EL ACTO Y EL LÍMITE
©José Luis Catalán Bitrián
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Acabamos de ver que la acción humana, revestida de sentido, está limitada por principios y finales. Es sobre ésta referencia a los límites que pueden calificarse las acciones teniendo características de extralimitación.

El concepto común de libertad se mueve dentro del margen de posibles a elegir, en un campo de elección. Fuera de los límites que marcan las posibilidades, por ejemplo vuelta absoluta, resulta absurda. Nuestra vida, por los límites fundamentales entre el nacimiento y la muerte, es categorizada de un manera primaria, proporcionando el marco de lo posible para la acción en ese espacio temporal.

A menudo el hombre se ha querido rebelar contra la limitación de la vida, buscando tener propiedades divinas: ha querido vivir más allá de la muerte, reencarnarse, prescindir de las esclavitudes del cuerpo y del tiempo, de las fuerzas naturales..

Esta clase de rebelión la ha realizado con la mediación de imaginarios, que le han servido para vivir sin la angustia de los horizontes del principio y el fin. Las creencias en imágenes, símbolos y fuerzas ocultas le han permitido acceder a un poder extraordinario con toda clase de ganancias irreales, desde la ubicuidad y atemporalidad hasta combatir la maldición del trabajo y las ataduras de cuerpo.

Desde la prehistoria el hombre ha tenido esa tentación de escabullirse del límite, renegando de las realidades de la vejez, del devenir del mundo, de las contingencias de origen y de muerte. La ambición de poder ha sido su gloria y su ruina.

Partiendo del modelo de la limitación de la vida podemos hablar por analogía de otras limitaciones y extralimitaciones, con similares ansias de infinito y disociación corporal. Junto a lo posible y lo real se enzarzan los tentáculos del límite como problema.

El sujeto, desde un estado que incluye su cuerpo, su historia, su sociedad, que condicionan su presente, trata de transcenderse en el margen que ese punto de partida vuelve posible.

Los límites no se le presentan al sujeto únicamente por la realidad y alcance de su cuerpo físico, también la autonomía de los otros le imponen márgenes o incluso sus propias elecciones, en la medida que el sujeto se hace como quiere ser a partir del sedimento de lo que hasta entonces ha logrado ser.

El 'síntoma', el problema, como resultado de una encrucijada en las posiciones del sujeto, es también una ocasión para discutir sobre límites, y frecuentemente para extralimitarse.

Aunque se parta de la base de trastornos orgánicos o degeneraciones como en la vejez, la lectura de tales fenómenos forman parte de los hechos, de los que ya sabemos su estrecha relación con la conciencia que los da por concluidos, que otorga un fin sintético a la historia.

Simplemente hay que dar todo el peso a esa subjetividad, imposible de eludir, y cuya actividad significante elabora una versión de los límites, sea que los ubique donde otros quieren, le dejan o donde sueña colocarlos, pero haciéndolo de una manera u otra siempre.

Vamos a tratar en ese capítulo de describir una serie de fenómenos que tienen relevancia para la configuración de los llamados 'síntomas' bajo el punto de vista del límite:

0) Insaciabilidad
1) Extralimitación de extensión
2) Radicalidad y expremismo
3) Extralimitación de reducción
4) Extralimitación del bagaje de medios (poder o no poder)
5) Los límites en disputa y en duda
6) los límites de las propias elecciones

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