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ANSIEDAD Y JUEGO PATOLOGICO
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Dentro de la polémica existente entre depresión y ansiedad
relacionado con el juego patológico, surge otra, no menos importante,
que es el papel de la activación y arousal, ampliamente relacionado
con el estrés y la ansiedad.
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Uno de los conceptos mas utilizados en la investigación sobre
el juego es el de activación, por lo que en estos últimos
años han proliferado los trabajos sobre evaluación psicofisiológica,
con importantes resultados, donde se han encontrado diferencias significativas
con la población general e incluso entre distintos tipos de juegos.
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A la hora de hablar de activación destaca la figura de Brown,
quien, junto a otros autores, se centra en el aumento de arousal o activación
como reforzador en sujetos buscadores de estimulación (Brown, 1986;
Dickerson et al. 1987).
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Para Brown (1986) el fenómeno central del juego es una experiencia
personal y un estado de activación objetivamente verificable, probablemente
autónomo y cortical. El concepto de activación de este autor
es parecido al propuesto por Thayer (1989), quien lo relaciona con los
niveles de estrés (citado por Brown, 1993).
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El estrés es una variable importante asociada con un alto
nivel de arousal y activación (Turpin, 1989 citado por Brown, 1993),
su relación con la ansiedad, hace de ésta un mediador fisiológico,
jugando un importante papel en la ludopatía (Sharpe y Tarrier,
1993).
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La ansiedad y la reacciones fisiológicas que conlleva, en
el caso particular del juego, es para muchos autores el principal causante
del mantenimiento del juego. Pero en cuanto a la adquisición algunos
investigadores han apuntado al acto del juego como una estrategia de evitación
de la ansiedad, mientras que otros lo han relacionado con una búsqueda
de activación.
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El juego utilizado como un "estimulante" parece tener mas evidencia
empírica a través de los resultados de entrevistas realizadas
en diversos estudios en los que se comprueba un estado de baja estimulación
percibida en las vidas de algunos dependientes (Carrol, D y Huxley, A 1994),
esto convierte al juego en un potente estimulador, con los aspectos reforzantes
del mismo, siendo uno de los causantes principales de la adquisición
y mantenimiento del juego.
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En el estudio de la ansiedad en las adicciones, surge otro problema
puesto que determinadas drogas pueden servir como estrategia de afrontamiento
de la ansiedad pero a su vez, por su carácter desadaptado, aunque
la puede reducir a corto plazo, se generará un círculo vicioso
a largo plazo ya que la dependencia de por sí provoca ansiedad,
tanto por sus implicaciones destructivas como en la abstinencia ante la
no consumación de la conducta dependiente, como en el caso del juego
patológico, o generado por la no consumición de la sustancia
adictiva, en el caso de las adicciones tóxicas. Este círculo
vicioso que se genera convierte a la ansiedad en causa y causante.
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La constatación de que algunas conductas consumatorias pueden reducir
el malestar, percibido como una alta activación fisiológica,
cualquiera de las respuestas motoras pueden ser capaces de discriminar
entre personas con alta y baja ansiedad. Debido a lo anterior, el fumar,
comer o beber demasiado constituye una de las siete respuestas motoras
de ansiedad evaluadas en el Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad
(I.S.R.A., Miguel Tobal y Cano Vindel, 1986, 1988, 1994).
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Este cuestionario evalúa los distintos tipos de respuesta de ansiedad
(cognitivo, fisiológico y motor) en las situaciones potencialmente
ansiógneas. También permite la evaluación de la ansiedad
asociada a cuatro áreas situacionales o rasgos específicos:
ansiedad de evaluación, interpersonal, fóbica y ansiedad
en la vida cotidiana.
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Actualmente se está realizando un estudio en Barcelona utilizando
el I.S.R.A. Resultados publicados de este cuestionario con jugadores patológicos,
solo conozco el de García, J. (1993) que encontró niveles
de ansiedad severa (por encima del centil 75 en puntuación total
o rasgo de ansiedad) en el 49% de la muestra (n=135), con puntuaciones
mas elevadas en el nivel cognitivo y dentro de los factores situacionales
es en Ansiedad ante la evaluación en el que puntuaron más.
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Son importantes estos resultados, ya que según el modelo de los
tres sistemas de repuesta de ansiedad, la especificidad individual (reactividad)
va a estar relacionada con la eficacia de las técnicas de tratamiento
(Cano-Vindel, A. 1994)
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En el estudio de García, J. y cols., las puntuaciones elevadas en
el sistema cognitivo hacen pensar que en el tratamiento del juego patológico,
los individuos encontrarían mas alivio con técnicas de tipo
cognitivo, pudiendo obtener una mayor eficacia que si utilizamos técnicas
de tipo fisiológico (relajación, desensibilización
sistemática o biofeedback) o de tipo motor (exposición, ensayo
conductual o refuerzo. Esta hipótesis sobre relaciones entre reactividad
y tratamiento está siendo ampliamente estudiado por Miguel Tobal
y Cano Vindel desde 1990.
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Otro importante cuestionario que evalúa el rasgo-estado de ansiedad
es el S.T.A.I. (Spielberger et al., 1970), que tiene notables diferencias
respecto al I.S.R.A. principalmente por el carácter situacional
de este último.
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El S.T.A.I. posiblemente por su mayor antigüedad y popularidad ha
sido el mas utilizado en el estudio del juego patológico, destacando
por su relevancia el trabajo de Blaszczynski, A y McConaghy, N en 1989.
Estos autores encontraron que tanto la ansiedad estado (media=49,39, desv.
típ.=13,46) como en ansiedad rasgo (media=49,36, desv. típ.=10,39)
los jugadores alcanzaban puntuaciones similares a las de la muestra normativa
de Spielberger et al. (1970) con pacientes neuropsiquiátricos y
significativamente más altas que las obtenidas con una muestra de
estudiantes universitarios. También suministraron el Inventario
de Depresión de Beck (Beck et al. 1961) con una media de 18,89 y
desv. típ. de 10,33.
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Aunque en el global si hay diferencias significativas, con una media de
49,11 (dt=13,46) de estado de ansiedad y un 49,36 (dt=10,39) de rasgo de
ansiedad, no hubo tal diferencia entre los subgrupos y las variables asociadas.
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Variables relacionadas con Apostadores de Carreras de Caballos (N=19)
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y con Jugadores a Máquinas (N=15)
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Estos autores llegaron a unas conclusiones bastante interesantes que han
servido de precedente para muchos otros estudios. Afirman que " aunque
la excitación y expectación del aspecto económico
es la principal motivación de los jugadores sociales, para el jugador
patológico es secundario. La necesidad de obtener dinero queda relegada
a un segundo plano en el caso de un episodio de juego siendo menos importante
que el estrés o la depresión, igualmente el incremento de
un estado emocional negativo incrementa el consumo de alcohol. Los resultados
de este estudio determinan que el juego e utilizado como una estrategia
de afrontamiento desadaptativa ante estados emocionales negativos, como
pueden ser la ansiedad o la depresión, igualmente intervienen otros
factores de gran importancia como la disponibilidad y la familiaridad."
(pág. 346)
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En definitiva, este estudio es uno de los primeros es medir el rasgo-estado
de ansiedad, y uno de los pocos que ha encontrado diferencias significativas
en cuanto al rasgo de ansiedad. Del mismo modo, ambos autores destacan
la importancia de la relación entre la ansiedad y el juego patológico,
aunque a diferencia de otros autores no encuentra relación con tipos
de juego.
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Uno de los autores de dicho trabajo, realizó un año antes
un estudio comparativo entre dos tratamientos y su relación con
los niveles de ansiedad del STAI. Los resultados de este estudio de McConaghy
et al. (1988) lo comentaré en el apartado de tratamientos. También
citaré otro estudio del mismo autor de 1991, cuyo estudio comparativo
se basa en los índices obtenidos por el STAI, antes y después
del tratamiento.
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Otro estudio mas reciente es el de Cocco, N y cols. (1995), que también
encuentra datos significativos en cuanto al rasgo de ansiedad medido por
el STAI. A diferencia del estudio anterior, si aparecen diferencias significativas
entre los apostadores a caballos y los jugadores a máquinas (F(23)
= 6,57; p < 0.05). La media indicada en los jugadores a las máquinas
fue de un 52,42 mucho mas alto que encontrado en el otro grupo, 40,08.
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Estos autores, al igual que Spielberger et al. (1983), sugieren que
estos resultados indican una importante diferencia entre jugadores en cuanto
a los niveles de rasgo de ansiedad. También aparecen dichas
diferencias en los resultados de las otras dos escalas, Telic Dominance
Scale (TDS) y la Arousal Avoidance Sub-scale of the Telic Dominance Scale
(TDSAA), no ocurriendo lo mismo con las otros tres factores.
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Moreno, I et al (1995) encuentran una puntuación media para la ansiedad
bastante alta, de 14,5 (ds = 9,1; rango: 0-34) puntos.
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Anteriormente cite las conclusiones a las que llegaron, ya que es bastante
relevante el hecho de darle mayor importancia a la ansiedad que a la depresión.
Al igual que otros autores, determinan que los índices de depresión
que aparecen en este y otros estudios, se deben a un trastorno adaptativo
depresivo. Esta anterior deducción proviene del hallazgo mas frecuente
de síntomas de ansiedad que de depresión, en los resultados
obtenidos en las escalas de ansiedad (ansiedad mayor: 52,5%) y depresión
(depresión mayor: 10%) de Hamilton y en el AMDP (ansiedad: 65,9%,
trastornos psicosomáticos: 47,5%). Otro estudio que encuentra mayores
índices de ansiedad que de depresión es el de Bergh (1994)
con un 53% de depresión severa y un 60% de ansiedad y distress.
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Al igual que hice en el apartado de trastornos afectivos, con la alusión
a la hipomanía y al riesgo de suicidio, cabe hacer una importante
mención a los trastornos psicosomáticos, muy poco tratados
en la mayoría de los estudios, pese a tal y como exponen García
et al." coherentemente con los resultados obtenidos en las evaluaciones
de trastornos afectivos y de ansiedad, se observa una notable incidencia
de trastornos psicosomáticos entre los jugadores patológicos
(Martínez- Pina et al 1990; Lorenz, Yaffee, 1986; I.E.A.P.A., 1991)."
(1993, pág. 85)
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Los anteriores autores observaron este tipo de trastornos en un 39% de
la población atendida (N=254), estando mas acentuada entre la muestra
de mujeres (77%) que entre los varones (23%), de mayor a menos incidencia
encontramos cefaleas o migrañas, trastornos del aparato digestivo
y alteraciones del ciclo vigilia- sueño.
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Según Bombín, 1992 acaecede un cuadro de abstinencia en el
30-40% de jugadores con auténtica dependencia, y su mecanismo obedece
a modificaciones neuroquímicas, que ligadas al estrés de
la abstinencia, sufre el organismo del jugador en relación con su
cuadro endotóxico (endorfinas) propio de la dependencia.
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Algunos autores cuestionan que esta sintomatología sea debido a
un síndrome de abstinencia, primero porque este síndrome
va conceptualmente ligado a la dependencia física y segundo, porque
dichos síntomas se dan, aunque en menor grado durante la fase de
juego.
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En primer lugar, acepto la crítica, puesto que la directamente responsable
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del síndrome de abstinencia es la dependencia física mientras
que la psíquica se limitaría al mero acostumbramiento, consistente
en un conjunto de modificaciones psicológicas y comportamentales
que despiertan en el adicto (jugador) el deseo irresistible de conseguir
la droga (jugar), de forma crónica.
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Realmente no se da adaptación biológica del organismo a la
presencia de la droga (abstinencia física), si bien si se dan una
serie de correlatos bioquímicos, en los sistemas serotoninérgicos,
noradrenérgicos y dopaminérgicos, en forma de alteración
de las constantes biológicas, que tienden a su cronificación,
y a largo plazo con implicaciones físicas, junto a otros factores,
precedidos por el estrés desencadenado por el problema del juego
o en el caso de abstienencia, por el estrés implicado en esta fase.
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Por lo que aunque la distinción entre los tipos de dependencia se
mantiene a nivel biomolecular quizás tal distinción sea falaz,
puesto que para que se alteren la funciones bioquímicas no es preciso
la presencia de una sustancia química externa, puesto que la influencia
ambiental sobre este tipo de funciones está ampliamente demostrada.
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La presencia de algunos de estos síntomas durante la fase de juego,
se debe no a la abstinencia sino a trastornos psicofisiológicos
derivados por una situación de tensión crónica mantenida,
generadora de altos niveles de estrés. El jugador sufre un incremento
de esta tensión cuando deja de jugar, por lo que el juego se convierte
en sí en una estrategia desadaptativa ante esta situación
y ante las repercusiones en otras áreas, por lo que en algunos casos
el juego no es suficientemente potente por lo que se acompaña del
consumo de otras drogas y/o medicamentos, constituyendo todas estas conductas
consumatorias una conducta de afrontamiento desadaptativa que reducen a
corto plazo el estrés pero con importantes deterioros para la salud
a largo plazo. Por lo tanto, la sintomatología se debe en primer
lugar, durante la fase de juego, al aumento general de la activación
del organismo como consecuencia de un alto nivel de estrés propiciado
por la propia dependencia al juego y por las repercusiones del mismo y
en segundo lugar, en el momento de la abstinencia por el incremento de
dichos niveles de estrés, como consecuencia del abandono del juego.
En este segundo momento se hace mas evidentes las alteraciones fisiológicas
del eje II (neuroendocrino) con un valor de supervivencia relacionado con
un afrontamiento activo desadaptado de escape y/o evitación, incrementándose
la sintomatología, básicamente a nivel cardiovascular, apareciendo
una hiperexcitabilidad similar a la abstinencia de los opiaceos, con aumento
de la presión arterial, aumento del ritmo cardiaco, aumento de secreción
de opiáceos endógenos, etc.
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Igualmente, desde el punto de vista fisiológico como respuesta
al estrés, podría destacar el papel de la hormona adrenocoticotrópica
(ACTH) como aspecto explicativo en algunos casos de la secreción
de andrógenos o la alteración en el sistema noradrenérgico
por la baja secreción de catecolaminas, provocada en primer plano
por el Eje III, que podría igualmente explicar la sintomatología
depresiva y ansiosa.
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Según Bombín (1992) " la similitud clínica de la ludomanía
con las drogodependencias alcanza su máxima expresión en
el síndrome de abstinencia" (pág. 35). Pese a que no nos
podemos basar en la abstinencia como único criterio para la inclusión
del juego en las adicciones, lo dicho por este autor me sirve de introducción
al siguiente apartado centrado en la poliadicción como el trastorno
asociado a todas las adicciones y por lo tanto, también al juego.
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