Reflexiones sobre el Tratamiento de la Adicción al Alcohol

En las siguientes líneas expongo algunas reflexiones fruto de mis 16 años de estudio y trabajo sobre el problema de la adicción al alcohol y su tratamiento.

En ellas resumo los principios fundamentales que, a mi juicio, deben orientar el tratamiento de las personas que han desarrollado el problema de la dependencia alcohólica.

Centrarnos la conducta adictiva, no en la sustancia

El objetivo terapéutico del tratamiento de la dependencia del alcohol es promover un cambio de conducta en el paciente que le permita afrontar de una forma diferente las situaciones el las que beber alcohol se ha convertido en su respuesta predominante.

Así pues, a lo que nos enfrentamos es a un problema de conducta, a un hábito que se ha convertido en la respuesta predominante del sujeto ante determinadas situaciones de su vida y de la que ha perdido buena parte de su capacidad de control voluntario.

La dependencia o adicción se caracteriza porque el paciente ha perdido, en más o menos grado, el autocontrol de la conducta de beber alcohol, y es esa capacidad de autocontrol lo que hay que restablecer para considerar que se ha superado el problema.

Por autocontrol entendemos la capacidad de desarrollar una conducta diferente de beber alcohol en las situaciones, tanto de tipo social como de tipo emocional, en las que la persona solía beber, y en las que ha desarrollado el problema. Y hablando de beber alcohol, autocontrol significa, en la práctica, la supresión total de la conducta problema, es decir, aprender a no beber en absoluto.

Rebatir el modelo fatalista de la enfermedad incurable.

El modelo conceptual predominante en el tratamiento del alcoholismo es el que lo presenta como una enfermedad “progresiva” e “incurable”, en la que las recaídas son poco menos que inevitables y en las que el enfermo ha perdido para siempre su capacidad de autocontrol.

Este modelo crea y mantiene en el sujeto un sentimiento de indefensión que resulta muy negativo desde el punto de vista terapéutico por dos motivos principales

Por un lado sirve muchas veces de justificación de las recaídas, eludiendo la responsabilidad propia del sujeto en cuanto a su propia conducta. “He tenido una recaída porque soy un alcohólico”

Por otro lado mantiene en el paciente un sentimiento de inferioridad o de minusvalía frente al resto de personas “normales”, y suele provocar un profundo estado de malestar emocional. Esto produce un desgaste psicológico muy fuerte que a su vez es desencadenante de recaídas,

La combinación de ambos efectos produce un circulo vicioso de recaídas, justificaciones, culpabilidad, indefensión, etc. que solo se puede combatir con la constante participación en sesiones de autoayuda que permitan apuntalar la abstinencia, pero que al mismo tiempo minan la autoconfianza del paciente.

Frente a este planteamiento, pensamos que lo importante es proporcionar al paciente un marco teórico sencillo que le permita entender el proceso de la adicción como un hábito aprendido que se puede controlar.

Hemos de enseñarle que su conducta de beber alcohol se ha convertido en una conducta adictiva, en parte por el propio efecto químco del alcohol en su cerebro, pero también en muy buena parte porque ha sido una conducta reforzada muy fuertemente y con mucha consistencia durante mucho tiempo.

Para ello es necesario explicar los mecanismos básicos del aprendizaje, la influencia de los Antecedentes y de las Consecuencias sobre la adquisición, mantenimiento y extinción de las conductas. Y hacerlo refiriéndose de una manera simple y clara a las experiencias vividas por el paciente en su conducta adictiva con el alcohol.

De esa manera conseguiremos eliminar los sentimientos de culpabilidad y aumentar la capacidad de autocontol. El paciente se ve a si mismo como víctima de la adicción, no como culpable de la misma. Y a partir de este convencimiento se convierte en el principal responsable de su propia recuperación.

Transmitir confianza al paciente.

Muchos terapeutas, a pesar de tratar con pacientes adictos al alcohol, siguen teniendo unas actitudes muy negativas acerca de las posibilidades de éxito de la terapia que aplican.

La creencia de que las recaídas son inevitables, que los alcohólicos son pacientes muy difíciles, etc. son actitudes que mantienen muchos terapeutas, y que inevitablemente transmiten a sus pacientes, a sus familias y a la sociedad en general.

El terapeuta debe ser el primero en creer en las posibilidades de cambio de sus pacientes, debe ser capaz de transmitirles una sensación de confianza en sí mismos y enseñarles que el camino para superar la adicción es fácil y está plenamente a su alcance.

Ante todo, la motivación.

El primer objetivo terapéutico a cubrir es aumentar y consolidar la motivación del paciente hacia el tratamiento. Los pacientes suelen llegar al primer contacto terapéutico cargados de ansiedad, de culpabilidad, de sentimientos de fracaso y de dudas acerca de la posibilidad de salir del infierno que están viviendo. Por eso la motivación es fundamental, y abrir en el paciente la puerta de la esperanza es el primer paso de cualquier terapia que pretenda ser eficaz.

Elementos básicos de un Programa Terapéutico

Crear un contexto físico terapéutico

Es fundamental romper físicamente durante unos días el entorno habitual del paciente, y sustituirlo por un contexto físico que centre su atención en su recuperación y evite la existencia de elementos que pueda tener asociados al consumo de alcohol.

Para ello, en mi experiencia, considero que el mejor entorno terapéutico es el de un Centro en el que el paciente esté apartado de su vida cotidiana, pero manteniendo una sensación de “normalidad” y en contacto con personas que no están participando en tratamientos de alcoholismo ni de otras adicciones. Ese efecto se consigue en lugares como balnearios, hoteles de salud, etc.

Cambiar la conducta para cambiar las actitudes

El ingreso en un Centro y el comienzo de un un programa terapútico implica romper en la práctica el hábito de beber alcohol, lo cual debe ser aprovechado para llevar al paciente a interiorizar las ventajas del cambio

Hay que inducirle a tomar conciencia, desde la práctica que está viviendo, de los beneficios reales de mantenerse sin beber, y de los falsos y efímeros efectos positivos que tenía el consumo de alcohol

Cambiar las actitudes para mantener el cambio de conducta

Si el paciente, a pesar de la abstinencia conseguida, sigue considerando el alcohol como algo atractivo de lo que se tiene que defender, si continúa creyendo que se pierde algo positivo por no beber alcohol, o si le inducimos a pensar “no puedo beber alcohol” estamos manteniendo en él una actitud altamente peligrosa.

Hemos de aprovechar la abstinencia lograda para reforzar los aspectos positivos de la misma, y sobre todo a fortalecer la idea de que no beber alcohol es una decisión libre y consciente que el sujeto toma en cada momento, porque ha aprendido a manejar las situaciones de riesgo.

También debemos enseñar al paciente a reforzar los cambios positivos de conducta que van a conducirle a mantenerse sin beber, utilizando sobre todo el autoreforzamiento y los pensamientos positivos como elementos reforzadores de los nuevos patrones de conducta.

Esto además, nos ayuda a aumentar la autoestima y la sensación de control en el paciente

Todos los elementos que aquí se describen son los que llevamos a cabo en la práctica desde 1984 en el Programa Victoria de Deshabituación del Alcohol del Instituto Detox.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Director del Programa Victoria