El alcohol, bebida que goza de alto estatus social,
puede convertirse en una droga dura, causando una tremenda adicción
entre sus "víctimas". Es entonces cuando la vida de una persona se
trastoca por completo y se vuelve del revés. Hay que encontrar la
salida al oscuro túnel, pero el camino a través de él
se hace lento y pesado. Al final, como al final de todo túnel, se encuentra
la luz.
En un tiempo muy lejano...
Si queremos saber dónde comenzó a tenerse
en consideración el alcohol debemos remontarnos a las primeras civilizaciones.
Ya los griegos rendían culto a Dioniso y ofrecían bebidas
alcohólicas a los dioses, y fueron los romanos quienes contribuyeron
a la difusión de la vid y su tratamiento.
Frecuentes son las referencias bíblicas al vino
y los árabes han sido considerados descubridores del proceso de
destilación del etanol, principal componente de las bebidas alcohólicas.
Su consumo comenzó a asociarse con salud y bienestar durante la
Edad Media, de ahí que fuesen denominadas aqua vitae.
A partir de la Revolución Industrial el consumo
de alcohol adquiere altas cotas, y se verá incrementado desde la
segunda mitad del siglo XX. Su consumo desmesurado puede llegar a originar
una dependencia de esta sustancia. De ahí que no sea extraño
que actualmente, sea la primera toxicomanía en muchos países
del mundo.
Efectos que engañan
Podríamos definir el alcohol como una droga
legal, mejor considerada que otras dada la aceptación de la que
goza en el ámbito social. Diversos estudios han demostrado los efectos
beneficiosos que sobre el organismo tiene beber moderadamente algo de alcohol,
tal como señalan las conclusiones de investigaciones realizadas
por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos:
"Una revisión de la literatura médica al respecto sugiere
que el consumo de alcohol en pequeños niveles puede reducir el estrés;
promover la cordialidad y el hecho de sentirse placentero; y disminuir
la tensión, la ansiedad y la falta de interés. En personas
mayores, se ha comprobado que la bebida moderada estimula el apetito, promueve
la función regular de los intestinos y mejora el temperamento".
Sin embargo, se puede caer en el engaño fácilmente.
Una copa en una fiesta puede hacernos sentir más desinhibidos y
ambientados pero, en lugar de ser como se piensa un estimulante del Sistema
Nervioso Central, es un represor del mismo. De este modo, a la sensación
inicial de euforia le sigue un estado de somnolencia con visión borrosa,
falta de coordinación muscular, lentitud de reflejos, disminución
de la capacidad de atender y comprender, fatiga muscular, etc.
Cuando el alcohol se interpone en la vida
En el momento en que la toma de alcohol se convierte
en algo más que habitual, crónico, produce sus efectos negativos
en la propia persona -irritabilidad, insomnio, delirios de celos o de persecución-,
y en el entorno familiar, donde tiene lugar la pérdida de responsabilidad,
desestructuración, aparición de crisis, malos tratos... En
el plano social el alcoholismo se asocia a conductas delictivas, alteraciones
del orden y suicidios.
No es buena idea comenzar el día echando un
poco de vodka en el zumo de naranja que forma parte del desayuno, ni dando
un trago a una botella de whisky antes de salir de casa. A esto se llega
cuando uno pasa de beber de vez en cuando, a beber más a menudo.
Cuando te quieres dar cuenta, estás dentro de un círculo del
que no se puede salir. Según un miembro de la organización
Alcohólicos Anónimos que prefiere permanecer en el anonimato
tras haber pasado 15 años bebiendo en exceso, se considera que una
persona es alcohólica "cuando su manera de
beber crea problemas y no se puede dejar de beber".
Respecto a por qué se empieza a beber, este
afectado afirma que "cuando se bebe, lo que se busca son los efectos
del alcohol. Si una persona es tímida, se siente más extravertida.
Cuando una persona utiliza una droga es porque en su interior algo falla.
En ocasiones su propia personalidad les hace sufrir porque les limita.
Al comprobar que una droga como el alcohol se puede comprar en cualquier
sitio se siente mejor, y continúa bebiendo".
El apoyo necesario
Es normal preguntarse: en estos casos, ¿qué
hace la familia? En palabras de alguien que ya se ha rehabilitado, "la
familia sufre y además tiene una gran confusión. Ve que su
familiar tiene comportamientos más irracionales hasta que se da cuenta
de que es por culpa del alcohol". En este momento los familiares tienden
a pedir al afectado que deje de beber, comienzan a presionarlo. Entonces,
"cuando lo presionan, miente, se vuelve resentido contra
la propia familia". Para evitar esto, tanto expertos como quienes lo
han vivido aseguran que "lo que hay que hacer es, después de una
borrachera, hacerle reflexionar".
El apoyo continuo al enfermo para que consiga abandonar
la dependencia es fundamental, más si tenemos en cuenta que la recaída
es frecuente. Se convierten, en "enfermos compulsivos que pierden el
control sobre el alcohol. Todo esto se para cuando dejan de beber, pero
mientras se vive, se sabe que si se toma una copa la recaída es inminente".
Al tocar fondo...
Poco a poco al principio, pero muy rápido después,
la vida propia deja de ser lo que era para convertirse en un auténtico
desastre. Son habituales las alteraciones en la conducta que originan conflictos
en la propia casa y el entorno laboral y social, hasta que se llega a una
dinámica en la que discutir con cualquier persona y perder amigos
es "lo normal".
Entonces alguien decide llevar al enfermo a un centro
de rehabilitación en el que sus miembros, en muchas ocasiones antiguos
alcohólicos o personas en proceso de desintoxicación, ofrecen
voluntariamente su apoyo al nuevo miembro. En primer lugar, lo que se debe
hacer es "admitir la derrota sin condiciones y reconocer que tu vida
con la bebida es incontrolable. Hemos bebido durante años -yo empecé
a los 13 años y lo dejé cuando tenía 28- y el organismo
ha hecho crack."
Al principio, parece que nada cambia y además
se deben sufrir los desequilibrios físicos y emocionales del primer
mes de abstinencia. El programa de recuperación es duro, pero requiere
voluntad por parte del afectado, ya que los demás han llegado a
un punto en el que no pueden hacer nada por cambiarlo, así que se
han resignado a la situación de embriaguez. Terapia, psicoterapia
y actividades para llenar el tiempo libre componen estos tratamientos para
conseguir eliminar la elevada adicción al alcohol.
"Si bebes, no conduzcas"
Requiere una mención especial la incidencia
del alcohol en los
accidentes de tráfico
, ya que es habitual oír que gran parte de los que se producen
están causados por un conductor en condiciones de embriaguez.
En bajos niveles, causa una pérdida general
de las capacidades para conducir, dado que las percepciones, la capacidad
visual y la rapidez de reflejos disminuyen considerablemente. Un conductor
ebrio no valora correctamente las distancias ni la velocidad, además
de ser incapaz de fijar la vista en un punto concreto, lo que impide seguir
y reconocer objetos y señales. La euforia que sigue a la toma del
alcohol hace que el conductor sobrevalore sus aptitudes y se enfrente a una
serie de riesgos en los que en casos extremos no puede decidir correctamente.
A pesar de que la legislación española
contemple unos
límites legales
del consumo de alcohol cuando se conduce, lo adecuado sería no
coger el coche si se prevé que se va a beber. En caso de tener que
llevarlo, debería hacerlo una persona sobria.
"Las personas pueden aprender a vivir sin alcohol"
Bernardo Ruiz, Psicólogo y Director del
Instituto DeTox
, asegura que cualquier persona, sin límite de edad, sexo o condición
social, es susceptible de convertirse en adicto al alcohol.
Según datos de esta fuente, en España
el porcentaje de personas que consumen alcohol por encima de los límites
moderados es superior al 20% en los mayores de 16 años, y al menos
dos millones de españoles han desarrollado esta dependencia en diversos
grados. Sin embargo, a pesar de estas desalentadoras estadísticas,
una terapia adecuada puede hacer que las personas recuperen su vida.
¿Dónde está el límite
entre beber mucho y ser adicto al alcohol?
El alcohol es una sustancia tóxica contenida
en diferentes proporciones en las bebidas alcohólicas. Su consumo
excesivo puede causar problemas de salud, los cuales son más frecuentes
cuando se superan los límites de cantidad y frecuencia que expresamos
a continuación.
Consideremos una "unidad" de consumo de alcohol a la
cantidad contenida en un vaso de vino, en una cerveza, en una copa de cava,
vino dulce o jerez, (aproximadamente doce gramos de alcohol puro). Las
copas de licor: anís, whisky, cognac, ginebra, etc. o los combinados
de estas bebidas equivalen a dos "unidades".
Sexo
|
Limite diario
|
Limite Semanal
|
Varón
|
4
|
20
|
Mujer
|
3
|
15
|
Estos datos se refieren siempre a personas sanas que
no hayan tenido previamente problemas con el alcohol y no representan una
seguridad absoluta de que no se vaya a tener problemas de salud o desarrollo
de la dependencia alcohólica. Cada vez que una persona supera estos
límites está sometiendo a su organismo a un efecto negativo
que altera su funcionamiento, y que puede conducirle al desarrollo de la
dependencia del alcohol, o de otros problemas de salud derivados del efecto
tóxico de esta sustancia en el cuerpo humano.
¿Cuándo se considera que una persona
es alcohólica?
Decimos que una persona tiene "problemas con el alcohol"
cuando continúa bebiendo a pesar de que su consumo de alcohol está
interfiriendo de forma negativa en su vida, ya sea en su salud, en su equilibrio
psicológico, en su trabajo, en su vida familiar, en su imagen social,
etc.
¿Qué síntomas pueden indicar
que una persona abusa del alcohol?
Mostramos a continuación algunos de los principales
y más comunes síntomas que presentan las personas que tienen
problemas con el alcohol. La presencia de cualquiera de ellos hace recomendable
la consulta del caso particular con un profesional especializado:
Síntomas físicos |
Beber grandes cantidades sin embriagarse
|
Náuseas o vómitos al levantarse
|
Pérdida de apetito
|
Lagunas de memoria (olvidar detalles de lo que se ha hecho o dicho)
|
Ligero temblor en las manos que se alivia al beber alcohol
|
Valores elevados en la enzima Gamma GT o en el Volumen Corpuscular Medio
en un análisis de sangre
|
Síntomas psicológicos |
Sentimientos de culpabilidad, sobre todo a la mañana siguiente.
|
Justificaciones del tipo de "yo lo dejo cuando quiera", "todo el mundo
bebe", etc.
|
Sentirse molesto cuando alguien le sugiere que no beba tanto
|
Intentos y promesas de no beber, o de beber menos.
|
¿Existen rasgos comunes entre las personas
que tienen un problema con el alcohol?
No. El abuso y la dependencia del alcohol afectan a
todo tipo de personas, en todas las clases sociales y niveles culturales,
sin que se haya podido encontrar un tipo de personalidad especialmente predispuesto
al desarrollo de la adicción al alcohol. El único rasgo común
entre todas ellas es su dificultad para autocontrolar el consumo de bebidas
alcohólicas en determinadas circunstancias ambientales, emocionales,
etc.
¿Qué porcentaje de población
española es alcohólica?
El porcentaje de personas que consumen alcohol en España
por encima de los límites de moderación expresados anteriormente
es superior al 20% en los mayores de 16 años, según demuestran
los diferentes estudios que reiteradamente se vienen realizando en los
últimos años.
Si nos referimos a personas adictas al alcohol, podemos
estimar un mínimo de dos millones de españoles que han desarrollado
esta dependencia en uno y otro grado.
En su opinión, ¿es cierta la creencia
de que los jóvenes beben cada día más?
No es cierto que los jóvenes beban cada día
más. Nunca ha habido tantos jóvenes abstemios en España
como ahora. Lo que sucede es que los que beben lo hacen de una forma mucho
más notoria, beben mucho más, y dan la impresión de
ser más de los que en realidad son.
Las razones para el cambio en la forma de beber son
múltiples y tienen que ver, por ejemplo, con la mayor capacidad económica
de los jóvenes de hoy, con la enorme disponibilidad del alcohol a
todas horas y sin límites de edad que realmente se respeten y con
una enorme permisividad por parte de los padres y de la sociedad en general.
¿A qué se debe que estas personas
beban más que el resto? ¿Puede ser el alcoholismo consecuencia
de algún otro problema, es decir, puede considerarse como "vía
de escape"?
Los motivos para el abuso del alcohol son fundamentalmente
de dos tipos:
-
Una cultura favorecedora del consumo de alcohol como elemento integrado
en las relaciones sociales. Esto hace que algunas personas vayan incrementando
su consumo paulatinamente hasta convertirse en bebedores abusivos o adictos
al alcohol, sin apenas darse cuenta.
-
Otras personas encuentran en el alcohol un alivio momentáneo a
sus sentimientos desagradables, ya sean de timidez, de ansiedad, de tristeza,
etc. Y poco a poco desarrollan la dependencia por la reiteración
del consumo abusivo de alcohol como medio de combatir el malestar emocional.
¿Existe algún tipo de predisposición
a padecer esta adicción si algún miembro de la familia, especialmente
progenitores, son alcohólicos?
Hay datos para pensar que no todas las personas reaccionan
de la misma forma cuando consumen alcohol. Sin embargo, esto no quiere
decir que la dependencia del alcohol esté determinada por la genética.
Al igual que cuando varias personas toman el sol su piel reacciona de modo
diferente, llevando a algunas a un agradable color dorado y a otras a quemarse
en el mismo tiempo, existen diferencias individuales que hacen a algunas
personas más sensibles al alcohol, y por tanto, que sea más
fácil que desarrollen dependencia. De todos modos, cualquier persona
que beba en exceso puede convertirse en adicta al alcohol en más
o menos tiempo.
¿Cómo acepta el enfermo que padece
una adicción? ¿Cuántos de ellos acuden a un especialista?
Aceptar la condición de adicto al alcohol es
un paso que cuesta mucho dar a la mayoría de las personas que padecen
este problema, al igual que a sus familias. Por ese motivo las demandas
de tratamiento son escasas, y muchas veces pasan años hasta que se
producen, agravando de esa forma las consecuencias del abuso del alcohol
y dificultando también la recuperación completa del paciente.
¿Cuál es el papel de la familia en
esta aceptación y en el posterior tratamiento de desintoxicación
que requiere el afectado?
Desde la familia se puede ejercer una muy importante
presión positiva para que la persona afectada se decida a ponerse
en tratamiento y superar su problema. De hecho, la familia suele ser el
elemento que más eficazmente puede ayudar a esto. Pero la presión
familiar debe hacerse de acuerdo con ciertos criterios para ser eficaz:
-
Hay que hablar de "Solución", no de "Problema"
No hay que insistir más en lo mal que está
la persona bebedora. Se da por hecho que él ya lo sabe, aunque nunca
se lo haya reconocido abiertamente o siempre tienda a justificar o minimizar
el caso. Lo sabe..., porque es quien primero lo sufre. Por eso lo importante
es hablarle de solución. Proponerle ayuda. Hablarle de los beneficios
que todos van a obtener cuando el problema se haya superado.
-
Presionar para que se ponga en tratamiento, no para que deje de beber.
Si la presión la ejercemos en la dirección
de intentar que deje de beber estaremos creándole una mayor angustia,
ya que precisamente el problema de una persona dependiente del alcohol
es que no es capaz de controlarse bebiendo, y por lo tanto, le estamos
pidiendo algo que está fuera de su alcance, y le estamos induciendo,
sin quererlo, al fracaso, a la ocultación de su conducta, a la mentira,
a la agresividad, etc.
Si le presionamos para que se ponga en tratamiento
le estamos pidiendo algo para lo que sí está capacitado. En
cambio, nada le impide acudir a una consulta con un terapeuta especializado
en la materia que le ayude a iniciar el proceso de recuperación.
Por eso, la presión siempre debe dirigirse a
que se ponga en tratamiento. Y ofrecerle una o varias alternativas terapéuticas
para que elija la que le resulte más adecuada a sus características
personales.
-
Ser firme en la presión.
Es fácil que en medio de una discusión
el/la esposo/a plantee que no está dispuesto/a a seguir así,
que si no deja de beber se van a separar, etc. Y que luego, al cabo de un
tiempo se ablande, una vez pasado el enfado, y dé por buenas las
intenciones de cambio del familiar bebedor. Esto no sirve de ayuda. La presión
debe dirigirse siempre a ponerse en tratamiento, y además, hay que
ser firme y cumplir cualquier "amenaza" que se haya formulado.
En resumen, el mensaje es el siguiente: "Si te pones
en tratamiento aquí me tienes y podrás contar con todo mi
apoyo para salir adelante. Si no lo haces, yo no estoy dispuesto/a a seguir
así y nuestra relación se va a terminar".
¿En qué consiste el tratamiento, tanto
farmacológico como psicológico?
Básicamente el tratamiento de la dependencia
alcohólica tiene dos aspectos diferenciados.
-
El tratamiento médico de las consecuencias de la intoxicación
alcohólica.
Depende de las circunstancias individuales del paciente,
del momento en que se reciba la demanda de tratamiento, etc. En ocasiones
es necesario administrar fármacos, pero otras veces no. Y desde
luego, no existe un tratamiento farmacológico que por sí
solo elimine la dependencia del alcohol definitivamente.
-
El tratamiento psicológico de la conducta adictiva.
Está orientado a crear y mantener nuevas pautas
de conducta en las situaciones, tanto sociales como emocionales, relacionadas
con el consumo de alcohol del paciente. En definitiva, tiene que aprender
a vivir sin alcohol y desarrollar un conjunto de habilidades psicológicas
y pautas de conducta que le permitan mantenerse sin beber y sin sufrir
por ello.
¿Cuál es la duración media
estimada del tratamiento?
Hay muchas diferencias en esto, no se pueden dar datos
generales. Hay métodos, como el de Alcohólicos Anónimos
y similares, que propugnan una vinculación de por vida a la asociación
para mantener la sobriedad, y hay tratamientos breves que en pocos días
consiguen eliminar la dependencia.
¿Existe la cura completa o
quedan siempre secuelas? ¿Qué posibilidades de recaída
en ésta u otra adicción existen?
Si entendemos la "curación" como la vuelta a
una situación como la que tenía la persona antes de haber bebido
su primer trago de alcohol, la respuesta es negativa. Una vez que se ha
abusado del alcohol y se ha desarrollado la dependencia siempre habrá
unas alteraciones fisiológicas y conductuales que permanecerán
más o menos latentes en el individuo. Es como cuando una persona
aprende a montar en bicicleta. Una vez desarrollado el hábito, nunca
se olvida. Uno puede decidir no montarse en bicicleta nunca más,
pero si lo hiciera, lo que no puede es evitar que su cuerpo realice de forma
automática los movimientos necesarios para mantener el equilibrio.
En las conductas adictivas sucede algo muy parecido.
Sin embargo, con una terapia adecuada, las personas
pueden aprender a vivir sin alcohol de una forma totalmente saludable y equilibrada.
Es decir, la dependencia se puede superar y la persona puede recuperar su
libertad.
Al tratarse principalmente de una conducta que ha pasado
de ser un hábito a ser una dependencia es necesario un tratamiento
psicológico que restituya en la persona su capacidad de autocontrol
ante las situaciones, ya sean de presión social, de alteración
emocional, o de otro tipo, en las que anteriormente bebía.
¿De qué
depende que el tratamiento sea con ingreso en un centro o con consulta externa?
Esto depende principalmente del estado del paciente.
Una vez evaluado el caso individual es cuando se puede plantear el tipo
de tratamiento más apropiado.
¿Existen suficientes centros
para cubrir la demanda?
No. Hay realmente muy pocos profesionales formados
adecuadamente y dedicados a este tema, y la oferta desde la sanidad pública
es prácticamente inexistente. Ni la Seguridad Social ni las Compañías
Privadas de asistencia sanitaria contemplan la adicción al alcohol
como una enfermedad, y por tanto, no ofertan tratamientos para ella.
¿Hay algún tipo de subvención
económica para el tratamiento?
No existen subvenciones generalizadas. En cada Comunidad
Autónoma hay políticas diferentes y en algunos municipios
también se pueden contemplar ciertas ayudas, pero en general son
excepcionales.
Cuestionario intuitivo
El folleto "¿Puede Alcohólicos Anónimos
Ayudarte?" contiene una serie de preguntas que podrían orientar
sobre un posible problema con el alcohol. Tras obtener el permiso de la
organización, quienes perciban en sí mismos o en familiares
o amigos una inclinación exagerada hacia esta sustancia, pueden
lograr con el siguiente cuestionario una primera impresión de cuál
es la situación.
-
¿Has intentado alguna vez no beber durante una semana o más,
pero sólo has aguantado un par de días?
-
¿Te gustaría que la gente dejara de meterse con tu afición
a la bebida y de aconsejarte lo que tienes que hacer?
-
¿Has ido cambiando de bebida cada poco tiempo esperando con esto
no emborracharte?
-
¿Has necesitado en algún momento, durante el último
año, tomar pastillas para despejarte?
-
¿Llegas a envidiar a la gente que bebe y consigue no meterse en
ningún tipo de problemas?
-
¿Has tenido problemas relacionados con la bebida durante el último
año?
-
¿Te ha causado tu afición a la bebida problemas en tu casa,
con tu familia o amigos?
-
¿Intentas conseguir bebidas extra en comidas o celebraciones porque no crees
tener suficiente?
-
¿Te dices que podrías dejar de beber en cualquier momento,
pero sigues emborrachándote una y otra vez?
-
¿Has faltado alguna vez a tu puesto de trabajo, o al colegio,
a causa de la bebida?
-
¿Has llegado a pensar, en algún momento, que tu vida sería
mejor si dejaras de beber?
-
¿Tienes lagunas mentales o pérdidas de memoria con frecuencia?
Si cuatro o más preguntas son afirmativas, podría
existir un problema con el alcohol, con lo que se recomienda acudir a un
centro o persona especializada.
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