zen Luz Serena. La moderación de la mesa estuvo a cargo de María Montero-Ríos, orgonterapeuta.

 _______________________________________________________

 

María Montero-Ríos comienza planteando la pregunta eje de la mesa: ¿Cómo se concibe 'lo energético' desde el Budismo Zen y la Orgonomía?

 

Dokushô Villalba toma la palabra:

Quiero dar las gracias a Xavier Serrano y a la Es.Te.R por facilitarnos y permitirnos este encuentro entre los profesionales de la psicoterapia y la gente que está trabajando en la psicoterapia y la gente que estamos trabajando en vías espirituales Siento que es un acercamiento muy necesario. Es importante encontrar un paradigma que aúne, que unifique ambas manifestaciones del ser humano en un paradigma unitario y global y el hecho de tener este espacio es algo muy importante para ello.

 

La energía, o lo energético, es la clave en este encuentro. Energía, materia, mente, cuerpo, conciencia, emociones, espíritu... ¿Qué es todo esto? ¿Podemos encontrar algún tipo de hilo que nos permita comprender todas estas manifestaciones de la vida humana dentro de un contexto amplio y global?

 

Quiero comenzar haciendo referencia al experimento en física cuántica de Paul Durac. Este físico francés fue uno de los padres de la física cuántica. Para realizar este experimento hizo primero el vacío en un espacio determinado. Después inyectó una cierta cantidad de energía y estudió el movimiento, la dinámica de esta energía.

 

Esta energía en principio invisible y amorfa, rápidamente se concentró en una partícula material subatómica y esta partícula subatómica rápidamente volvió a desintegrarse como corpúsculo y adquirió de nuevo la forma de energía, de onda. Este experimento fue muy importante para comprender la naturaleza del mundo material.

Nosotros aquí, por ejemplo, cuando vemos una mesa o cuando vemos un pilar lo vemos como algo finito, acabado, estable, continuo en el tiempo; y sin embargo, esto que nosotros llamamos 'materia inerte' esta pulsando también, está continuamente pulsando, está vivo, entendiendo como vida todo aquello que pulsa, que se mueve.

Los contituyentes subatómicos de cualquier forma material están continuamente pulsando, y esta pulsación tiene dos polos principales: por una parte transformación de la materia en energía; por otra: transformación de la energía en materia.

La pulsación, esta polaridad, descubierta por la física cuántica recientemente era algo conocido por experiencias, no de manera científica, por las antiguas tradiciones espirituales de Oriente, especialmente por el Taoísmo y también por el Budismo. En el Taoísmo se llama yin-yan, la pulsación fundamental; en el Budismo es la base misma de la sabiduría descubierta y enseñada por el Buda Shakyamuni. En el Sutra de la Gran Sabiduría (Maka Hannya Haramita Shingyo, en jap.) encontramos la siguiente frase:

Shiki soku ze ku.

Ku soku ze shiki.

El término KU designa la vacuidad, la naturaleza misma de todo el mundo manifestado. SHIKI designa los fenómenos, la realidad fenomenal, todo aquello que podemos percibir, ver, oler, medir, sentir. Esta frase es fndamental en el Budismo. Viene a decir que la vacuidad -ku- se convierte continuamente en fenómeno -shiki- y que los fenómenos se convierten continuamente en vacuidad; esto es exactamente idéntico al experimento de Paul Dira., De la vacuidad surge un movimiento, una energía que se manifiesta también en el mundo humano, una energía que llena el cosmos entero. Es la energia cósmica, la vitalidad cósmica. La vida humana es fruto de este energía cósmica.

En la vida humana esta energía se articula principalmente en cuatro niveles: corporal, emocional, mental y espiritual.

En el nivel corporal, la energía vital se vuelve tan densa que se materializa, se cosifica, se solidifica.

 

El nivel emocional expresa la capacidad que tiene la energía para moverse. Aquí nos encontramos la energía organizada como movimiento, como creatividad, es decir, en su funcion dinámica. Está bien recordar respecto a esto que el término 'emoción' está emparentado etimológicamente con el término 'movimiento'. Ambos proceden del latín 'motus'. Esto es fácilmente comprensible. Nos movemos impulsados por aquello que nos motiva, que nos emociona, ya sea por una motivación positiva de deseo, de amor, de apego, o por una emoción negativa de rechazo y de aversión.

El tercer nivel en el que la energía cósmica se organiza en la vida humana es el mental. La mente humana es la manifestación de la capacidad que tiene la energía de operar sobre sus propios procesos mediante la reflexión, la cognición intelectiva y la acción surgida de tal conocimiento..

Debido a nuestra capacidad reflexiva y cognitiva, los seres humanos tenemos la capacidad incluso de operar sobre muchos procesos energéticos, tanto humanos como no-humanos. Esto representa un nivel de organización energética superior, - mas complejo- por ejemplo, al que poseen los seres del reino mineral, vegetal y del resto del reino animal. Esta mente debe ser considerada, pues, como otro nivel de manifestación de la energía cósmica fundamental.

El último nivel es el espiritual, el nivel de la conciencia. Desde este punto de vista, podriamos definir la conciencia como 'la capacidad que tiene la energía de ser ella misma, de verse a ella misma, de ser consciente de ella misma, en definitiva de ser, es decir de alcanzar su máxima identidad.

En la vida humana, la energía cósmica va articulándose desde los niveles de organización más simples a los evolutivamente más complejos. Esto es, desde el primigenio óvulo fecundado hasta el estado de un Buda plenamente despierto. En este proceso evolutivo encontramos que la energía contenida en el óvulo fecundado va tomando, en primer lugar, la forma de cuerpo humano. En el próximo nivel de organización aparece la vida emocional. A continuación la vida mental y por último, la vida espiritual, o la aparición de una conciencia superior de ser.

En el Budismo se dice que la naturaleza esencial de nuestra vida es la conciencia. La vida es conciencia, surge de la conciencia y desemboca en la conciencia. El término 'conciencia' debe ser entendido aquí tanto como origen de la energía como la forma más elevada de energía, su último nivel de organización.

En el Budismo esta conciencia recibe también el nombre de Clara Luz, o Luz Original. Esta es nuestra auténtica naturaleza. Esto es lo que realmente somos.

Esta Clara Luz que somos aquí y ahora no es estática. Mas bien es pulsatil. Pulsa. Esta pulsación oscila entre dos polos: máxima densificación (movimiento hacia la materialización, energía trasformándose en materia) y máxima sutileza (materia transformándose en energía).

El instante de la concepción de una nueva vida humana puede ser así entendido como el momento en el que una cierta cantidad de energía alcanza su máximo nivel de densificación, de materialización. La energía acaba de convertirse en materia, la onda acaba de convertirse en corpúsculo.

En el momento de la concepción, una cierta cantidad de energía cósmica difusa se concentra en un corpúsculo muy pequeño, cuyo potencial es fuertísimo, con una densidad material enorme, tan enorme que a partir de él se van a desplegar todas las potencialidades de la vida humana (incluso la potencialidad de destruir el planeta).

A partir del óvulo fecundado, la energía contenida en él va a experimentar un proceso evolutivo en el que cada nuevo nivel de organización alcanzado será superior (mas complejo) que el anterior. Estos niveles son modalidades de ser. En cada uno de esos niveles, el ser se siente, se percibe a sí mismo de manera distinta. Estas distintas maneras de percibirse a sí mismo vienen dada por los distintos niveles de organización que la energía va adoptando en su proceso evolutivo.

Siguiendo la psicología evolutiva hablamos del ser perinatal (gestación, nacimiento); del ser físico-sensorial (aparición de la conciencia de ser un cuerpo separado del cuerpo de la madre); del ser emocional-libidinal; del ser mente representativa; del ser mente operacional; del ser mente reflexivo-formal; del ser mente lógico-existencial; del ser espiritual; del ser plenamente despierto a la conciencia de ser lo que realmente es, es decir, Clara Luz, Energía Pura.

Este proceso que va desde la concepción hasta la Clara Luz es un movimiento de reabsorción de la materia en Pura Energía.

El proceso que va desde la Clara Luz hasta la concepción es un movimiento de transformación de la Pura Energía en materia, de densificación, de materialización.

Creo que una vez aquí ya podemos vislumbrar los interesantes puntos de contacto que hay entre el descubrimiento de la pulsación vital de Reich, las teorías de la física cuántica y la enseñanza tradicional del Budismo Zen: la energía cósmica se manifiesta siempre en forma pulsatil. La vida humana, al ser una expresión de esta energía cósmica, también sigue este movimiento pulsatil. Para Reich, las patologías fisicas, emocionales y mentales (y todos los sufrimientos que ocasionan) responden a un disfuncionamiento (impedimento) de la pulsación energética que en un individuo humano sano se da de forma espontánea y natural.

Según yo lo entiendo, la tarea que Reich emprendió fué la de restablecer mediante su terapeútica esta capacidad pulsatil de la energía, a nivel corporal, emocional y mental.

Para los físicos cuánticos, la energía en forma de ondas está continuamente transformándose en energía en forma de corpúsculos, y los corpúsculos están continuamente transformándose en ondas. Esta es la pulsación básica del mundo subatómico, es decir, la pulsación básica de nuestra realidad.

Para el Budismo Zen, la vida está continuamente transformándose en muerte y la muerte en vida. La vacuidad se vuelve fenómeno, los fenómenos se vuelven vacuidad.

Según un viejo principio hermético: "Lo que es arriba es abajo. Lo que es abajo es arriba".

Combinando todo esto podriamos resumir diciendo: Desde el macrocosmos al microcosmos, la energía vital pulsa desde un máximo nivel de sutileza (máxima expansión de la energía) hasta un máximo nivel de densidad (máxima concentración de energía). Encontramos que este principio es válido en cada uno de los niveles de organización de la energía, desde las amebas, las partículas subatómicas, las galaxias, las estrellas, el cuerpo humano, las emociones humnas, la mente humana hasta el pleno despertar de la Conciencia. Favorecer la evolución es favorecer la pulsación de la energía en cualquiera de sus niveles de organización.

Desde el punto de vista del Budismo Zen, la energía cósmica pulsa o gira continuamente en la llamada Rueda de la Vida y de la Muerte o Rueda del samsara: desde la Clara Luz, o principio y fin de todo proceso energético, (máximo nivel de sutileza) a la concepción (máximo nivel de densidad); y desde la concepción hasta la posibilidad de reabsorción en la Clara Luz que sobreviene con la muerte.

Para el Budismo Zen, el tomar conciencia de que somos Clara Luz y el vivir y el morir de acuerdo a ello es la meta última de la vida humana. El objetivo de la práctica espiritual consiste así en desarrollar esta conciencia, en despertarse a ello. El Buda Shakyamuni enseñó que la existencia humana es sufrimiento cuando se vive en la ignorancia. Ignorancia significaría en este contexto la negación de la pulsación energética vida-muerte-vida-muerte, o energía-materia-energía-materia, o carga-descarga-carga-descarga. Al apegarnos a un estado momentáneo de la energía, los seres humanos tratamos de paralizar el proceso energético que por su propia naturaleza es dinámico y pulsátil. La enseñanza el Buda tiene como fin el ayudarnos a disolver el apego a nuestra existencia de seres individuales (corpúsculo) y despertarnos a nuestra verdadera realidad: somos un proceso energético o energía dinámica (onda). Somos ondas de energía que eventualmente adoptan la forma de cuerpo, emoción, mente y conciencia.

Tal y como yo lo siento, creo que la terapia reichiana también tiene como fin el desbloquear las tensiones mentales, emocionales y corporales a fin de que la energía vital pueda vibrar y pulsar naturalmente en el individuo.

Tanto Xavier como yo somos de la opinión, y nuestra experiencia en nuestros campos respectivos lo avalan, de que cuando la energía vital fluye naturalmente a nivel corporal, emocional y mental, espontáneamente tiene lugar en el individuo una apertura a lo espiritual, a lo trascendente, ya que se comprende vivencialente que somos mucho más que un cuerpo y una estructura emocional-mental.

Por ello creo que el despertar a la vida espiritual es el resultado último de cualquier proceso terapéutico integral y completo.

A la inversa, creo que no se puede desarrollar una vida espiritual completa e integral cuando la energía vital no pulsa óptimamente en los niveles básicos del ser como son el corporal, el emocional y el mental, de la misma manera que las aguas de un río no pueden desembocar espontáneamente en el océano cuando su curso ha sido interrumpido en algún punto de su recorrido.

Por ello siento que entre este enfoque psicoterapeútico y espiritual no hay contradicción, sino una profunda complementariedad. La psicoterapia se ocupa de desbloquear la pulsación de la energía vital en unos niveles del ser y las vías espirituales hacen lo mismo en otros niveles.

 

Para terminar, me gustaría resumir diciendo que todos los niveles del ser (corporal, emocional, mental y espiritual) son la manifestación de la misma energía cósmica, la cual se organiza en cada uno de estos niveles siguiendo una dinámica pulsatil concentración-expansión, simplicidad-complejidad, condensación-disolución, carga-descarga.

En el momento de la muerte, toda la energía concentrada-condensada en el individuo (corpúsculo) se expande - disuelve en el río de la energía cósmica (onda) que antecedió al nacimiento del individuo y sucederá a su muerte. A su vez, esta energía en forma de onda volverá a materializarse en un corpúsculo concreto en el momento de la concepción. Esta es la Rueda d la Vida y de la Muerte. Este es el flujo universal de la energía.

Todas las disciplinas humanas que favorezcan el conocimiento, la aceptación y la fluidez de esta realidad prestan una ayuda inestimable a los seres humanos. Siento que este es el caso de la terapia reichiana tal y como la enseña Xavier Serrano y del Budimo Zen tal y como lo estoy transmitiendo.

Ahora estaría bien que oyeramos el punto de vista de Xavier Serrano.

 

Xavier Serrano toma la palabra:

W.Reich desarrolla a partir de los años 40 un trabajo que se da a conocer con el nombre de orgonomia. La orgonomia, se centra en el estudio de la energía vital y su aplicación en las distintas parcelas de la vida. Reich definió a esta energía como orgon. Su trabajo de investigación,con su equipo, le lleva a lanzar unas hipótesis revolucionarias, y van elaborando una metodología para la aplicación de estos conocimientos pluridisciplinarios desde una óptica epistemológica. Es lo que Reich llamó funcionalismo orgonómico. Este es bastante desconocido, entre otras cosas porque gran parte de lo que corresponde a esta parcela de su saber, no está ni siquiera traducido a otros idiomas que no sea el inglés. Incluso en inglés, parte de él, está microfilmado.

Desde esta óptica, el funcionalismo orgonómico es desde donde yo voy a hablar. Qué nos dice el funcionalismo orgonómico: La vida humana se percibe como una vida muy especializada, con una estructuración muy especializada de la energía cósmica. Formamos parte de un todo. Reich, partiendo de sus trabajos clínicos, de laboratorio y de trabajo con la primera infancia se fue acercando a la idea y a la percepción de la pulsación biológica como el movimiento básico de la energía vital. Esta pulsación biológica es la que permite dentro de una dinámica con una función y unos objetivos específicos desarrollar la vida humana como cualquier otro tipo de vida. Un quantun energético se encierra en una membrana y a través de lo que Reich llamó proceso de superposición energética, desarrolla vida y en una materia concreta y unas funciones concretas. Ese proceso de estructuración energética especializado dará como consecuencia el animal humano. El animal humano tiene particularidades, la fundamental es la capacidad de amar. Esa capacidad de amar y de vivir la sexualidad amorosa está íntimamente vinculada al movimiento de pulsación biológico porque la capacidad de amar es lo que , instintivamente, nos aproxima a lo vivo y a aquello de lo que formamos parte todos.

En esta estructuración energética especializada hay unas funciones psíquicas, cognitivas, mentales y unas funciones somáticas corporales. Dentro de lo corporal entra lo emocional, el sistema nervioso vegetativo.

Es la armonización de dichas funciones, desde el punto de vista de Reich, lo que permite hablar o permitiría mejor, hablar de salud de equilibrio y de contacto. La capacidad de contacto no es ni más ni menos que la posibilidad de, manteniendo nuestra particularidad de animal humano que nos diferencia de otros seres vivos, estar en contacto con aquello que nos da vida, mantiene la vida y a lo que volvemos, que es el océano cósmico.

Esta síntesis armónica de funciones es algo a conseguir como objetivo de salud y como objetivo de vida. Sería la síntesis del cielo y la tierra, es decir el poder desarrollar las funciones específicas de un humano al mismo tiempo que las funciones específicas de lo vivo con una percepción de la realidad holística, percibiendo la realidad de una forma no disgregada, no parcializada. (Carácter genital).

En el fondo, esta dinámica nos permite, repito, desarrollar una visión global donde entran todaslas facetas de lo humano. Y cuando se habla de las facetas de lo humano no hablo de la palabra espiritual porque para mi la palabra espiritual está implícito en esa capacidad de contacto. Cuando existe contacto existe capacidad de sentir la vida, de sentir el océano energético y a eso nosotros lo identificamos con el término de espiritual.

 

La corriente energética libre nos permite la integración de funciones específicas, del animal humano y las funciones vitales de vida y energéticas en general.

Pero por desgracia nosotros estamos, como todo lo vivo, influidos por un ecosistema. Ese ecosistema condiciona la potencialidad de lo vivo. Si una planta no se riega se muere o si a un árbol no le damos el suficiente cuidado, como decía Reich, crece torcido. Concretamente el animal humano está bastante torcido desde hace miles de años. El animal humano se distingue por su capacidad no de amar sino de destruir su realidad cotidiana, su potencialidad.

Cuando la pulsación energética, los procesos instintivos, se ven limitados, se ven manipulados, se ven condicionados desde la vida intrauterina por dinámicas familiares , dinámicas sociales, culturales, que están lejos de lo que es el principio o los principios de la vida, se crea una estructuración energética alterada que tiende a separarse lo menos posible de su funcionalidad pero que necesariamente para adaptarse, tiene que compensarse, y esto significa siempre una cierta desestabilización, una cierta distorsión. Esa distorsión la mantiene lo que Reich describió como "coraza".

La coraza caracteromuscular está evitando la integración de funciones psicosomáticas y por lo tanto limitando el contacto con lo vivo y con el océano energético. Esa imposibilidad de contacto crea una distorsión perceptiva.

Dejamos de ver lo objetivo y la realidad de la vida para tener visiones de la vida mecanicistas o místicas, (separando lo que es el misticismo de lo que es la espiritualidad) Porque estructura de carácter significa sobre todo parcialización, especialización de funciones parciales. Así si desarrollamos más las funciones somáticas corporales, entonces vamos a ser personas muy emocionales y muy activas y las funciones cognitivas estarán menos desarrolladas. O vamos a desarrollar mucho las funciones cognitivas y como consecuencia nuestro cuerpo no va a jugar ningún papel porque no nos va a interesar, ni tampoco las emociones. También podemos desarrollar algunos aspectos específicos energéticos, pero sin integrarlo con las funciones cognitivas, como capacidades mediúmnicas o intuiciones transcendentales, pero con una vida emocional y psíquica desastrosa. Lo difícil es encontrar el equilibrio, y siguiendo a Reich la integración de funciones, la armonía y el equilibrio de las distintas particularidades de lo vivo en el caso concreto de lo humano.

Junto a las particularidades de cada estructura de carácter, algo que va a ser general para todas, es la tendencia al embrutecimiento. Llevamos una dinámica que nos va separándo cada vez más de lo esencial, de aquello que es la esencia de la vida, porque la coraza, la percepción, los filtros nos impiden llegar al fondo, al núcleo. Esto es lo que Platón describe en el mito de la caverna, refiriéndose a estar en la sombra.

 

María Montero-Ríos: ¿Cual es el medio, cual es la forma para salir de esa dinámica de contracción, de embrutecimiento y de ir hacia el amor, la expansión y la integración de funciones: emoción, espiritualidad, humanidad?.

 

 

Xavier Serrano: El problema con el que nos encontramos es saber como podemos acercarnos a conocer las particularidades del animal humano ya embrutecido con su coraza y en un ecosistema concreto, cómo podemos acercarnos a conocer las relacions entre lo cultural y lo biológico. Qué elementos son aquellos que más distorsionan y más fomentan la formación de la coraza y qué tiene que ver todo eso con las dinámicas clínicas y las enfermedades.

De alguna manera somos ángeles caídos, desterrados de algo, que en el fondo no es ni más ni menos que la posibilidad de contacto con la vida y la armonía. Y esta posibilidad de volver al paraíso pasa necesariamente por desarrollar tres elementos:

 

a) por una parte serían necesarios cambios vinculados al ecosistema social, aquí entra todo lo que tiene que ver con el conocimiento de las dinámicas preventivas a nivel infantil, la educación, qué forma de educación tiene que estar más acordes para que el niño y la niña vayan encontrando, o mejor dicho, no vayan perdiendo, ese contacto y esa capacidad específica de sentir la vida y por lo tanto de que se desarrolle la vida; qué medios sociales e incluso ecológicos permiten que haya una armonía entre la natura y la cultura.

b) Acercándonos a utilizar medios de cambio que nos permitan recuperar esa capacidad de contacto, y para eso que duda cabe de que tenemos que darnos cuenta sobre todo del ritmo biológico. El ritmo biológico facilita un mayor contacto o un mayor embrutecimiento, y es individual. Hay ritmos que van contra la natura de cada persona -generalmente es lo que hacemos- y eso va aumentando la dinámica de embrutecimiento, de incomunicación y de aislamiento y por lo tanto de miedo, y el miedo lleva a acorazarse más todavía.

c) Y luego hay otro elemento específico que es la vía terapéutica, la psicoterapia, o mejor, ciertas psicoterapias entre las que estaría, la vegetoterapia caracteroanalítica (orgonterapia) que yo represento, que nos permitan recuperar la potencialidad que existe en todos-as al romper la coraza dejando que el propio yo se expanda y recuperando la capacidad de contacto, de percepción oceánica y de abandono orgástico.

 

 

Ahora bien, suponiendo que estamos consiguiendo esa dinámica personal, de aproximación a un mayor contacto y a un mayor equilibrio, creo que a nivel cotidiano hay una serie de factores fundamentales para potenciarlo y que he dividido en cuatro para ser pedagógico, pero que duda cabe que van todas a la par.

 

a) Uno de ellas sería el silencio, la posibilidad de encontrarnos con nuestro propio momento, con nuestro aquí y ahora; el silencio supone encontrarse con el infierno que llevamos dentro cada uno y preguntarnos que medios utilizar para andar a lo largo de ese infierno. Silencio supondría por tanto facilitar lo que normalmente no hacemos, que es el mantener contacto con uno mismo. La meditación es un medio.

b) Otro elemento fundamental es el contacto con la naturaleza en su globalidad, (los principios animistas o chamanistas según veamos); potenciar la aproximación a aquello de lo que somos parte; poder llegar a sentir que somos parte de eso.

c) Darnos cuenta de que lo cotidiano, el día a día y lo que cada uno hace nos está enseñando continuamente las verdades de la vida. Hay una frase de un situacionista francés que dice "hay más verdad en 24 horas de la vida de una persona que en todos los tratados de filosofía"; si nosotros sabemos verlo podemos aprender de cualquier cosa que nosotros realicemos o que ocurra a nuestro alrededor. Si sabemos mirar sintiendo lo vivo podemos tener tesoros que no cuestan dinero: el viento, el sol, la lluvia, el contacto con lo cotidiano a través del trabajo, a través de las vías del conocimiento, a través de los hijos, del crecer de nuestros hijos-hijas, de la amistad, son elementos que nos deberían acercar a la vida, al contacto con la vida.

d) Y por último, y termino, el contacto con "un otro o una otra" que permite la posibilidad de abandonarse, de sentir el amor vinculado a lo humano y que es lo que Reich describió como el punto que permite la posibilidad del abrazo genital de la capacidad de entrega y de amor a una persona, y de vivir también un mayor contacto con la vida a través de la experiencia orgástica, de la experiencia de perderse en el otro, del placer, a partir de la elección y la entrega.

 

Cuatro elementos desde mi punto de vista que permitirían una globalidad del ser que de forma evolucionada y con unas vías de aprendizaje, para que quizás luego veamos cuales son, permitirían recuperar algo que está ahí y que es la esencia de lo humano.

 

 

 

Dokushô Villalba: Desde el punto de vista del Budismo, el principal bloqueo de nuestros sentimientos viene dado por lo que se llama la ignorancia. Ignorancia es lo que nos impide conocer las respuestas a preguntas como ¿qué es el proceso cósmico?¿qué es nuestra vida y como funciona? La mayor parte de nuestra energía vital disponible la usamos en la lucha por la supervivencia. Vivimos con una conciencia de supervivientes. En esta supervivencia experimentamos muchas clases de sufrimientos en los cuatro niveles de nuestro ser: sufrimientos corporales, emocionales, mentales y espirituales. Desde mi punto de vista, esta ignorancia se manifiesta de muchas maneras, pero en nosotros y en todos los que vivimos en civilizaciones dominadas por valores occidentales, la forma más características de esta ignorancia es la de 'confusión mental'.

Las culturas occidentales están atrapadas en el nivel mental, esto quiere decir que vivimos confundidos por los conceptos y las imágenes mentales que generan nuestra mente, que reaccionamos más a las imágenes mentales que a las cosas en sí. Por ejemplo, reaccionamos más con el término árbol, con la palabra árbol, con la imagen mental que tenemos de un árbol que con el árbol en sí.

Las civilizaciones occidentales propulsan un hiperdesarrollo de la mente conceptual, en perjuicio de los demás niveles de nuestro ser, a saber: corporal, emocional y espiritual. Esto conduce a un estado de enajenación general puesto que somos cuerpo, emoción, mente y espíritu. Al estar atrapados en el nivel mental todo lo reducimos a los conceptos y a las imágenes que nuestra mente pueda crear. Por ello vivimos alienados, separados de nuestro cuerpo, de nuestras emociones y de nuestro espíritu.

El ego es la imagen que cada uno tiene de sí mismo, pero que la mayor parte de las veces esa imagen no tiene nada que ver con lo que uno es realmente. La imagen que cada uno tiene de sí mismo ha sido condicionada por la educación, por el sistema social y cultural. Según esto, cuando cualquier ser humano occidental se mira a sí mismo, resulta que la imagen que tiene de sí mismo no tienen en cuenta su funcionamiento corporal, muchas veces ni siquiera su vida sexual, no está incluida su capacidad emocional, y no están incluídas sus necesidades y tendencias espirituales.

La práctica del Zen es una vía para romper esa imagen mental ilusoria, falsa que tenemos de nosotros mismos y por ende de la realidad.

La práctica del Zen está basada básicamente en la práctica de la meditación donde los cuatro niveles del ser están incluídos y son desarrollados. Es una práctica de meditación en la que la postura corporal es absolutamente importante. En principio para los occidentales esta postura nos resulta muy difícil. ¿Porqué? Porque no tenemos conciencia corporal, porque no conocemos nuestro cuerpo, porque no estamos en contacto con nuestro cuerpo. Lo primero que una persona se encuentra cuando se sienta a hacer Zazen es que la mente está disparada. Tenemos diarrea mental, hiperproducción conceptual. Además de esto, tenemos por ahí una cosa pesada y densa que se resiente por todos lados: el cuerpo. Y de proto uno se dice: "¡Anda! ¡Pero si tengo un cuerpo!".

 

La práctica de la meditación en zazen es el punto clave para romper esa imagen ilusoria que tenemos de nosotros mismos, eso que hemos llamado ego. Por una parte, zazen nos ayuda a tomar conciencia de nuestra naturaleza emocional y corporal y, por otra parte, nos permite transcender el funcionamiento conceptual, la mente cognitiva, para acceder a un reino de ser y de existencia que podemos llamar espiritual o transpersonal , y que tiene sus reglas específicas, sus reglas cognitivas específicas distintas de la mente racional y conceptual.

La meditación Zen por una parte nos ayuda a tomar conciencia de los niveles evolutivamente anteriores que hemos reprimido u olvidado como son el corporal y el emocional. Debido a esto, la práctica de la meditación nos puede hacer ver que hay lesiones importantes en nuestro desarrollo, en nuestra conciencia corporal y emocional. Si esto es así entonces es necesario un tratamiento específico. Este tratamiento es el que proporciona la psicoterapia.

Por otra parte cuando hemos producido la integración personal necesaria, entre el cuerpo, la emoción y la mente, y hemos establecido un equilibrio justo y armónico real entre esa tríada, la práctica del Zen nos permite acceder a los reinos superiores de nuestro ser (superiores en cuanto de mayor nivel de complejidad, mayor nivel de sutileza y mayor nivel de acercamiento a nuestra auténtica naturaleza).

Y es por esto por lo que pienso que es muy importante que los profesionales de la psicoterapia, los que se ocupan de favorecer una conciencia justa, corporal, emocional y mental y la gente que estamos trabajando en las vías espirituales, encontremos un lenguaje común para que nos demos cuenta de que el ser humano es una totalidad y que cada uno está trabajando un aspecto de esa totalidad, para que todos nosotros como seres humanos normales, mortales, tomemos conciencia de nuestra globalidad y de lo que estamos haciendo aquí.

 

 

María Montero-Ríos: ¿Cuál es vuestra opinión sobre la función y la posición del psicoterapeuta y la del maestro espiritual? ¿Como podría darse un diálogo entre ellos? ¿Cómo ayudar a los demás a recuperar el contacto consigo mismo y la propia globalidad?.

 

 

Xavier Serrano: Yo retomaría el discurso de la parcialización conociendo que nuestra dinámica social está basada en la parcialización de las funciones, o en la especialización de funciones separadas. Lógicamente, aparecen especialistas de cada cosa y cada vez hay más especialistas y cada vez está todo más disgregado. Es muy positivo que haya especialistas de cosas siempre y cuando esto vaya acompañado de una metodología que nos permita integrar los conocimientos de esas especialidades tan dispares. Es la línea de F.Capra con "el nuevo paradigma". La posibilidad de interaccionar entre los saberes parciales. Algunas verdades parciales, al estar separadas se convierten en grandes mentiras, pero esta interacción funcional solamente podremos conseguirla desde la perspectiva de trabajo en equipo. Con el reconocimiento de la función y el saber del otro en vistas a un objetivo común que es del bienestar. Bien-estar, eso supone romper ya de por sí dinámicas neuróticas de competitividad, dinámicas narcisistas, dinámicas paranoicas, diría yo, incluso, que impiden el que pueda haber aproximaciónes de lenguajes, traducciones de lenguajes, que podamos entendernos dejando la torre de babel donde hablamos idiomas muy distintos porque hemos perdido la posibilidad de hablar la lengua común.

 

En esa posibilidad de aproximación es de la que parten ciertas corrientes holísticas, y donde nosotros estamos participando. De ahí la necesidad de introducir en nuestro trabajo, especializado si queréis como línicos, como profesionales de la salud, a personas, paradigmas, especialistas que tienen que ver con esa visión, respetando su propia identidad.

Dentro de esta dinámica, epistemológicamente amplia y global, hay pocos psicoterapeutas que tengan esta visión. Si el psicoterapeuta clínico aborda a una persona desde una visión mecanicista o parcial, el tratamiento será parcial y mecanicista. Si tiene visión holística del animal humano, se acercará desde un punto holístico. Necesitará estar constantemente conociendo cosas y no solamente conociendo mentalmente, es fundamental, por lo tanto, la propia y continua experimentación personal del psicoterapeuta para poder colocarse en una posición, en un plano, que permita estar con el otro y utilizar medios que permitan a su vez adelantar y hacer avanzar al otro en un camino que el psicoterapeuta debe haber conocido previamente, no sólo por los libros sino por la propia experiencia, por la propia vivencia y por el propio proceso psicoterapéutico y de maduración personal. Por ello en nuestra escuela todo orgonterapeuta, junto a una formación de años con cursos, seminarios de casos y supervisiones clínicas, realiza su propia terapia con un orgonterapeuta cualificado.

Siguiendo el paradigma reichiano, esto es lo que pretende nuestro equipo de trabajo plurudisciplinario, de trabajo orgonómico: liberar a las personas de esta situación de embrutecimiento, poner unos medios que dificilmente uno mismo solo puede poner.

Hay que ser lo suficientemente humildes para reconocer que uno solo está tan embrutecido que sin ayuda en muchos momentos no puede salir de su propia ceguera y a veces esa salida pasa por una ayuda clínica, por una ayuda terapéutica, siempre y cuando esa terapueutica tenga una visión global.

Vuelvo a insistir en esto, porque sino es peor el remedio que la enfermedad. Ponerse en tratamiento, buscar una ayuda de un psicoterapeuta que tiene una visión mecanicista de las cosas es, en algunos de los casos, peor. No porque a lo mejor no os alivie, puede aliviaros, pero os separa del camino de la verdad y puede bloquear el contacto y la percepción energética y emocional. Y no me toméis esto como palabras proféticas, que es lo que menos pretendo. El camino de la verdad pasa, muchas veces, por encontrarse con el infierno, y a lo mejor no tenemos porque tener tanto miedo a la crisis, o al conflicto, o al sentimiento de soledad o de desesperación, o al dolor, o a la enfermedad, porque eso nos está hablando del punto en donde estamos, eso os está diciendo donde estamos posicionados respecto a la posibilidad mayor o menor de acercarnos al conocimiento. Conocimiento con mayúscula. A partir de la crísis surge la tranmutación y el cambio.

Nosotros como post-reichianos, ponemos medios que favorezcan éste cambio. Aumentando la capacidad de contacto, permitiendo que la persona esté más próxima al conocimiento de su esencia y a entrar en contacto con sus potencialidades; y a partir de ahí, la propia persona va a tener que curtirse, va a tener que saber mantener y estar en constante lucha con un medio que es nocivo contra ese principio que es contrario a ese camino, que es el medio social. La salud se conquista día a día, la salud se mantiene día a día, y para trabajar en ese día a día necesitamos medios y a partir de la regulación energética, del equilibrio que aporta el terapeuta podamos mantener e incluso crecer en esa dinámica de descubrimiento, evitando la ignorancia como decía Dokushô, y a partir de ahí surge la necesidad funcional de aproximarse al conocimiento de personas como Dokushô Villalba, que con su experiencia espiritual y una visión holística, tolerante y abierta pueden aportarnos mucho a nuestro proceso de crecimiento.

Es por ello que estamos trabajando en común, sumando mi experiencia como orgonterapeuta y mi práctica clínica con la vegetoterapia post-reichiana y la suya como maestro espiritual con una práctica Budista Zen.

 

 

Dokushô Villalba: Respecto a esto me gustaría hablar de mi experiencia personal respecto a lo que acaba de exponer Xavier Serrano. Desde 1982 estoy desarrollando la función de maestro budista Zen. Durante estos años me he encontrado con cientos de personas. En general, la gente acude a una vía espiritual como el Zen porque está insatisfecha consigo misma y con el tipo de vida que lleva, porque tiene algún tipo de sufrimiento, algún tipo de inquietud que lógicamente trata de resolver y de superar. Todos los seres sensisbles buscamos la felicidad. Nadie quiere experimentar dolor o sufrimiento. Además, dada la crisis de valores y la aceleración del ritmo vital, mucha gente acude a los centros Zen para aprender meditación Zen, creyendo que la meditación Zen es una varita mágica que puede resolver cualquier malestar y sufrimiento. Al principio de mi práctica, yo también creía que la meditación Zen era una excelente vía para todo el mundo, independientemente de cuál fuera la problemática de cada uno. Con el tiempo me he ido dando cuenta de que esto no es así. Incluso he podido comprobar cómo la meditación Zen exacerbaba ciertos conflictos y tensiones de algunas personas.

Y, aunque he podido comprobar también que yo mí mismo y mucha gente que ha continuado la práctica de zazen durante años y año hemos alcanzados una identidad centrada y clara y una mayor estabilidad, una mayor felicidad, una mayor paz; aunque yo mismo he practicado meditación Zen durante muchos años y he tenido una vida bastante intensa y rica a nivel espiritual, me he dado cuenta de que, a pesar de todo esto, seguía habiendo en mi personalidad ciertos aspectos o parcelas que no terminaban de encajar. Tenía la sensación de estar caminando con una chinita en el zapato. Durante una época adopté la estrategia de correr más de prisa, de adentrarme más profundamente aún en el terreno espiritual, con el fin de superar la molestia que me producía esta chinita en el pie.

Pero llegó un momento en el que no tuve más remedio que pararme y ocuparme directamente de la molestia. Me dije: "Mi práctica espiritual está muy bien pero en qué estado se encuentra mi estructura emocional y psicológica, qué hay de mis emociones, cómo son mis emociones, sobre qué pilares está asentada mi personalidad ; y mi cuerpo, cómo me relaciono con mi cuerpo". Y poco a poco, sobre todo a raíz del encuentro con la obra de Ken Wilber, comencé a vislumbrar al ser como formado por distintos niveles, como una cebolla formada por distintas capas.

Entonces me comprometí con un proceso que podría llamar de "chequeo" de mi estructura emocional y picológica, una especie de indagación de mi cuerpo, de mis emociones y de mi estructura caracterial.

Cuando leí a Maslow y comprendí las distintas necesidades del ser humano y su integración en el marco social, espiritual, trascendente, empecé a darme cuenta que en realidad la práctica espiritual que yo estaba siguiendo era una medicina excelente para satisfacer un determinado número o un determinado tipo de necesidades. Pero había otras medicinas y había otros alimentos para satisfacer otras necesidades igualmente legítimas de la vida humana.

He llegado a la conclusión de que mientras no tengamos un ego medianamente integrado, una personalidad con sus componentes corporales, emocionales y mentales medianamente integrados, mientra no haya una cierta integración del ego con su sombra, es muy difícil acceder a los reinos espirituales porque aunque se acceda a los reinos espirituales, si la personalidad no está bien integrada, es muy probable que se den lo que Xavier Serrano llama 'fenómenos místicos', que es la deformación de la realidad espiritual provocada por un ego yaen sí mismo distorsionado, por una personalidad ya en sí misma distorsionada.

Desde hace varios años estoy trabajando en esta línea dándome cuenta de que, por lo general, la mayoría de nosotros estamos atrapados en el nivel mental representativo, conceptual. Tenemos asignaturas pendientes en los niveles corporales, emocionales, que pueden venir de acontecimientos ocurridos en la época perinatal, en la concepción misma, e incluso antes, y debemos usar herramientas específicas para recuperar esas asignaturas pendientes, pues la vía espiritual no puede ser de ninguna manera una evasión de nuestra realidad como ser biológico, emocional, mental y social. Por ello, ahora mi planteamiento es mucho más global.

Esta es la razón por la que no enseño automáticamente la Vía del Zen a todos aquellos que vienen buscándola. Previamente considero si la persona está en un momento apropiado para recibirla.

En unos casos aliento a que se practique el Zen, a que se desarrolle los aspectos espirituales. En otros casos aconsejo que esta práctica espiritual se conjuge con algún trabajo personal en el terreno de lo corporal, de lo emocional y de lo psicológico. Siento que este enfoque holístico es fundamental.

Hay una escena muy bonita en la película "La Historia Interminable" en la que Atrellu, el protagonista, tiene que encontrar la solución para que el reino de Fantasía no sea desintegrado por la Nada y tiene que atravesar una serie de obstáculos buscando esa solución. Uno de ellos es un espejo que está situado en medio del desierto. Para mí esta metáfora significa que debemos atravesar la realidad aparente, abandonar el ego que creemos ser o la identidad escindida del resto del cosmos que creemos ser. Para eso tenemos que pasar a través del espejo y ese espejo lo primero que hace es reflejar la realidad, nuestra realidad básica, nuestra realidad corporal, emocional y psicológica. En la puerta de entrada al reino espiritual se encuentra un espejo como este. Para acceder más allá es precisa una profunda recapitulación corporal, emocional y psicológica.

 

Nuestro destino como seres humanos es atravesar ese espejo. Sólo podemos hacerlo cuando hemos puesto cada uno de los niveles anteriores de nuestro ser en orden, es decir, cuando recuperamos conscientemente nuestro cuerpo, nuestra capacidad emocional y la condición de nuestra mente. Entonces, podemos atravesar el espejo y penetrar en los reinos espirituales. De lo contrario, los filtros de la personalidad van a distorsionar también nuestra experiencia espiritual.