¿CÓMO ENFOCAMOS LA PSICOTERAPIA?

 


La TERAPIA de las SOLUCIONES y las POSIBILIDADES

Nos interesa y nos atrae la terapia centrada en las soluciones y las posibilidades. Más que buscar “profundas” explicaciones “psicológicas” de los problemas (cayendo a veces en el victimismo, la autocompasión y la dependencia pasiva), nos parece mucho más útil y satisfactorio centrar la terapia en superar o reducir la incidencia del problema en la vida actual de nuestros clientes.

En general, no somos partidarios de las terapias intensivas (de una o dos sesiones semanales) y que tienden a prolongarse durante años, pues creemos que este tipo de terapias corren el riesgo de centrar al cliente más en sus carencias (sus dificultades, sus problemas y limitaciones) que en sus capacidades (sus inmensas posibilidades potenciales, sus soluciones).

Por esta razón, aunque siempre hay excepciones, nos inclinamos por los procesos terapéuticos breves (entre 3 y 10 sesiones). Nuestras entrevistas (de hora y media, aproximadamente) duran casi el doble que las habituales (que suelen oscilar entre 45 y 60 minutos). Su frecuencia o periodicidad (cada 3 semanas -21 dias- al principio y cada 1, 2 meses después) es también menor. Una vez iniciado el cambio, confiamos en las capacidades del propio cliente y preferimos, en todo caso, quedar a su disposición si más adelante (a veces meses, a veces años) desea una nueva consulta.

Pensamos que lo importante es lo que sucede en la vida, no lo que ocurre en la terapia; la terapia es un camino, una vía (entre otras muchas) de re-conectarse a la vida en aquellos momentos (que todos tenemos) en que, por diferentes motivos (no necesariamente "patológicos"), sufrimos, nos bloqueamos, nos perdemos anímicamente y no alcanzamos a ver la salida.

No nos creemos “en posesión de la verdad” existencial. No creemos tener el equilibrio psíquico "sano", ni el tipo de vida “adecuado”, ni las relaciones familiares o de pareja perfectas, etc.. Como dice Osho, "el equilibrio no es un lugar en el que se está, una estación de llegada, sino una estación de paso entre polaridades". Nos consideramos “personas” antes que psicólogos-terapeutas y, como tales, sufrimos y gozamos, tenemos altos y bajos, luces y sombras, nuestras miserias y nuestros momentos de gloria, etc.. En este sentido, consideramos la humildad y el respeto a la forma de vida del otro (por diferente que sea a la nuestra) como un valor esencial, sino el primero, de nuestro enfoque.

Creemos que, desde la perspectiva individual, como señala mi amigo y eminente psiquiatra, el Dr. Barudy: ”cada uno hace lo que puede con lo que tiene”. No nos engañemos: la vida no és fàcil; a veces hemos sentido, como dice Bill O’Hanlon (uno de mis admirados maestros), que “la vida es una escalera de gallinero: corta y llena de mierda”. Pero el rio de la vida sigue su curso inexorable hacia el océano y, tarde o temprano, no nos queda más alternativa que asumir la responsabilidad de recuperar el rumbo de la propia vida y tener en cuenta que, como decía Picaso, “la inspiración existe, pero si te encuentra trabajando ... sino, pasa de largo”. En una palabra, que hay que "currárselo", que "nadie lo hace por nosotros".

Tenemos una disposición abierta a experimentar y vivir la vida, a aprender de la crisis y a “madurar” a partir de las "perdidas" y de los cambios inexorables que conlleva cada fase del ciclo vital de la familia:

- la elección y constitución de pareja,

- la crianza y la adolescencia de los hijos,

- la crisis de madurez y la experiencia de la marcha de los hijos (el “nido vacío”),

- la jubilación, el rol de abuelos y la vejez.

Creemos que la convivencia familiar y en pareja no es cosa fácil; no pensamos que venga dada o “rodada” sin un esfuerzo y una tolerancia continuada. Como decía mi padre, el Metge Julià Panadès: en la vida de pareja “si topes bé, en pegues una panxada” (aún con suerte, tienes un empacho). En este sentido, está claro que tienen problemas (y muchas los superan) las parejas que perduran en el tiempo; los que abandonan a la primera crisis y no aprenden de ella, tienen los mismos problemas con la siguiente pareja... y/o con la siguiente ...

Las parejas son, tras nuestros padres, nuestras segundas "maestras". Al igual que nuestros padres -con su mirada y sus expectativas sobre nosotros-, ellas nos hacen de espejo. Crecemos y aprendemos sobre nosotros mismos con ellas ... por eso, aunque termine la relación de convivencia, resulta necesario reservarles un lugar de respeto y gratitud. Es lo que Hellinguer denomina "los órdenes del amor". Y lo mismo sucede con los padres y hermanos: no se les puede negar, deben tener su debido lugar... y tras una ruptura, para recuperar el equilibrio y la posibilidad de vivir 100% el presente, va a ser necesaria mucha conciencia y grandes dosis de aceptación, de perdón y de amor incondicional (sino no es amor, es interés). Y eso no significa ni claudicación, no indignidad, ni falta de memoria ... eso es lo que Bowen llamaba "diferenciación emocional" y, en definitiva, liberación, crecimiento y maduración.

La experiencia de la maternidad y la paternidad tampoco es nada sencilla, representa también un enorme campo de aprendizaje vital. A partir de mi propia experiencia y la de muchos padres que han pasado por mi consulta, he llegado a la conclusión de que quien aprende, en realidad, somos lo padres y no los hijos. Ellos, y el amor por ellos, es lo que nos hace madurar. Sus dificultades, en muchas ocasiones, son espejo de nuestras propias dificultades ... dificultades que casi siempre arrastramos y vienen de lejos y que no hemos afrontado a lo largo de la vida. Nuestros hijos -especialmente en la adolescencia- nos ponen ante la tesitura de afrontarlos o condicionarles a que repitan la historia ... y no nos gusta verles sufrir, así que ... crecemos con ellos ...

En NOOS, nos gusta “desmitificar” la figura del psicólogo o del terapeuta. Procuramos ser y nos consideramos buenos "acompañantes circunstanciales temporales de las personas que nos consultan. Acompañamos humana y profesionalmente al cliente (y su pareja, familia o red de apoyo) compartiendo un espacio, un tiempo y unos diálogos o conversaciones terapéuticas periódicas (las sesiones o entrevistas).

Acompañamos al cliente y compartimos con él/ella la angustia y el sufrimiento que le invade; comprendemos sus “vacíos” inexplicables, sus “inercias” paralizantes; exploramos y observamos juntos cómo sus “viejos fantasmas” (sus miedos) y sus “pautas relacionales” vuelven a repetirse. Le ofrecemos un “espacio y un tiempo” para observarse, tomar conciencia, re-pensarse. Le ayudamos a re-enfocar, a construir “otra mirada” y le animamos a “pasar” la página vital de sus vivencias traumáticas y dolorosas: pérdidas, abandonos, abusos, conflictos, etc.. Como se puede leer en el siguiente apartado, cada vez valoramos más el papel de la "consciencia" ("Atención plena aquí y ahora") como principal via (o atajo) para superar los condicionamientos mentales del pasado.

Ante todo, nos interesa que el cliente pueda re-encontrarse -aquí y ahora- con su potencial humano y su insospechada capacidad de supervivencia y superación emocional, con su “Resiliencia”. No alimentamos para nada el "victimismo crónico". Compartimos, en cierto modo, el dicho popular de que “lo que no mata engreixa i, si no, fa créixer” (lo que no mata engorda y si no, ayuda a crecer). Como dicen los budistas, tras una cerrada y profunda oscuridad encontramos siempre una intensa y resplandeciente luz… y la pura vida es ambas cosas: luces y sombras.

Tenemos muy claro que el Cliente, la persona, no es el problema; “el problema es el problema” y es necesario distinguirlo y separarlo de la persona. Con este objetivo, Terapeuta y Cliente, co-construimos nuevas visiones del problema, analizamos nuevas formas de romper -aquí y ahora- la “pauta repetitiva” y los “circulos viciosos”, abrimos nuevas perspectivas y posiblidades, describimos una nueva “realidad” más flexible, con más esperanza y también con más sentido del humor: “La situación es dramática, pero no seria”, dice Watzlawick.




2007

PSICOTERAPIA BASADA EN LOS ATAJOS AL ALMA

Atajos al Alma”: el re-encuentro con el Alma en Psicoterapia
(Carles Panadès, 2010)
En este artículo, escrito para la revista Enginy (Revista del Colegio Oficial de Psicólogos de Baleares), expongo mi visión y mi forma actual de entender la psicoterapia, que va un paso más allà de todo lo descrito en el apartado anterior.

RESUMEN
El artículo describe lo que su autor denomina “la Psicoterapia basada en los Atajos al Alma”, una psicoterapia en la que, a partir de técnicas de meditación –o relacionadas con la meditación-, se redescubre el “alma”, accediendo a la conciencia del presente. Partiendo de su constatación de que “la mente no tiene cura”, y de que “nosotros no somos nuestra mente”, aboga por la primacía del alma sobre la mente. A partir de aportaciones budistas y de las bases neurocientíficas que las sustentan, describe algunas diferencias entre el funcionamiento de la “Mente” (lleno de limitaciones, repetitivo, inconsciente, conectado automáticamente al pasado o al futuro), y el funcionamiento del “Alma” (lleno de posibilidades, consciente, abierto al presente, creativo). Finalmente, se expone una “guia en 10 pasos” para acceder al estado de “no-mente” o “alma” y comenta algunas de las implicaciones terapéuticas que supone esta visión de la psicoterapia.

“Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo.
Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo.
Tu sentido más interno de ti mismo, tu sentido de quién eres, es inseparable de la quietud.
Ese es el Yo Soy que es más profundo que el nombre y la forma”.

(Eckart Tolle)

**(los números entre paréntesis hacen referencia a notas al final del artículo)

Introducción
En este artículo pretendo compartir brevemente algunas de las claves de mi actual visión de la psicoterapia (2010), una visión que es el producto de ya más de veinticinco años de experiencia en el oficio de terapeuta desde diferentes contextos asistenciales: servicios sociales, salud mental, drogas, protección y reforma de menores, consulta privada.
A lo largo de estos años, a medida que iba formándome y adquiriendo experiencia clínica, he transitado -como es fácil imaginar- por diferentes modelos teóricos: psicoanalítico, humanista, sistémico, eco-sistémico, cognitivo conductual, hipnosis y pnl, teoría del apego y la resiliencia, coaching, terapia narrativa, terapia breve estratégica, terapia breve centrada en soluciones y posibilidades ... Ello me ha dado la oportunidad de analizar y afrontar, desde diferentes miradas y perspectivas teóricas, metodológicas y técnicas, el sufrimiento psicológico y/o relacional de mis pacientes/clientes, fueran estos individuos, parejas, familias, grupos, o redes sociales y/o institucionales. Y como el transcurrir profesional va paralelo al ciclo vital personal, es obvio que también he tenido la oportunidad de observar mi propio sufrimiento y crecimiento personal y relacional desde dichas perspectivas.
Una mezcla de inconformismo, de escepticismo y de aversión a la autocomplacencia me ha llevado a no quedarme demasiado tiempo instalado -a pesar de mi tendencia a apasionarme- en la ortodoxia de ninguno de los paradigmas o modelos en los que me he ido formando. Y me alegro de ello porque esta actitud abierta y flexible ha supuesto un gratificante proceso contínuo de enriquecimiento, aprendizaje y crecimiento a todos los niveles.
Conforme he ido madurando, tanto a nivel profesional como personal, mi escepticismo hacia “la posesión de la verdad” del paradigma o del modelo de turno, también ha ido en progresivo aumento. Durante mucho tiempo fui un asiduo seguidor de jornadas y congresos profesionales hasta que, hace ya unos años, me fue invadiendo paulatinamente una frustrante sensación de “más de lo mismo”. Tenía la percepción de que, tarde o temprano, pero inexorablemente, cada "nuevo" modelo teórico que aparecía (ni que hablar de los “clásicos”), convencido de estar en posesión de la "verdad" (?), acababa confundiendo su “mapa teórico o metodológico” de la realidad con “la realidad misma”.
En la práctica de la psicoterapia (aunque lo mismo es aplicable a muchos otros ámbitos del “saber”), esto se traduce en que “lo que vive y le ocurre al paciente/cliente tiene que cuadrar si-o-si (aunque sea con "calzador") con lo que dice (o diagnostica) el mapa del terapeuta”.
Sin embargo, la experiencia profesional y la vida misma me han brindado infinidad de oportunidades para desmontar "verdades" que, un tiempo antes, me habían “vendido” (y yo, claro está, había creído a pies juntillas) como incontrovertibles y excluyentes (muchas de ellas con la muletilla de “científicas”)(1).
Hoy día, no tengo duda alguna de que la realidad y la vida específica y única de cada paciente/cliente, es mucho más compleja (y a veces, porqué no, mucho más simple) de lo que cualquier mapa teórico quiera o pueda abarcar(2).
Guiado por el respeto a las diferentes características y a las infinitas posibilidades de cada ser humano (sea cliente/paciente o no), paulatinamente dejé de adherirme e identificarme de forma militante y rígida con una orientación teórica concreta y única. Llegué a la conclusión de que “el modelo teórico", como mucho, es un "mapa" (uno de los posibles), una mirada que nos ayuda a aproximarnos a la complejidad de su persona, su psiquismo, sus relaciones. Aunque, en honor a la verdad, debo decir que tal posicionamiento entronca perfectamente, desde el punto de vista teórico, con el construccionismo social (Gergen)(3), la terapia narrativa (White)(4) y la terapia breve centrada en soluciones y posibilidades (O’Hanlon)(5). De hecho, este es el enfoque psicoterapéutico que más se aproxima al que he estado utilizando estos últimos años con mis pacientes/clientes y que he estado enseñando a mis alumnos en el curso que he impartido online con el Centro Kine de Terapia Familiar (Barcelona)(6).
Pero como no podia ser de otra manera, mi búsqueda inconformista ha continuado y, con el descubrimiento del yoga y la meditación, junto a la valiosa experiencia adquirida co-dirigiendo Grupos de Crecimiento e Integración Personal con mi admirado colega y querido amigo Miquel Arumí, mi evolución profesional y personal me ha llevado a dar un nuevo giro en mi quehacer terapéutico. En este artículo expongo, por primera vez de forma más o menos ordenada, mi actual forma de entender y practicar la psicoterapia, un enfoque que he decidido llamar “Atajos al Alma”. Espero que las líneas que siguen permitan captar el porqué de esta denominación.

Atajos al alma: vieja y nueva sabiduria para para una psicoterapia diferente.
Como decía antes, mi escepticismo creciente respecto al “más de lo mismo” de la psicología y la psicoterapia “oficiales”, fue en paralelo a la práctica del Yoga y, a partir del yoga, me fui introduciendo en el estudio y la práctica continuada de diferentes formas de meditación: zen, vipassana, meditaciones activas, trika-yoga, etc.. Poco a poco, fui experimentando en carne propia el gran potencial de sanación y tranquilización que tenían estas prácticas y progresivamente fui sintiendo cada día más la necesidad de compartir, transmitir y aportar estos importantes beneficios a mis pacientes/clientes. Así fue como la meditación fue adquiriendo una creciente influencia en mi forma de entender y practicar la psicoterapia.
Y cumpliéndose aquella ley que dice que “la vida te pone delante lo que necesitas para seguir creciendo en cada momento”, una película estrenada en febrero del año 2004 -¿¡Y tú Qué Sabes!? ("What the Bleep Do We Know!?" en inglés)-, cayó en el terreno abonado por la meditación, estímuló mi interés por la base científica que la sustenta y acabó de influir en mi giro terapéutico. William Arntz, Betsy Chasse y Mark Vicente, coautores de la película, abordan el tema de la realidad material, la conciencia y la espiritualidad desde la perspectiva de las neurociencias y la física cuántica. El film (7), con un formato entre documental -con entrevistas a científicos (físicos, neurobiólogos, neuropsicólogos, teólogos, médicos)- y una sencilla trama de ficción -con una protagonista sorda que atraviesa diversas dificultades emocionales-, despertó y alimentó en mi un creciente interés en las investigaciones que conectan la meditación y la espiritualidad con las neurociencias y la física cuántica.
Lo que resulta especialmente interesante es que la investigación científica de los últimos años en los campos de la Neurociencia (el funcionamiento del cerebro, incluyendo el fenómeno de la conciencia) y la Física Cuántica (el funcionamiento de la materia y la energía a nivel sub-atómico), han ido confirmando y avalando los descubrimientos que hizo Sidharta Gautama (“el Buda”) hace 2.500 años, cuando decidió que iba a mantenerse inmóvil meditando bajo un árbol hasta que encontrara la verdad última de la existencia. Así lo hizo y así se “iluminó”, despertando de la “ignorancia” (de hecho, la palabra “Buda”, en sánscrito, significa “despierto”) y poniendo los cimientos de la larga tradición que hoy dia conocemos como el Budismo.
Uno de los aspectos que más me han interesado y sorprendido a la vez ha sido, por una parte, el hecho de ir cayendo cada vez más en la cuenta de las inmensas limitaciones de la MENTE y, por otra parte, ir descubriendo, por contra, las infinitas posibilidades que se abren al entrenar y experimentar el estado de conciencia que se conoce como NO-MENTE. Y el estado de “no mente”, que propicia la práctica de la meditación, es la puerta que me ha dado acceso al redescubrimiento del ALMA. Y digo re-descubrimiento porque durante los años en que, como la mayoría de profesionales de la salud mental, he dedicado mis esfuerzos a analizar y buscar -desde diferentes y sucesivos enfoques y perspectivas teóricas- "explicaciones psicológicas" al sufrimiento individual y/o relacional (el mío propio y el de mis clientes/pacientes), mantenía una posición más bien escéptica respecto a la idea del "alma". Más tarde he podido entender que tras este escepticismo había mucho de ignorancia y de prejuicio (juicio previo conocimiento o experimentación.
mucho de ignorancia y de prejuicio (juicio sin previo conocimiento o experimentación).
Ha sido, como decía, la práctica continuada y habitual de la meditación, junto a las lecturas que la han ido acompañando, lo que me ha permitido construir mi actual enfoque de Psicoterapia basada en los Atajos al Alma, en el que trato de ayudar a mis clientes a re-conectarse con su alma y a liberarse de la tiranía de su repetitiva y pesada mente.
Resulta curioso como un número cada vez más numeroso de terapeutas ya veteranos y experimentados hemos acabado llegando a la meditación y a la perspectiva espiritual que supone el reencuentro con el "alma". Creo que era Jung quien decía que es tan peligroso perderse en la espiritualidad a los 18 o 20 años como no encontrarla más allá de los 45 o 50 años. Mi experiencia personal y profesional concuerdan con esta afirmación.
Hay muchos textos y autores interesantes relacionados con la meditación y temáticas orientales como las diferentes corrientes del Budismo, el Taoismo, el Sufismo, el Zen, o la búsqueda espiritual que supone la Psicología Transpersonal desde Occidente, o el inmenso saber que aportan las diferentes vertientes de la cultura y las prácticas Chamánicas del continente americano.
Sin embargo, modernas corrientes de la psicología y la psicoterapia, a mi modo de ver con una cierta falta de respeto, se medio-atribuyen “descubrimientos” que están ampliamente descritos y superados por toda una tradición milenaria. Haciendo un guiño a la aceptación del status-quo político-científico, llaman “mindfullness” (conciencia plena) a lo que en realidad es pura y simplemente meditación (una de ellas). Al parecer, son más “política y científicamente correctas” las aportaciones sobre “mindfullnes” del Sr. Catedrático de tal Departamento de Psicología de tal Universidad, que las aportaciones sobre la meditación, la no mente, la unidad de todos los seres, la impermanencia, el amor y la compasión ... que puedan hacer el Sr. Buda, el Sr. Göenca, o el Sr. Osho, o el Sr. Lama Surya Däss, o el Sr. Lama Chögyam Trungpa (por poner algunos ejemplos). Así están las cosas. Aunque parece ser que algo está cambiando: debido a la masiva afluencia de público interesado, resulta muy difícil encontrar un hueco y asistir, hoy dia en Mallorca, a una conferencia del doctor Jorge Carvajal, o del doctor Deepak Chopra (por poner dos ejemplos de maestros y referentes mundiales de la “medicina del alma” o "medicina cuántica").

Sin embargo, me atrevería a decir que mi actual enfoque de la “Psicoterapia basada en los Atajos al alma” se nutre casi más de autores como Osho (el lúcido y polémico creador de las “meditaciones activas” (8)y autor de más de 300 libros, aunque nunca los escribiera, pues él simplemente hablaba) y de S.N. Goenka (el divulgador birmano de la Meditación Vipassana en Occidente) que de los muchos maestros y referentes que he ido conociendo en el proceso de años de formación como psicólogo y después como psicoterapeuta.
A partir de ellos y de otros autores, como Eckart Tolle, Carlos Castaneda, Jorge Carvajal, Gurdjieff, David Goleman, Deepak Chopra, Chögyam Trungpa, Jack Kornfield, Stan Groff, Ken Wilber, Genpo Merzel, Elisabeth Kübler-Ross ... y de la práctica meditativa, he llegado a dos conclusiones acerca del binomio Alma-Mente, que sostienen y enmarcan mi visión y mi práctica actual de la psicoterapia.

El Binomio Alma-Mente. Características diferenciales.
La primera conclusión, que también avala mi experiencia personal y profesional, constituye una muy mala noticia: “la mente” -esa “cabecita loca” que nos acompaña ruidosa y continuamente; esa a la que los budistas, de forma muy gráfica, llaman “el mono loco pinchado por un escorpión”- es la causa principal de todo nuestro sufrimiento y, como decía anteriormente, tiene tantas limitaciones que no tiene cura.
La segunda conclusión, y esta es la buena noticia, es que “yo no soy mi mente!!!”. Yo no soy lo que pienso, no soy lo que siento, no soy mis tendencias genéticas o mis condicionantes educativos; o, al menos, no sólo soy eso. Yo, ante todo, soy Alma, soy la Consciencia que observa todos esos procesos mentales.

A mi me gusta el término “Alma”, aunque sé perfectamente que en determinados sectores más escépticos, materalistas y/o cientifistas genera muchas reticencias y resistencias(9). También se le puede denominar –en función del autor- consciencia, testigo, observador, ser, espíritu, ser esencial, yo profundo, gran mente-gran corazón, self junguiano, etc.. Se elija el término que se elija no dejará de ser eso, un término, un constructo; de modo que lo esencial no es cómo se denomina, sino vivir la experiencia y sentirla desde la consciencia del presente. Como dice Osho(10), “en el momento en el que puedes ver tu mente como un objeto, te desapegas de ella y te des-identificas de ella; en este momento, cuando has creado una distancia, se cortan las raíces”.

En cualquier caso, lo central es que desde el Alma, que está por encima (meta, más allá) de las inercias y automatismos condicionantes del cuerpo y de la mente, puedo acceder a un estado ampliado de conciencia, a un estado de “no-mente”. Y desde allí, se abren nuevas posibilidades de trascender dichos condicionamientos, puedo ir más allá y liberarme de las inercias, las dependencias, los apegos, las tendencias y las repeticiones mentales automáticas que no son otra cosa que “más de lo mismo una y otra vez”. Es a partir de la conexión con el alma que puedo trascender el sufrimiento mental; no a partir de la mente. El alma es quien debe dirigir, es el conductor; cuerpo y mente son el vehículo conducido por el alma(11).
Esta perspectiva conecta con lo que en el campo de la neurociencia se conoce como “neuroplasticidad”, es decir, la posibilidad de nuestro cerebro de crear nuevas “conexiones y circuitos neuronales” y trascender la cadena de aprendizajes heredada o aprendida.
En realidad, nuestra mente (nuestro pensar, nuestro sentir, nuestro actuar) transcurre por “autopistas neuronales” que se han activado básicamente a partir de dos fuentes:
a) las tendencias biogenéticas: puedo ser más o menos serotonínico, más o menos hiperactivo, más o menos ansioso o pasivo, más o menos adictivo, más o menos imaginativo u obsesivo, más o menos inteligente, etc., etc..
b) los aprendizajes adquiridos, especialmente en el contexto educativo y vincular de nuestra infancia: los traumas, las “neuras”, los miedos, las seguridades, los afectos, las expectativas, las frustraciones, las necesidades, la visión del mundo de nuestros padres y nuestras sucesivas figuras de referencia y apego.
A partir de aquí, el cerebro responde básicamente utilizando el patrón de respuesta que transcurre a modo de piloto automático por dicha autopista neuronal. La mayor parte de nuestras respuestas ante las diferentes situaciones de la vida, son meras reacciones repetitivas e inconscientes que se activan através de la memoria asociativa conectada muy especialmente al sistema emocional(12). Eso explica que los problemas con los que nos enfrentamos y las respuestas (yo diría más bien “reacciones”) que ponemos en práctica se repiten una y otra vez. Sin darnos cuenta, ponemos el piloto automático mental que nos lleva, a modo de GPS, por las autopistas ya conocidas. Es como si fueramos adictos a determinadas emociones; estamos enganchados a nuestra química interna y, a partir de lo que sentimos, hacemos prácticamente todo lo que está en nuestra mano -tanto consciente como inconscientemente- para restaurar nuestro equilibrio químico acostumbrado.
Joe Dispenza, reconocido neuropsicólogo, autor de “Desarrolla tu Cerebro”(13), explica que para crear nuevas conexiones neuronales se requieren tres condiciones:
1) darme cuenta, tomar conciencia (aquí y ahora) de cómo una y otra vez repito el “más de lo mismo” mental (pensar) y corporal (sentir, hacer, actuar);
2) ser consciente (aquí y ahora) de que hay posibilidades, soluciones y respuestas alternativas;
3) experimentar (aquí y ahora) dichas alternativas en la práctica.
Las tres condiciones requieren el entreno de la conciencia y conectan perfecta y directamente con el atajo al alma que supone la meditación.
En la misma linea de investigación, Bruce H. Lipton (profesor de biología molecular y experto en genética), en su interesante libro “La biología de la creencia”(14), explica cómo el pensamiento (lo que nuestra mente cree y nos cuenta) y la emoción asociada, es más potente que la propia genética. Al parecer, la genética tiene la misma plasticidad que el cerebro. Los genes son como interruptores. El estado químico en que vivimos (activado por el pensamiento y la emoción) es el que hace que algunos genes estén encendidos y otros apagados. Por tanto, el entreno de la conciencia, que nos permite ver qué interruptores están apagados o encendidos en nuestro cuerpo y en nuestra mente, adquiere enorme preponderancia.
Curiosamente, semejantes descubrimientos, confirman los proverbios de Buda, citados por el Lama Surya Das en su libro “El despertar del Buda Interior”(15):

“El pensamiento se manifiesta como la palabra;
La palabra se manifiesta como hecho;
El hecho se manifiesta como hábito;
Y el hábito se endurece hasta convertirse en carácter;
De modo que observa el pensamiento y sus formas con cuidado,
Y deja que surja del amor,
Y que nazca de la preocupación por todos los seres ...

Del mismo modo que la sombra sigue al cuerpo,
Conforme a lo que pensamos, en eso nos convertimos”.

En una de sus charlas diarias, en los retiros de diez dias de Meditación Vipassana, Goenka (el introductor de la Vipassana(16) en Occidente) expone cómo en la raiz de todo el sufrimiento humano encontramos los mecanismos mentales del “deseo” (apego) y del “rechazo” (o aversión). Si observamos el flujo contínuo que constituye nuestra mente (pensamientos, sensaciones, imágenes, sentimientos, diálogos ...) nos percatamos que funciona y se mueve básica y repetitivamente entre estos dos parámetros:
a) pasado/futuro;
b) deseo-apego/aversión-odio.
Y qué hacer para salir y liberarse de este funcionamiento repetitivo? La respuesta está en los proverbios de Buda citados anteriormente:
observa el pensamiento y sus formas con cuidado, y deja que surja del amor, que nazca de la preocupación por todos los seres ...”.
Aquí entra en juego la necesidad de la meditación para acceder a alma (la conciencia) y trascender esa mente que nos atrapa una y otra vez.
El Alma (la consciencia, la atención plena) se mueve desde unos parámetros muy diferentes:
a) pleno presente: “aquí y ahora”;
b) ni deseo ni aversión, sino pura “aceptación incondicional de lo que es”.
Una de mis frases favoritas és precisamente esta: “lo que es, es”. En realidad, aquí y ahora, consciente de mi inhalación y de mi exhalación, “lo que es, es”. Me guste o no, sea deseable o repudiable, correcto o incorrecto, claro u oscuro, alegre o triste ... aquí y ahora, lo llames como lo llames, le pongas el nombre que le pongas, “lo que és, és”.
Sin embargo, a la mente no le gusta nada “lo que es” y se escapa continuamente hacia lo que tendría que ser (futuro), o hacia lo que tuvo que haber sido (pasado), en un vaivén constante entre el deseo (esto me gusta, quiero más, que no se acabe, etc.) y la aversión o rechazo (esto no me gusta, me duele, me fastidia, de da rabia, lo odio, me escapo, me evado, etc.).

ATAJOS AL ALMA: 10 pasos de la mente a la no-mente
Desde la perspectiva psicoterapéutica, estos planteamientos tienen importantes repercusiones. La primera es la importancia que adquiere ayudar al paciente/cliente a recuperar la perspectiva anímica, que no es otra que la perspectiva del presente y la conciencia.
A continuación expongo brevemente la guía que he ido construyendo en mi consulta para ayudar a mis pacientes/clientes a situarse, en 10 pasos sucesivos, en la perspectiva del alma, de la no-mente.

“Tal vez hayas oido decir aquello de que “lo importante no es lo que te pasa, sino cómo vives y te cuentas lo que te pasa”. Ante una misma situación de crisis, de dificultad, de pérdida, de dolor y de sufrimiento (inexorable en la vida de todo ser humano) hay personas que se quedan bloqueadas y ancladas en su sentimiento y posición de víctimas, de modo que les atrapa y les acompaña durante años el resentimiento, la tristeza, la rabia, la desesperanza, la desconfianza, el miedo ... Otras personas, sin embargo, salen fortalecidas de la situación, como si por una especie de mágica alquimia interior tuvieran la capacidad de transformar el dolor en crecimiento, el miedo en valentía, el resentimiento en compasión, el odio en amor, la oscuridad en luz.
Sabes? Hay una bonita metáfora para explicar esto: “la oscuridad, en realidad, no existe, no es nada!!! La oscuridad es, simplemente la ausencia de luz!!! En consecuencia, no vale la pena perder demasiado tiempo y energía en urgar en la osuridad; más bien merece mucho la pena centrar el esfuerzo en buscar, encontrar y encender la luz, no crees? Si enciendes la luz, se acabó la oscuridad!!!.
El ejercicio que te propongo que hagamos tiene que ver con esta metáfora. Tal como yo lo veo (y lo he aprendido no por el hecho de ser psicólogo, sino sobre todo a partir del estudio y la práctica de diferentes formas de meditación), el primer grupo de personas están atrapados en la oscuridad de su mente inconsciente; el segundo grupo, en cambio, es el que ha trascendido y superado sus condicionantes mentales y están conectados con la luz del alma, que es pura consciencia.
Curiosamente, los psicólogos, los psiquiatras y los psicoterapeutas hemos invertido durante años nuestros esfuerzos en buscar, diagnosticar y hablar sobre la oscuridad (la patología, la incapacidad, el trauma) ... y la verdad, mi experiencia me dice que sirve más bien de poco.
A estas alturas de mi vida, después de haber visto miles de pacientes y de haberlo comprobado conmigo mismo, creo que la mente “no tiene arreglo”. Sin embargo, hay una buena noticia: he descubierto que nostros no somos nuestra mente y que cuando la mente se pone a trabajar al servicio del alma, se abren muchas posibilidades a las soluciones y a la luz. ¿¡El alma!?, te preguntarás. Si, si, el alma! Si lo prefieres, puedes llamarla conciencia, u observador, o testigo, o ser interior ... como quieras ...
El ejercicio que te propongo a continuación tiene por objetivo que tu mismo puedas comprender y experimentar la diferencia que hay entre esa luz del alma (la conciencia) y esa oscuridad de la mente (la inercia inconsciente). No tienes que “creer” nada; simplemente tienes que estar abierto a experimentar en el presente y sacar tus propias conclusiones.
Sólo quiero compartir contigo, antes de empezar la experiencia, unas pequeñas diferencias entre mente y alma.
La mente (esta “cabecita loca”, o -como dicen los budistas- estos “monos locos pinchados por un escorpión” que no paran de saltar y vociferar dentro de nosotros) continuamente se mueve entre el pasado y el futuro, entre la aversión y el deseo. Esta es, según el budismo, la causa principal de todo tu sufrimiento humano. El alma, sin embargo, funciona por “presente total”, es decir, “aquí y ahora” y por aceptación incondicional (sin juicio ni crítica) de “lo que es”. El eje central y capital que conecta con el presente, y que constituye la base de casi todas las prácticas de meditación, es la respiración consciente: ahora inhalo ... ahora exhalo ... ahora inhalo ... ahora exhalo ... ahora inhalo ... ahora exhalo.

Vamos, pues, a practicarlo teniendo en cuenta los siguientes 10 pasos:

1.- Sientate en una postura cómoda ... procura mantener la columna recta de forma que haya una línea sin ondulaciones entre tu coronilla y tu coccis ...

2.- Ahora, presta atención a la respiración ... haz varias respiraciones profundas ... ... ahora deja que la respiración siga su curso natural mientras tu la observas ... aquí y ahora ...

3.- Observa el aire que entra y sale por la nariz ... observa la diferencia de textura entre el aire que entra –fresco- y el que sale –más caliente- ... toma conciencia y observa la diferencia que hay entre el aire que entra y sale por cada uno de los orificios de tu nariz ... observa el roce del aire sobre la zona del bigote ...

4.- Ahora presta atención y observa hacia dónde va el aire que entra por tu nariz ... observa si va hacía el abdomen ... o tal vez hacia el pecho ... tal vez sea una respiración más completa: abdomen ... pulmones ... clavículas ...

5.- Ahora toma conciencia y presta atención a la pausa que se produce entre la inspiración y la expiración ... detente unos segundos antes de sacar el aire ... observa ahora la pausa que se produce entre la expiración y la inspiración ... detente unos segundos antes de inhalar de nuevo ... repítelo varias veces ...

6.- Aquí y ahora toma conciencia de tu cuerpo y observa tu postura ... ponte un poco más cómodo ... relaja cualquier tensión que notes ... cabeza ... cuello ... hombros ... brazos ... manos ... dedos de las manos ... pecho y abdomen ... espalda ... caderas ... gluteos ... muslos ... rodillas ... pantorrillas ... tobillos ... pies ... dedos de los pies ... repasa varias veces las sensaciones de la totalidad de tu cuerpo ... haz un barrido de conciencia, como si fuera un escaner de sensaciones y tensiones desde la coronilla de tu cabeza a la los dedos de los pies ... y de los pies a la cabeza... repítelo varias veces, parte por parte ... aquí y ahora, sin perder el contacto y la consciencia de la respiración ... y ves relajando ...

(Mientras vas practicando el ejercicio, aquí y ahora, seguro que observas cómo tu mente no para y desea despistarte ... desea mandar y ser el centro de tu atención ... pensamientos ... imágenes ... diálogos ... personas ... es como una centrifugadora ... o tal vez como un “mono loco” que salta de rama en rama del arbol ... o como varios monos que se confrontan y se cruzan ... no te enfades con ellos ... tampoco no te dejes arrastrar por ellos ... simplemente observa y acepta todo lo que va surgiendo por tu mente ... sin juzgar, sin criticar ... si ves que te vas, vuelve a conectar con tu respiración y con tu sensación corporal ...)

7.- Ahora, sin perder el contacto con la inhalación y la exhalación, toma conciencia de la información que te proporciona cada uno de tus cinco sentidos ... empieza por lo que oyes ... observalo y deja que venga a ti ... sin juzgar, sin describir ... sin irte detrás ... simplemente observalo ... ... ... ahora haz lo mismo con lo que ves ... ... ahora con el tacto ... nota la sensación de frio/calor en diferentes partes de tu cuerpo ... nota el roce de tu ropa en tu cuerpo ... ... si quieres, puedes hacer lo mismo con el olor ... ... y con el sabor... ... aquí y ahora ... sin perder el contacto y la consciencia de la respiración ...

8.- Has llegado a tu mente, el sexto sentido según los orientales ... obsérvala ... aceptala incondicionalmente ... sin criticar, sin juzgar ... acepta todo lo que va surgiendo ... pensamientos ... imágenes ... ideas ... palabras ... sentimientos ... recuerdos ... personas ... no podemos elegir lo que pensamos ni lo que sentimos ... ... todo está bien ... ... en todo caso, podemos elegir lo qué hacemos con esos pensamientos, esos sentimientos ... y aquí y ahora ... ... eliges simplemente aceptarlos, observarlos ... sin irte detrás ... todo lo que surge, lo dejas fluir como si fueran nubes que pasan ... todo lo que surge, lo dejas pasar como si fueran suaves olas que fluyen sobre el mar ... y tú simplemente lo observas ... si ves que te vas detrás, recupera otra vez el contacto con tu respiración ... con tu sensación corporal ... con tus sentidos ... y dejas que todo fluya mientras observas ...

9.- Aquí y ahora, ESTÁS MEDITANDO ... aquí y ahora, eres el cielo infinito que observa y deja pasar las nubes ... eres el océano inmenso y profundo que observa y deja pasar las olas en la superficie ... eres conciencia ... has conectado con tu alma ... tal vez puedas sentir su amplitud, su calma ... su serenidad ... aquí y ahora eres “El que observa”, ... eres “El testigo de lo que es”... aquí y ahora puedes observar tu mente y tu cuerpo sin ser un esclavo de ellos ... puedes observar tus pensamientos, tus sentimientos ... pero no eres ellos ... puedes observar tu estado de ánimo ... tus tristezas ... tus alegrías ... pero no eres tu estado de ánimo ... estás situado en el lugar del que observa atentamente ... eres conciencia ... eres alma ...
10.- Ahora sabes lo que tienes que hacer para conectar con el alma ... respirar ... prestar atención y ser consciente del momento presente ... y desde aquí, en la medida que vayas entrenando, dia a dia irás aumentando tu capacidad de trascender tus tendencias, tus adicciones, tus compulsiones mentales ...

A partir de este ejercicio, el paciente/cliente tiene una visión diferente de sus problemas (de sus “más de lo mismo” cognitivos, emocionales y conductuales), y ha conectado con una parte suya –su alma- que, en la mayoría de casos, casi no recordaba tener y que constituye una herramienta para afrontar “aquí y ahora” su vivencia de las dificultades.

Algunas implicaciones psicoterapéuticas de los “Atajos al Alma”.
Evidentemente, gran parte del sufrimiento de los pacientes/clientes tiene que ver con las experiencias vitales anteriores (sean con sus padres, o con sus parejas). En ningún momento se banalizan o dejan de respetarse los sentimientos asociados a dichas vivencias. La diferencia es que el énfasis terapéutico no recae en el diálogo sobre las experiencias del pasado, sino en ampliar la conciencia y la conexión con el presente. Respecto de las experiencias pasadas, utilizo algunos rituales terapéuticos (conectados con la expresión del dolor sufrido, la toma de conciencia de lo aprendido, la capacidad de desapegarse y perdonar y la bienvenida al presente) que permiten al paciente/cliente trascender aquellas situaciones pasadas y situarse en el presente, que es donde se viven los problemas y donde se pueden implementar las soluciones.

Este ejercicio constituye, a mi modo de ver, y según me confirma la experiencia de mis pacientes/clientes, una herramienta muy útil para empezar a aumentar el espacio del ser, del alma, de la conciencia y para reducir paulatinamente las inercias mentales inconscientes. El manejo y la gestión de las emociones negativas se convierte poco a poco en realidad y aumenta la conexión y la expresión de las positivas. Obviamente, y como decía Picaso, “la inspiración existe, pero si te encuentra trabajando”; en este sentido, cuanto más se entrene el contacto con el alma, cuantos más espacios y momentos de presente consciente se generen, más luz, más solución, menos oscuridad e inercia mental, menos problema. Es frecuente que la terapia (que al menos en mi caso sigue siendo breve, con una media de entre 7 y 10 sesiones) de paso a la incorporación posterior de la práctica del yoga y la meditación como un hábito más del autocuidado.
No es objeto de este artículo, ni hay espacio para ello, profundizar en los vericuetos terapéuticos posteriores. Sólo mencionar de pasada algunos aspectos que pueden ser de suma importancia en el proceso terapéutico: la conciencia y la vivencia de la propia muerte como “consejera”, la responsabilidad personal de la propia elección de vida, el destierro de la queja y la incorporación de la gratitud a la vida y a los demás, la perspectiva energética conectada con el conocimiento interesantísimo de los siete Chakras principales, la importancia del perdón y la reparación, el cultivo del desapego, el amor incondicional y la compasión (en sentido budista de conexión entre todos los seres), el uso de diferentes rituales de purificación y de paso, la conexión cuerpo mente y el potencial sanador del alma, el valor de la soledad, el silencio y el contacto con la naturaleza, etc., etc., etc..
Por último, señalar que la “Psicoterapia basada en los atajos al alma” supone un giro copernicano(18) de perspectiva en diferentes aspectos: la visión de las relaciones entre padres e hijos, donde los hijos (y sus dificultades) pasan a ser vistos como los maestros y los impulsores del crecimiento de los padres; las relaciones de pareja y sus crisis, que son vistas como oportunidades de crecimiento y maduración personal; las enfermedades y pérdidas que son aprovechadas como impulso al crecimiento espiritual, etc..
Permítaseme terminar el artículo con el “Sutra del final del día”, con que finaliza el trabajo diario de meditación en los retiros de zen:

“Desde lo más profundo del corazón os digo a todos:
vida y muerte son un asunto serio.
Todo transcurre deprisa;
permaneced vigilantes,
nadie sea descuidado,
nadie sea olvidadizo”.



NOTAS
(1) Recuerdo un tiempo en que me alegraba cuando, de una sesión a otra, la evolución clínica del paciente/cliente me confirmaba la hipótesis que habia construido acerca de lo que le estaba ocurriendo. Eso, evidentemente, alimentaba mi Ego como terapeuta. Pero tarde o temprano –simplemente era cuestión de tiempo- había algo que no cuadraba. Hoy día me encanta cuando un/una paciente me desmonta una hipótesis; a parte de alimentar mi humildad (cualidad que valoro mucho más que el Ego), lo considero una oportunidad para seguir aprendiendo, investigando, buscando.

(2)“La sandía”, un bonito cuento de David Owen, transmite muy claramente lo que quiero exponer. No lo transcribo por su extensión. El lector interesado puede acceder al cuento desde mi página web: http://www.cop.es/colegiados/B-00085/historias/sandia.html

(3) McName, S. y Gergen, K.: “La terapia como construcción social”. Paidós, 1996

(4) White, M. : “El enfoque narrativo en la experiencia de los terapeutas”. Gedisa, 2002

(5) Bill O’Hanlon: “Desarrollar Posibilidades”. Paidos Terapia Familiar, 2001

(6) En mi página web www.cop.es/colegiados/B-00085 expongo con cierto detalle esta forma de entender y practicar la terapia.

(7) Existe una versión en libro de “¿¡Y tu qué sabes!?”, publicado en la Editorial Palmyra, 2006.

(8) Se puede acceder a las Meditaciones Activas de Osho en: http://www.oshogulaab.com/OSHO/MEDITACIONES/medactivas.htm

(9) El doctor Amit Goswami, en su libro “La física del alma” (Ed. Obelisco, 2008) ofrece un ejemplo de cómo la ciencia y el alma se dan la mano. Desde la perspectiva de la física cuántica, aporta brillantes puntos de vista sobre el modo en que la conciencia concibe la biología, la gobierna, la construye y se convierte en ella.

(10) En un fragmento de su libro: “Autobiografía de un místico espiritualmente incorrecto” (Pags. 225-226. Planeta Agostini, 2007), Osho expone lo que él llama “La tercera psicología: la Psicología de los Budas”. Contando una entrañable historia sobre Buda y su discípulo Ananda ejemplifica magistralmente lo que significa la “no mente”, la experiencia de la meditación como herramienta para “cortar las raices de la mente”. El lector interesado puede acceder al cuento desde mi página web: http://www.cop.es/colegiados/B-00085/historias
(11) El doctor Jorge Carvajal lo describe poéticamente cuando dice que: “El cuerpo es el templo donde anida el alma; y el corazón es el altar central de dicho templo”.

(12) Otro cuento, titulado “Las Galletitas”, ejemplifica muy bien el funcionamiento en “piloto automático” de la mente: http://www.cop.es/colegiados/B-00085/historias/galletitas.html

(13) Joe Dispenza: “Desarrolla tu cerebro. La ciencia de cambiar tu mente”. Editorial Palmira, 2007

(14) Bruce H. Lipton: “La biología de la creencia. La liberación del poder de la conciencia, la materia y los milagros”. Editorial Palmira, 2007.

(15) Lama Surya Das: “El despertar del buda interior” – Editorial EDAF, 2001

(16) Para información sobre la técnica de Meditación Vipassana, se puede acceder al siguiente link: http://www.es.dhamma.org/index.php?id=969&L=4

(17) Pueden leerse en mi web: http://www.cop.es/colegiados/B-00085/historias/index.html

(18) Dicho giro copernicano es paralelo y conecta perfectamente con el impulso esperanzador que supuso el paradigma de la “resiliencia” respecto a la visión basada exclusivamente en la desesperanza del “trauma”. Para el lector interesado, recomiendo la lectura de un precioso libro escrito al respecto por Boris Cyrulnik: “De cuerpo y alma” (Editorial Gedisa, 2007).










Octubre 2010