Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos

ISSN 211-7851

Septiembre , nº 68 , 1997

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H.J. EYSENCK: LA FORJA DE UN REBELDE


L. GONZALO DE LA CASA.


Universidad de Sevilla

Eysenck defendió firmemente la utilización de la metodología hipotético-deductiva en la que se combinaran las tradiciones correlacional y experimental  


En un periodo en el que la psicología, y la ciencia en general, ha llegado a un alto grado de especialización se hace particularmente doloroso tener que lamentar la desaparición de científicos que aún mantenían una visión generalista. Este es el caso de Hans Jurgen Eysenck (1916-1997) cuya obra, aunque estuviera enmarcada principalmente en el ámbito del estudio de la personalidad y de las diferencias individuales, ha tocado, de una u otra forma, prácticamente todas las áreas de la psicología. Su orientación, de marcado carácter psicobiológico, ha intentado permanentemente acercar la psicología al resto de las ciencias naturales. En este sentido, y de acuerdo con las tendencias contemporáneas de la filosofía de la ciencia, defendió firmemente la utilización de la metodología hipotético- deductiva en el desarrollo de una psicología en la que se combinaran las tradiciones correlacional y experimental.

Eysenck murió debido a un cáncer el día 4 de septiembre de 1997 a los 81 años en un hospital de Londres, dejando tras de sí un total de 79 libros y 1078 artículos que le han hecho convertirse en uno de los científicos más populares, conocidos y citados del presente siglo (Gudjonsson, 1997). De hecho, Nyborg (1997), un psicólogo danés estudioso de la obra de Eysenck que editó un libro en torno a su figura en su 80 cumpleaños, afirma que su obra ocupa el tercer lugar en el ranking de los intelectuales más citados en la historia, tras Karl Marx y Sigmund Freud. Su ámbito de intereses fue casi tan amplio como su producción escrita: desde los que podemos considerar como sus temas predilectos, relacionados con el estudio de la personalidad y las diferencias individuales, hasta estudios más particulares como los relacionados con la inteligencia, la sexualidad o la educación, entre otros.

Eysenck nació el 4 de marzo de 1916 en Berlín (Alemania). Sus padres eran actores y habían planificado para su hijo una vida dedicada al espectáculo. De hecho, Eysenck llegó a participar a los 8 años como figurante en una película. Sin embargo, estos planes se diluyeron tras el divorcio de sus padres que llevó a Eysenck a pasar largas temporadas con su abuela en Berlín. Sus intereses intelectuales se dirigieron inicialmente hacia la física y la astronomía, pero decidió abandonar Alemania cuando se le denegó el acceso a la Universidad por no haber aceptado ingresar en el partido nacional-socialista liderado por Adolf Hitler. Su exilio voluntario le llevó a Francia, donde residió durante un año en Dijon y París, periodo tras el que se trasladó a Inglaterra, donde establecería su residencia definitiva.

El acercamiento de Eysenck a la psicología fue, en cierto modo, accidental puesto que la Universidad de Londres no aceptó su solicitud de convalidación de los estudios que había cursado en Alemania. Ante la imposibilidad de cumplir sus deseos iniciales de estudiar física se le ofreció la posibilidad de realizar un examen de ingreso para acceder a los estudios de psicología. De esta forma Eysenck, llegó a obtener el grado de doctor en psicología por la Universidad londinense. Su tesis doctoral, que defendió en 1940, versó sobre el estudio de diferencias individuales en el ámbito de las preferencias estéticas (Gudjonsson, 1997).

Sus primeras observaciones clínicas tuvieron lugar en el Hospital de Urgencias británico Mill Hill en el que cumplió parte de su servicio militar durante la II Guerra Mundial. En el citado hospital Eysenck observó el alto índice de remisiones espontáneas que se producían en los síntomas neuróticos del personal militar allí ingresado, llegando a una conclusión que jugaría un importante papel en sus concepciones posteriores respecto a la psicoterapia: en un gran porcentaje de casos las neurosis desaparecerían de forma natural, sin necesidad de ningún tipo de tratamiento.

Tras finalizar la guerra Eysenck volvió a la Universidad de Londres en 1945, donde se desarrollaría prácticamente la totalidad de su carrera profesional. Allí fundó el Departamento de psicología en el Instituto de Psiquiatría, adscrito al Hospital Maudsley, en donde se gestó en torno a su figura un importante grupo de investigación que ha desarrollado una ambiciosa teoría en la que se combinan una serie de orientaciones entre las que se encuentran la teoría psicofisiológica pavloviana, la escuela constitucional alemana, el neoconductismo y la psicología factorialista de Sir Cyril Burt, maestro de Eysenck (Carpintero, 1996). En esencia, la consideración del hombre defendida por Eysenck tiene muy en cuenta las diferencias interindividuales lo que le lleva a desarrollar una teoría del estilo de las tipologías que tanta atención recibieron en la psiquiatría de las primeras décadas del siglo XX. Su modelo de la personalidad se encuadra en la tradición del enfoque de rasgos iniciado por Gordon Allport, aunque su peculiaridad más destacada es la afirmación de que en torno a dos tercios de la personalidad están determinados por factores de naturaleza biológica (Eysenck, 1982). Aplicando la metodología factorial, Eysenck analizó los resultados de un gran número de tests aplicados a sujetos normales y neuróticos, llegando a identificar la existencia de tres factores independientes que configurarían la personalidad: extraversión, neuroticismo y psicoticismo. Cada una de estas tres dimensiones se organizaría en un continuo con dos polos extremos -donde se situarían las patologías- y con unos valores intermedios que corresponderían a la mayoría de la población.

Cada una de las dimensiones de la personalidad mencionadas se subdividiría en diferentes rasgos subordinados, que a su vez estarían asociados a una conducta. Así, por ejemplo, la dimensión Extraversión- Introversión se caracterizaría en el extremo de la extraversión por rasgos como la sociabilidad, la asertividad o la actividad, que estarían vinculados a conductas como la despreocupación o el riesgo. Algunos rasgos asociados al extremo del neuroticismo de la dimensión Neuroticismo-Control serían la tendencia a la depresión, a la ansiedad o a los sentimientos de culpa. Las conductas relacionadas con estos factores serían, por ejemplo, comportamientos irracionales, emocionales o coléricos. Por último, la dimensión Psicoticismo-Normalidad, la que Eysenck desarrolló más tardíamente y también la que ha sido más cuestionada por la investigación ulterior, tendría como rasgos subordinados en el extremo del psicoticismo la agresividad, el egocentrismo o la impulsividad, con conductas antisociales, ausencia de empatía o creatividad como comportamientos característicos (Worchel y Shebilske, 1995).

Partiendo de esta concepción de la personalidad, y desde el modelo de análisis Estímulo-Respuesta, cada individuo respondería a los mismos estímulos del medio de forma diversa en función de los rasgos de su personalidad. Y tales rasgos se desarrollan en estrecha dependencia con las estructuras biológicas. Por ejemplo, el grado de extraversión estaría relacionado con el nivel de activación cerebral: en los extravertidos el nivel habitual de activación del tronco cerebral sería menor que en los introvertidos, lo que provocaría que los primeros buscaran estimulación que aumentara la activación, mientras que los segundos se sentirían atraídos por aquellas situaciones que contribuirían a reducir el nivel de activación.

Como señalamos con anterioridad, la mayor parte de la investigación llevada a cabo por Eysenck se ha desarrollado en el Hospital Maudsley de Londres, donde accedió al puesto de director del Departamento de psiquiatría al terminar la II Guerra Mundial. Desde este puesto Eysenck cumplió un importante papel al definir con claridad, amplitud y firmeza el papel del psicólogo clínico frente a la psiquiatría. Fue también durante esta época cuando Eysenck inició sus críticas contra los procedimientos de evaluación y las psicoterapias generalmente utilizadas desde la psiquiatría (Sánchez-Barranco, 1996). Las críticas más virulentas fueron, sin duda, las dirigidas al psicoanálisis.

En su afan por acomodar la psicología a las exigencias de la metodología científica, Eysenck (1952) provocó una gran polémica cuando, tras llevar a cabo una investigación en la que analizó 24 casos de pacientes neuróticos que habían recibido psicoterapia de corte dinámico -sometiendo a control experimental los datos que había observado durante la II Guerra Mundial-, llegó a la conclusión de que la psicoterapia que se estaba practicando en ese momento no era en absoluto efectiva, ya que si se comparaba el grado en el que los síntomas psicopatológicos remitían como fruto de la terapia con la remisión espontánea de esos mismos síntomas en enfermos que no se habían sometido a ningún tipo de psicoterapia no se encontraban diferencias significativas. Los trastornos neuróticos, afirma Eysenck, son de tal naturaleza que sus síntomas remiten en torno a dos o tres años desde su aparición, independientemente de que no sean tratados o que sean abordados por psiquiatras o psicoanalistas expertos.

La psicoterapia, por lo tanto, no era más que un fraude. El trabajo de Eysenck provocó una avalancha de estudios que pretendían demostrar la falta de validez de sus conclusiones. Desde entonces los psicólogos clínicos dedicados a la psicoterapia han pretendido demostrar la validez de la misma, llegando a conclusiones, cuanto menos, contradictorias. Sus críticas hacia el psicoanálisis fueron especialmente virulentas (ver, por ejemplo, Eysenck, 1972, 1986) y partían de la falta de atención que había prestado Freud al método experimental. Frente a la afirmación freudiana de que sus teorías se demostraban en el diván, sin necesidad de pruebas experimentales complementarias, Eysenck lamenta que el resto de los psicoanalistas siguieran a rajatabla esta premisa y llega a afirmar que la efectividad del psicoanálisis es nula. Típico de su estilo polémico, retador, pero rebosante de sentido del humor, Eysenck (1972) se pregunta a qué se debe que, si el psicoanálisis carece de validez, haya tantas personas que, tras someterse a la terapia psicoanalítica, defiendan con vehemencia y entusiasmo esta teoría. Para interpretar este hecho recurre a la explicación que el conductista B.F. Skinner propone de la conducta supersticiosa en animales: varias palomas, tras pasar 12 horas en cámaras experimentales en las que se les facilitaba comida a intervalos regulares con independencia de la conducta emitida, desarrollaron diversas conductas que habían quedado asociadas al azar con la aparición de la comida. Unas palomas levantaban una pata, otras daban vueltas, otras agitaban las alas, etc. De la misma forma, afirma Eysenck, la remisión de los síntomas en los pacientes neuróticos sometidos a psicoterapia coincide por azar con el tratamiento psicoanalítico, por lo que los pacientes creen firmemente que ha sido la labor del psicoanalista la que ha generado la remisión de los síntomas, de la misma forma que las palomas de Skinner hubieran asegurado, de poder hacerlo, que eran sus acciones las que producían la aparición de la comida. La creencia en la efectividad del psicoanálisis no sería más que una superstición.

Frente a las psicoterapias tradicionales Eysenck se convertirá en un ferviente defensor de las terapias de conducta. De hecho, tal y como señala Sánchez-Barranco (1996), Eysenck fue el primero en utilizar en Inglaterra el témino terapia de conducta, que sólo había aparecido con anterioridad en trabajos de escasa difusión.

Su labor institucional también ha sido enormemente relevante. Fue fundador y editor de la revista Behaviour Research and Therapy hasta 1978, la primera revista científica circunscrita al ámbito de la terapia de conducta. También fue el fundador, y siguió siendo co-editor hasta su muerte, de la revista Personality and Individual Differences. También fue el creador y principal impulsor de la Sociedad internacional para el estudio de las diferencias individuales (ISSID) Dirigió numerosas investigaciones en Inglaterra y en el resto de Europa y tuvo especial interés por la psicología de la Europa del Este. Pero, además de su trabajo más estrictamente académico, Eysenck también ha sido autor de varios libros, siempre controvertidos y polémicos, que se han convertido en auténticos best sellers de la psicología. Así en 1964 publicó Crimen y personalidad, un libro en el que afirmaba que la conducta criminal se debía a problemas en la adquisición condicionada de respuestas de naturaleza moral y social y que, por lo tanto, un tratamiento adecuado por medio de la terapia de conducta podría hacer desaparecer las conductas antisociales. Un año después apareció uno de sus libros más criticados: Tabaco, personalidad y estrés. En este libro, que según revelaron alguno de sus críticos había sido financiado por multinacionales del tabaco norteamericanas, Eysenck afirma que la relación entre el tabaquismo y el cáncer así como con otras enfermedades no era tan estrecha como se mantenía desde la medicina. Otros títulos de su extensa bibliografía, suficientemente significativos, son, por ejemplo, En lo bueno y en lo malo. Una guía para el matrimonio feliz, su crítica del psicoanálisis titulada La rata o el diván o su libro autobiográfico Rebelde con causa.

Pero, sin duda, su libro más controvertido y el que más críticas ha suscitado es el publicado en 1971 bajo el título Raza, inteligencia y educación. En este libro Eysenck constataba las diferencias en Cociente Intelectual que se obtienen al aplicar tests de inteligencia a ciudadanos norteamericanos blancos y negros y se sumaba a las teorías que consideraban que las diferencias intelectuales estaban determinadas en gran medida por la herencia, de tal forma que los hombres y mujeres blancos serían por naturaleza más inteligentes que los hombres y mujeres negros. Estas ideas provocaron numerosos enfrentamientos con sus colegas e incluso con sus alumnos, quienes en varias ocasiones intentaron impedir que desarrollara sus clases con normalidad. Sin embargo, sus convicciones en torno al caracter innato de la inteligencia se vieron matizadas en obras posteriores. Por ejemplo, en su autobiografía publicada en 1990 a la que hemos hecho referencia más arriba, Eysenck señala cómo tiempo atrás existían marcadas diferencias intelectuales entre los hombres y mujeres blancos que hablaban inglés y los que no eran anglo-parlantes en Suráfrica. Estas discrepancias habrían desaparecido en la actualidad, por lo que las diferencias entre los grupos podrían no estar determinadas genéticamente y podrían ser susceptibles de cambio (Eysenck, 1990).

La muerte de Eysenck supone una importante pérdida para la psicología, no solo por significar la desaparición de una gran figura de nuestra ciencia, sino también porque Eysenck seguía siendo un investigador en activo. A pesar de haberse jubilado en 1983, a los 67 años, siguió trabajando con plena dedicación hasta el otoño de 1996, cuando el cáncer comenzó a debilitarlo. Por todo ello será recordado con seguridad como uno de los grandes psicólogos del siglo XX.


REFERENCIAS

Carpintero, H. (1996). Historia de las ideas psicológicas. Madrid: Pirámide.

Eysenck, H.J. (1952). The effects of psychotherapy: An evaluation. Journal of Consulting Psychology, XVI (5), 319-324.

Eysenck, H.J. (1972). La rata o el diván. Madrid: Alianza Editorial, 1979.

Eysenck, H.J. (1982). Development of a theory . En C. Spielberger (Ed.), Personality, genetics, and behavior, pp.1-38.Nueva York: Praeger.

Eysenck, H.J. (1986). Decadencia y caida del imperio freudiano. Barcelona: Nuevo Arte Thor, 1988.

Eysenck, H.J. (1990). Rebel with a cause.Londres: W.H.Allen

Gudjonsson, G.H. (1997). Obituary. Hans Jurgen Eysenck. Personality and Individual Differences, 23(5), 711-712.

Nyborg, H. (1997). The Scientific Study of Human Nature:Tribute to Hans J. Eysenck at Eighty. Amsterdam: Elsevier.

Sánchez-Barranco, A. (1996). Historia de la psicología. Sistemas, movimiento y escuelas.Madrid: Eudema.

Worchel, S. y Shebilske, W. (1995). Psicología. Fundamentos y aplicaciones. Madrid: Prentice Hall, 1988.

 

 
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