LA SANDÍA

LA SANDÍA

Un viajero iba atravesando una extensa y árida llanura. Había estado cabalgando desde la mañana y ahora se sentía caluroso, cansado y hambriento. Observó que el sol empezaba a ponerse en el horizonte por entre las montañas comenzó a preguntarse dónde podría encontrar un lugar donde descansar y algún sitio donde pasar la noche.

Llegó finalmente al término de la llanura y miró fijamente hacia abajo en dirección a un hondo valle. Allá lejos en la distancia le pareció distinguir una aldea remota, con el humo de las chimeneas evolucionando despreocupadamte sobre cielo del atardecer.

Urgió a su caballo a bajar por el sendero que conducía al fondo del valle. Le parecía estar disfrutando anticipadamente de la bebida fría como el hielo que apagaría su sed y del sabor de las delicias de la localidad, así como de la buena compañía.

Cuando llegó a las afueras de la aldea, ésta parecía estar desierta. Había una sola calle con casas y unos pocos comercios a cada lado. Pero a través de la neblina de la tarde pudo distinguir vagamente cierta actividad al otro extremo del vecindario.

Urgió a su caballo en esa dirección y advirtió que todos los aldeanos estaban reunidos en torno a una valla que rodeaba un campo. A medida que se acercaba pudo escuchar los gritos nerviosos de la gente. Cuando le vieron, le suplicaron:“Ayúdenos, Señor, Sálvenos del monstruo”El viajero miró hacia el interior del campo. Lo único que pudo ver fue una sandía enorme.“Por favor, sálvenos, Señor. Está a punto de atacarnos”.

“Eso no es un monstruo. Es una sandía. No es más que una fruta de gran tamaño”.

“Es un monstruo y está a punto de atacarnos. Sálvenos”.

“Es una sandía”.

“Es un monstruo”.

“Es una san...”.Pero antes de que pudiera acabar, los enfurecidos aldeanos le bajaron del caballo ylo arrojaron a la charca. Después lo ata ron al caballo y lo fustigaron hasta hacerle desaparecer de la aldea.

Aproximadamente una hora más tarde otro viajero iba si guiendo penosamente las huellas del anterior. El sol había se guido bajando en el horizonte y sentía más sed y más hambre todavía que el primer viajero. También contemplaba la posibi lidad de beber algo y de probar la exquisita cocina genuina de la región.

Bajó serpenteando la ladera del valle y llegó a las afueras de la aldea. Vio a la multitud agitándose y gritando junto a la valla.“ Cuál es el problema?”, preguntó.

“Mire, un monstruo verde y feroz. Está a punto de atacarnos”

“Así es”, dijo el viajero. “Es enorme y ciertamente muy fiero Permitid que os ayude”Sacó la espada, espoleó a su caballo, saltó la valla y en menos que canta un gallo los trozos de sandía volaban por todas partes. Los aldeanos, cubiertos de pulpa roja y de pepitas ne gras, daban vítores y aplaudían enfervorizados. Pasearon al viajero por toda la aldea en olor de multitud y le invitaron a quedarse todo el tiempo que quisiera.

Lo instalaron en la mejor habitación del hotel, le pagaron to dos los gastos, le sirvieron la mejor comida y los mejores vinos de la región. Y a cambio el viajero se molestó en escuchar y aprender su cultura, su historia, sus relatos y su estilo de vida.

Y a medida que obró de este modo, poco a poco se fue ga nando la confianza de estas gentes. Empezó a hablarles a su vez de su cultura, de su historia, sus relatos y el estilo de vida de sus propias gentes. Y muy amable y delicadamente comenzó a en señarles la diferencia entre un monstruo y una sandía.

Y así, a su debido tiempo, los aldeanos se decidieron a plantar y cultivar sandías en sus campos. Y cuando al viajero le llegó finalmente la hora de partir, pasó junto a los campos llenos ahora de hileras de enormes sandías esperando la cosecha. Y un aldeano le dijo:

- “Muchas gracias, Señor. Nos has enseñado muchas cosas. Y nos has enseñado cómo domar a la sandía y hacer que trabaje para nosotros”

Y el viajero dijo: “Tenéis efectivamente unas sandías magníficas. Pero no olvidéis jamás que incluso las sandías pueden a veces ser monstruos”



Fuente: Nick Owen: “La magia de la metáfora”. Ed. Desclée de Brouwer, 2003







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