Apollo XIII (Apolo 13) .
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¡Qué buena!: Otra de esas películas que debieran ser tema obligado en las Escuelas MBA, y en todas aquellas que “enseñan” liderazgo y dirección.

Apollo XIII nos permite disfrutar hablando de unas cosas que para muchos son pura utopía: el trabajo en equipo, y el ejercicio del liderazgo de corte transformacional. ¿Qué podemos ver en sus escenas?:

EL líder es reconocido, aceptado y valorado desde la primera escena. Se repiten varias escenas similares a lo largo de la película en las que el líder en cuestión es tratado por sus subordinados con esa deferencia y respeto en las antípodas del “pelotilleo” o de lo “políticamente correcto”.

En los equipos de verdad, en el liderazgo de verdad, se cuida con esmero todo el mundo de las relaciones interpersonales: ¡la película empieza con una barbacoa de los trabajadores en la casa familiar del jefe!!! (y parece que sin cobrar dietas…).

Se reitera una y otra vez que todos y cada uno de los miembros el equipo son no ya importantes sino ESENCIALES para el cumplimiento de la misión. No sólo se dice, se hace. Tenemos las escenas en las que el jefe dice “desde la mujer de la limpieza hasta…”, y en la que el jefe da la mano a unos mecánicos “cualesquiera” cuando sale del hangar hacia el avión.

El líder cree en su misión. Es casi una cuestión de “fe religiosa”, no una simple cuestión de objetivos, de beneficios, de poder, etc. Tanto cree en la misión del equipo (en SU misión) que casi parece identificarse con ella.

Un equipo se caracteriza porque cada uno de sus miembros es un especialista en su campo; ahí está su riqueza y su enorme complejidad (ningún equipo de futbol ganará ni un partido si juega con once porteros). En las escenas del ensayo en el simulador lo podemos ver, además de ver una cosa curiosa pero vital para el buen funcionamiento de un equipo: el jefe es el jefe.

En buenos equipos y en el buen liderazgo los problemas se afrontan, no se esconden o disimulan. Lo podemos ver en las escenas de la rueda de prensa y el trato sobre el número 13, y en la charla con su hijo sobre el accidente en el que murió abrasada la tripulación anterior.

La escena en la que le comunican al compañero que no podrá volar es todo un compendio de teoría del liderazgo, que empieza un poco antes (cuando la discusión acalorada entre los directores del proyecto y el jefe).

Cuando se produce del relevo del astronauta se ve algo que es el pan nuestro de cada día en todas las organizaciones y grupos: el nuevo siempre será un extraño para los veteranos, un grano cerca del coxis. Esta experiencia será vivida así tanto por el nuevo como por los veteranos. De ahí la necesidad de que existan “protocolos de socialización” que minimicen esos efectos, porque ese desajuste no solo afecta a nivel personal a unos y a otros, sino que redunda en pérdida de eficacia cuando menos.

En la pregunta del jefe “¿qué fue lo que pasó?” cuando el fallo en el simulador se resume todo otra enciclopedia del ejercicio del liderazgo. Ni le echa la culpa, ni le grita, ni lo castiga… le permite el auto-aprendizaje a partir del error (error que provocan los técnicos para que aquellos profesionales aprendan, ...no lo pierdan de vista…). Y luego, cuando los dos jefes tienen que hablar sobre ese asunto espinoso, lo hacen en privado.

La escena del chaleco del jefe de sala representa esa circunstancia tan peculiar de los líderes carismáticos: esas rarezas que a veces tienen, que los hacen especiales y reconocibles.

En la reunión de ingenieros para dar solución a los problemas de la nave vemos de nuevo la importancia del jefe, en concreto a la hora de tomar decisiones y zanjar cuestiones. En esa escena comienza un proceso creativo de resolución de esos problemas “imposibles” (cuadrar una salida rectangular con una entrada circular). ¡Cuántas veces habremos oído la frase “eso no se puede hacer”, o “eso nunca se ha hecho”!.

Algo importante es notar que el astronauta relegado (¿despedido?) sigue siendo un miembro del equipo, no solo por la tristeza que le une a sus compañeros, sino como parte activa y vital para la organización (escenas de cuando va a ver el despegue, y sobre todo cuando luego es requerida su ayuda para salvar la misión). No habría que decirlo, pero sí: el despedido, en vez de mandarlos a la mierda (justamente cabreado), se vuelca al 1000% en resolver el problema planteado. ¿Ciencia ficción?…

Por cierto (sé que lo que voy a decir puede ser motivo de excomunión en determinados ambientes), no pasemos por alto que los astronautas eran militares… (a veces las posturas ideológicas apriorísticas no son ni justas ni objetivas, y nos hacen perder muchos tesoros escondidos).

Les deseo que alguna vez tengan la fortuna de encontrarse en un equipo de trabajo eficaz, y con un líder transformacional como dios manda… Aunque no sé si les hago un favor, porque esas experiencias crean adicción, y luego, como son tan raras, la añoranza de lo perdido puede ser terrible… Volver arriba





Actualizado el:
31dic2018
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