Claves para el éxito social
Una vez que decidimos alcanzar ciertos objetivos, el éxito para lograrlos depende de nuestra habilidad para vender nuestras ideas a los demás. Son los otros los que deben colaborar o no entorpecer nuestros proyectos y ello implica saber vendernos y tratar con jefes, subordinados, amigos, familiares, vecinos, etc., etc.
Usted, sus proyectos e intenciones podemos considerarlos como una mercancía más. Se convierte Vd. en su propio vendedor y si no adquiere la habilidad necesaria acabará relegado en la trastienda de la vida.
Cuáles son las claves para convencer a los demás:
- 1. no hay que obligarles a beber, hay que hacer que sientan sed
- 2. ofrézcase honestamente
- 3. conozca sus gustos, intereses y ambiciones e intente satisfacerlos a cambio de lo que desea
- 4. complique a los demás en sus ideas, no son mis ni sus, son nuestras ideas
Recuerde que no siempre importa lo que uno conoce, sino lo que hace con lo que conoce. Hay que aprender a sacar provecho de nosotros mismos.
Nuestro mundo interior, por muy maravilloso que sea, no es directamente accesible. Nuestra única vía de comunicación es lo que decimos y hacemos. Además, tenga presente que no interpretamos al pie de la letra el papel que cada cual representa. Interpretamos, juzgamos y valoramos conforme a nuestras creencias, emociones, sentimientos y pensamientos.
Es aquí donde venderse a uno mismo adquiere su principal significado. No podemos esperar simplemente a que nos acepten, respeten, escuchen o entiendan. Hay que tomar una actitud activa al respecto, hay que saber persuadir sin llegar a despreciar o ignorar.
- Lo más difícil es convencer a alguien de que haga algo, por ello es primordial que desee hacerlo. La clave consiste en buscar y encontrar la palanca o palancas por las que cada uno estaría dispuesto a realizar lo que le proponemos. Y ello conlleva conocer y prestar atención a lo que desean y pensar cómo al ayudarnos, al seguir nuestras ideas, podrán hacerlo realidad. Los otros deben pensar en lo mucho que van a obtener de usted y no en lo que usted va a obtener de ellos. Para ello hay que recalcar el usted y minimizar el yo. Entre los deseos más relevantes a satisfacer encontramos: la necesidad de sentirse importante; el sentirse apreciado; el que simpaticen con nosotros; y el que nos liberen de trabajos que consideramos inútiles. Usted no mendiga favores, vende los deseos de los demás a cambio de que ellos le ayuden a cumplir los suyos.
- Si da más de lo que se espera de usted, no defraudará a nadie y estará consolidando la confianza recibida. Sea honesto y sincero en sus ofrecimientos. El propósito que persigue es convencer, no engañar.
- Antes de ofrecer nada, es preciso conocer los intereses, deseos y planes de la persona a la que nos dirigimos. Si nuestro ofrecimiento choca frontalmente con sus proyectos fracasaremos en nuestro objetivo. Hay que seguir el paso de los demás para conseguir que ellos anden al nuestro. Pregunte y averigüe sus puntos de vista y vea las cosas tanto desde ese punto como desde el propio.
- Como último recurso para conseguir la colaboración podemos recurrir a hacerles participes de nuestros proyectos. Recuerde que es más fácil acceder a la petición de otra persona cuando ésta nos expresa los motivos que persigue. Somos reacios a aceptar órdenes, todos deseamos poner algo de nuestra parte en lo que hacemos, en una palabra, sentirnos partícipes. Utilice el usted y el nosotros en mayor medida que el yo. En algunos casos puede resultarle de utilidad pedir consejo sobre cómo conseguir lo que desea precisamente a la persona de quien depende el lograrlo.
Consejos prácticos.
- Pregúntese qué le haría a la otra persona actuar en la dirección que a usted le interesa. ¿Cómo tiene que convencerse de que lo que le propone le beneficia o le es necesario?
- Cuando piense en lo que va a ganar con un trato, también piense qué ganará la otra persona. Ayude a los demás para que ellos le ayuden.
- Cuando alguien nos es antipático, es difícil que nos sintamos atraídos por sus ideas. Simpatice con la gente, la simpatía crea simpatía. No pretenda cambiarlos, comprenda cómo son y de qué forma pueden ayudarle a conseguir sus propósitos. Evite, sobre todo, hablar mal de ellos. Hable bien de sus semejantes y obtendrá el aprecio de todos. La simpatía es su mejor tarjeta de visita y es una vía de acceso a la voluntad ajena.
- Debemos atraer la atención de los demás pero hay que conseguirlo sin excesivos alardes, sin jactancia. Atraer la atención supone destacar, que nuestra presencia se note. Usted puede llegar todos los días el primero al trabajo y salir el último, pero si nadie repara en ello no tendrá efecto alguno. Puede rendir más que sus compañeros, pero quedar oculto tras el trabajo del grupo. Hay que esforzarse por hacer más de lo que esperan de nosotros y estar preparado para aprovechar las oportunidades que surjan.
- Rodéese de personas con suerte y éxito. Todos aprendemos de la experiencia y si invierte algo de esfuerzo podrá lograr que reaccionen favorablemente ante su presencia. Evite, sobre todo, lo que a otros les resulte molesto. Un niño tiene menos reparos a acudir a una consulta si allí tiene a su disposición sus dulces favoritos.
- Si quiere gastar bromas, que sean sobre usted mismo. Si es usted inteligente, procure no alardear de ello. No pretenda dar una imagen de persona perfecta, sea humilde y reconozca sus errores y defectos.
- No dé la impresión de persona abatida, cansada. Sienta interés por las cosas que hace, evite caer en la rutina. Cuando una tarea, por sencilla que sea, adquiere un valor para nosotros, resulta menos aburrida. La fatiga física se disipa más rápidamente que la fatiga mental.
- No se humille sin necesidad. Si se devalúa perderá la atención que merece.
- No se atribuya inútilmente responsabilidades que no le correspondan, pero sepa reconocer también sus propios errores, en caso contrario será rechazado. Desplazar la decisión o la culpa a un tercero le evitará problemas. En vez de decir "NO", diga "si dependiera de mí, pero...". "Desearía seguir con vosotros pero mañana tengo mucho trabajo".
- Ofrezca más de lo que reciba. Lo que es suficiente para cumplir, no basta para triunfar. Este principio es muy importante en el ámbito familiar, ya que el trabajo no realizado se transfiere a otros, originándose tensiones.
- Tenga presente que el primer juicio que forman de usted viene determinado por su apariencia externa. Vista elegantemente, sin llamar la atención. Repase y actualice periódicamente su vestuario. Recuerde: más vale poco bueno que mucho malo.
- Hay situaciones en las que se verá obligado a reaccionar con cólera para defender su postura. En tales casos, no amenace en vano, cumpla su palabra. Frente a una persona dominante, cuya única intención es imponerse, no ceda ni ofrezca compromisos. La cólera puede ayudarle a conseguir cosas que pensaba imposibles.
- Puede defenderse de los chismosos que propagan mentiras sobre usted con una frase: "si continúa mintiendo sobre mí, empezaré a contar la verdad acerca de usted".
- Cuando alguien le comente que otra persona está hablando mal de usted, puede responder: "rara vez se equivoca" o "tal vez acierte". No se deje arrastrar por las provocaciones. Tenga bien presente que al irritarnos quedamos en inferioridad de condiciones. Sea muy prudente cuando desee criticar a alguien.
- Utilice expresiones que sean sugerentes. La palabra es el instrumento más poderoso para actuar sobre los demás. Que su interlocutor tenga que elegir entre algo y algo, no entre algo y nada. En vez de decir: "podré verle ahora", diga: "a qué hora le voy a ver, a las 3 o a las 5?". En vez de: "¿salimos?", diga: "¿dónde vamos, al cine o al teatro?". Utilice preguntas que requieran un sí por contestación.
- Uno de los medios de persuasión más poderoso es inducir experiencias imaginadas en la mente de nuestro interlocutor. Imaginar lo que deseamos es el primer paso para que se pueda hacer realidad. Ayúdeles para que vean claramente en su imaginación tanto la forma de cumplir sus sueños y satisfacer sus necesidades, como la manera de eliminar sus preocupaciones. Hay que dar vida a las ideas. Incluya ejemplos, anécdotas, etc., para proyectar una imagen nítida de lo que desea transmitir. Utilice un lenguaje conciso y claro.
- Ya que las palabras evocan emociones e ideas, hable de cosas gratas y todos se sentirán satisfechos, hable de problemas y rehuirán su compañía.
- Actuamos básicamente para conseguir lo que nos agrada y evitar lo que nos desagrada. Pero recuerde en todo momento: mi manjar puede ser tu veneno. Recurra en su argumentación tanto a los aspectos positivos que se alcanzarán como a los negativos que se evitarán.
- Dialogue para conocer, no para imponerse. Ceda para luego retornar a la dirección que le interesa. "Desde luego tiene usted razón, pero...". "Comprendo lo que dice, pero...". Adelántese a su adversario. Expóngale por anticipado las opiniones que él puede utilizar en su contra. Exponga sus argumentos en forma de pregunta de manera que la respuesta implique aceptar sus puntos de vista.
- Algunas frases útiles para su trato con los demás: "¿Cuál es su opinión?", "Me haría usted el favor...", "¿Qué dijo/hizo usted?"
- No trate de imponer sus ideas. Muéstrelas paulatinamente para que vayan siendo asimiladas. Que terminen pensando que no son suyas. Utilice frases como: "Tiene usted razón al decir...", "Está usted en lo cierto...", "Como usted ha dicho...", "Como usted dio a entender...", "Hace poco comentó que...", para hacer pensar que la idea procedía de su interlocutor.
- Con personas que ofrecen resistencia puede exponer su argumentación y decir que, a pesar de todo, cree usted estar equivocado. Puede también defender un punto de vista opuesto al que le interesa. En ambos casos, estos sujetos suelen terminar defendiendo la idea que usted quería imponer.
- Su forma de hablar tiene tanta importancia como las palabras que utiliza. Su tono de voz ha de reforzar lo que quiere expresar, debe seguir el flujo de sus sentimientos. Una voz monótona fatiga. Una voz de baja tonalidad es convincente y relajante. Hable lenta y claramente.
- Transmitir un mensaje sincero conlleva gesticular de forma adecuada. No deje fija su mirada. Inclínese ligeramente hacia su interlocutor cuando éste hable. Practique delante del espejo para perfeccionar su expresión corporal.
- Recuerde: piense dos veces antes de hablar. Escuche atentamente más que hable. Todos deseamos expresar nuestras opiniones.
- Trate a los demás como usted desearía ser tratado. Tenga siempre en mente los derechos y sensibilidad de los otros. Una sincera sonrisa amistosa y unas buenas palabras hacen milagros.
- Sea cortes y agradecido. No escatime decir: "Muchas Gracias", pero hágalo sinceramente y no de forma monótona (acompáñelo de una sonrisa y una mirada a los ojos). Muestre interés y aprecio.
- Recuerde el nombre de las personas con las que trata. A todo el mundo le agrada oír su nombre. Si lo olvida, pueden pensar que no son importantes para usted. Cuando le presenten a alguien, centre su atención en aprenderlo. Si duda, pida que se lo repitan (Ej. "Le importaría repetir su nombre, lo siento no pude entenderlo bien"). Busque, al menos, tres oportunidades para volverlo a decir (Ej. "Encantado de conocerle Sr...", "Que opina Sr.?", "Espero verle otra vez Sr."). Para facilitar su recuerdo asocie el nombre a algún rasgo significativo. Puede incluso apuntarlo en una libreta.
- Compórtese conforme a lo que espera de los demás, como si fueran a ayudarle a conseguir lo que desea. Si espera buenas cosas es muy probable que ellos se las ofrezcan.
- Lo más difícil de la amistad es mantenerla. Bromas pesadas, palabras hirientes, querer decir la última palabra, hablar inútilmente por no callar son el mejor instrumento para derribar cualquier relación que hayamos construido. Recuerde: las palabras son como flechas, una vez lanzadas no se pueden recuperar. No diga nunca lo que no pueda firmar.
- Permita que los demás hagan algo por usted, deposite su confianza en ellos. Hágales partícipes de los honores que reciba.
- Haga que se sientan importantes las personas con las que convive, que sepan que está orgulloso de lo que hacen. Destaque con mayor nitidez sus cualidades que sus defectos, refuerce la confianza en sí mismos, anímelos y huya del reproche. Sea afectuoso con ellos y no les critique ante otros.
- Si nosotros mismos somos reacios a aceptar nuestros errores, acudiendo a la justificación, tenga presente que en igual o mayor medida seremos reacios a aceptar las correcciones de los demás. Corrija sólo cuando sea absolutamente necesario. En ese caso: muestre a la otra persona su equivocación pero disculpando el error cometido (Ej. "cualquiera hubiera cometido ese error", "es fácil cometer esa equivocación", "hubiera debido explicárselo antes", "es normal que creyera que lo hacía bien"); alabe antes de criticar ("sueles hacer las cosas bien, pero...", "con el cuidado que pones en todo lo que haces, cómo ha podido pasar esto"); céntrese en el fallo, no descalifique globalmente al individuo. Su propósito es que la próxima vez no se equivoque. Tiéndales la mano: "Cuento con usted", "Confío en ti".
- Cuanto mayor sea su valía, tanto más podrá conseguir. Recuerde: TANTO SABES, TANTO VALES.
Aplique estos consejos en el momento oportuno. La mejor solución aplicada a destiempo es totalmente inútil. Hay que saber qué decir y cuándo. Planifique cómo alcanzar sus objetivos. Recuerde: donde no hay planificación hay precipitación.