El título mismo es una opción teórica
y personal pues supone que la autora prefiere el concepto de ética profesional
sobre el de deontología lo que hace más destacable su mismo enfoque.
El término ética subraya el compromiso personal moral que todo
profesional adquiere en el ejercicio de la profesión en el cumplimiento
de sus deberes y obligaciones. Es razonable deducir que la autora opta por destacar
que en el cumplimiento de los deberes éticos que el ejercicio de la profesión
nos impone, ante todo, debe primar un comportamiento acorde con la legalidad
y los códigos de conducta que son de aplicación aunque, en algunos
casos concretos, cuando no existan normas específicas reguladas en los
códigos o cuando algunas de ellas entren en conflicto, proponga que se
debería poner en marcha un proceso de deliberación en el cual
se consideren los principios éticos generales y se analice el repertorio
completo de los cursos de acción posibles, ponderando las ventajas e
inconvenientes de cada uno de ellos y optando por el que, tras ese análisis,
resulte mejor. Como indica la autora "Los psicólogos a menudo nos
enfrentamos con situaciones que suponen dilemas éticos sin tener una
orientación clara sobre cuál es la decisión más
adecuada que deberíamos tomar." En ocasiones "deberíamos
apoyarnos en nuestro propios sistemas de valores y en nuestras propias interpretaciones
del espíritu de los principios éticos. (…) En la mayoría
de ocasiones, el proceso de toma de decisiones éticas se tiene que producir
muy rápidamente, y por tanto, es necesario que contemos con las suficientes
estrategias para una fácil resolución del dilema ético.
(…) Sin embargo, en algunas situaciones (…) el dilema no es tan fácil
de resolver y se pueden requerir deliberaciones que consuman mucho tiempo."
Consecuentemente, en ese proceso de toma de decisiones para la resolución
de dilemas éticos se impone, además, según la autora, una
reflexión ética personal orientada principalmente por la responsabilidad
profesional. De este modo el estudio sistemático del dilema ético
se constituye en el eje central que recorre todos los capítulos de la
Guía.
Ahora bien, por encima de este punto de vista de la autora,
esta Guía es un manual al uso que deshace algún tópico
sobre este campo. Pues la lectura de este libro evidencia que el conocimiento
de la ética profesional de los psicólogos requiere estudio e investigación
y, además, muestra que dicha ética profesional se puede aprender
también mediante el mismo medio del estudio sistemático y el trabajo
investigador, y que todo ello deja de ser un asunto simplemente personal o subjetivo
desde el momento en que ese proceso de deliberación que propone, tiene
que basarse en un sólido conocimiento de los principios éticos
generales (y de las normas que de ellos se deriven) refrendados por la profesión,
así como de la legislación vigente. En la armonía de la
ética individual, de la ética profesional y de la deontología
se asegura el buen quehacer profesional del psicólogo. La Guía
lo deja todo ello muy claro.
Constituye el manual un total de dieciséis capítulos
que abordan los siguientes contenidos: Los dos primeros están dedicados
a los conceptos más básicos en ética y deontología,
los principios éticos que rigen toda deontología y a los códigos
de conducta vigentes. Los siguientes capítulos, del 3 al 6, abordan el
modelo de toma de decisiones éticas y la responsabilidad (colegial y/o
legal) en la que podrían incurrir los profesionales como consecuencia
de una mala praxis profesional. En el capítulo 7 se exponen las principales
normas y criterios éticos y/o deontológicos que deben regir en
la práctica adecuada de la Psicología clínica, desde la
responsabilidad del mantenimiento de unos niveles de competencia suficientes
hasta el respeto a la intimidad y confidencialidad y a la autodeterminación
y autonomía (consentimiento informado). En los capítulos 8 y 9,
se tratan otros aspectos que podrían afectar a una buena praxis, como
es el caso del profesional que presenta problemas de salud mental (transitorios
o permanentes), o el que transgrede los límites profesionales involucrándose
con los pacientes en relaciones duales o múltiples. En los capítulos
del 10 al 15 se exponen, con amplia ilustración casuística, los
aspectos éticos en los principales ámbitos de intervención
del psicólogo clínico: la evaluación, la terapia, las evaluaciones
forenses, la intervención con menores y la investigación clínica,
abordando también los principales conflictos éticos que pueden
presentarse en la evaluación y terapia mediante Internet. El capítulo
16 está dedicado a la docencia de la ética profesional en la formación
psicológica valorando específicamente la docencia de la ética
profesional de la psicología clínica.
Es evidente, pues, que esta Guía tiene la pretensión
de dar respuesta global al conocimiento actualizado de esta materia especializada
de modo suficientemente completo. Se añaden a todos los anteriores capítulos
tres apéndices en los que se aporta amplia información bibliográfica
y donde destaca el apartado dedicado a Bibliografía básica
comentada sobre ética profesional y deontología.
Características que diferencian este manual.
Dicho lo anterior, quiero destacar lo que considero de mayor
interés de esta publicación, además de lo señalado.
En primer lugar, que se trata de un manual que aborda estas cuestiones desde
una posición de ética civil, totalmente independiente y autónoma
de cualquier otro enfoque ético y moral que no sea el civil. Cualquiera
que conozca la bibliografía sobre este campo observará la presencia
de publicaciones existentes que adoptan simultáneamente un punto de vista
de creyente o religioso, y que en ocasiones llegan a tomar como fuente también
fundamental a la misma teología. Sin menoscabo de todas estas contribuciones
y con pleno respeto a las mismas, el punto de vista que adopta la autora no
parte de tales posiciones, al contrario, su planteamiento ético es estrictamente
civil, autónomo e independiente de tales planteamientos. Las obligaciones
profesionales que se deducen de la exposición están ancladas estricta
y exclusivamente en el Estado de Derecho, en la ética universal y en
la ética profesional.
En segundo lugar, esta Guía eleva a la categoría
de manual académico o universitario en el ámbito español
lo que más comúnmente aparecía disperso o, si estaba recogido
en una publicación, no pretendía llegar tan lejos. Aquí
hay una manifiesta intencionalidad de recopilar y abordar las cuestiones que
hoy predominan en esta materia aunando el planteamiento teórico y el
práctico. Es un manual básico, suficientemente amplio con abundante
casuística. Una guía completa para impartir o seguir un curso
académico de ética profesional de la psicología clínica.
En tercer y último lugar, deseo destacar una característica
más, su carácter de guía de ética profesional para
toda la psicología. Con frecuencia en nuestro ámbito se debate
sobre si la psicología clínica es modelo, el modelo, o no para
el resto de especialidades de la psicología profesional. Yo me decanto
en ese debate por entender que la psicología clínica no es el
modelo en general del ejercicio profesional de las restantes especialidades
psicológicas. Contrariamente a ello, considero que la ética profesional
de la psicología clínica sí es modélica y señera
para el resto de especialidades psicológicas debido al plus de complejidad
que poseen sus dilemas éticos. La autora no dice nada de esto en su publicación.
Pero en momentos actuales en los que se debate sobre si el ejercicio profesional
de la psicología debe considerarse sanitario o no, me parece que el estudio
de la ética de la psicología clínica hace más evidente
esta afirmación que sostengo, que la ética de la psicología
clínica es modélica y señera para el resto de las especializaciones
del ejercicio profesional de la psicología. Y puede ayudar a entender
mejor porque se debate si la psicología clínica es modelo o el
modelo del ejercicio profesional del resto de la psicología.
La autora, con amplia experiencia en el ámbito de la
Psicología Clínica, es profesora titular de la Universidad de
Sevilla, por lo que también posee en el ámbito académico
la solidez que acostumbra a dotar la titularidad en el ejercicio de la docencia
universitaria. Es conocedora de la casuística deontológica a través
de su pertenencia a las Comisiones Deontológicas siendo en la actualidad
Presidenta de dicha Comisión en el Colegio Oficial de Psicología
de Andalucía Occidental y Vicepresidenta en la Comisión Deontológica
Estatal. Su vinculación al Colegio Oficial de Psicólogos le permite
un conocimiento de primera mano de los problemas que presenta el ejercicio de
la profesión. Con tales títulos (o, si prefiere, ingredientes)
el resultado es natural que sea muy bueno.
Sólo me queda recomendarlo para todo profesional psicólogo
que quiera ponerse al día en estas cuestiones.
Vicent Bermejo Frígola
Presidente Comisión
Deontológica Estatal