Psychology Web

Advanced Science Tools

 

Mecanismos de Defensa

Tradicionalmente, ante la presencia de un conflicto emocional, se consideraba que la persona podía recurrir de manera más o menos involuntaria a una serie de mecanismos de defensa con objeto de aliviar el impacto de éste. Enraizados en el ámbito de las teorías psicodinámicas, muchos de estos mecanismos pueden explicarse hoy día en virtud de las distorsiones ya comentadas Los expondremos, sin embargo, a título meramente expositivo con el propósito de reiterar el prominente papel que los procesos cognitivos desempeñan en el desarrollo y mantenimiento de los desórdenes de conducta. En todo caso, tengamos en cuenta que la supresión consciente y voluntaria de una experiencia dolorosa es bastante frecuente. Es evidente, por ejemplo, que ante la aparición de un recuerdo relativo a una grave enfermedad sufrida intentaremos apartar éste de nuestra mente. Por otra parte, tendemos a percibir e interpretar los hechos ambiguos conforme a nuestras expectativas y estado del momento. Si tenemos hambre percibimos con más rapidez y distintividad todo aquello relacionado con la satisfacción de tal necesidad. En la medida en que creemos ser capaces de afrontar una situación aversiva mantendremos una actitud de alerta ante ella. Si, por el contrario, nos sentimos incapaces de abordarla optaremos por evitar pensar en tal situación.

Elusión

Supone desplazar o impedir (represión) que acceda a la conciencia un contenido que resulta inaceptable. Si la persona se limita a desplazarlo, siendo consciente del conflicto, decide soslayarlo. Es evidente que tal proceder no resuelve el problema de origen pero puede ser útil si éste es aplazado para ser abordado en el momento en el que se esté en mejor disposición de afrontarlo. Sin embargo, en la medida en que se convierta en un hábito el evitar los conflictos tal estrategia resultará contraproducente tanto por el hecho de no buscar una solución a éstos, como por la pérdida de autoeficacia que provoca. En el caso de la represión se centra la atención sobre un contenido aceptable o menos perturbador, relegando el conflicto a un segundo plano. Si bien la persona, en éste caso, no es consciente del problema que reprime éste queda 'oculto' pero, obviamente, tampoco resuelto. Podría manifestarse como lagunas de memoria, ciertas equivocaciones al hablar, etc. En la negación se es consciente de aquello que nos disgusta y rechazamos, pero decidimos negar su importancia. Si deseamos algo y no conseguimos obtenerlo restamos valor a tal empeño para aminorar la frustración que pudiéramos experimentar.

Protección

Representa una serie de mecanismos que pretenden aminorar o suprimir el impacto negativo que pudiera tener la realidad conflictiva que vivimos. Con la racionalización buscamos aquellas excusas que nos permitan justificar las decisiones que tomamos. Constituye una maniobra de autoengaño y puede ser difícil de reconocer por el propio sujeto ya que con tal proceder éste logra, en mayor o menor medida, lo que se había propuesto. Con la identificación o idealización asumimos como propios rasgos y cualidades de otras personas con objeto de cambiar la imagen que tenemos de nosotros mismos. Puede que nos identifiquemos con rasgos positivos, pero también con negativos. El desplazamiento proyectivo supone asignar a una persona ciertas cualidades de otra, con lo que reaccionamos ante ésta como si se tratara de aquella. En la resistencia la persona se opone a un contenido que fue reprimido, negándose a reconocer los esfuerzos que realiza para evadirse de tal conflicto.

Compromiso

Constituyen una serie de mecanismos que persiguen superar un conflicto de una manera más constructiva. En la substitución la persona busca ideas más saludables y eficientes con la finalidad de resolver las tensiones emocionales que experimenta. En la sublimación se reconduce un impulso considerado indeseable hacia una conducta considerada más aceptable y satisfactoria. En el desplazamiento se sustituye una idea por otra que no guarda una verdadera relación con ella. En la conversión se transforma un conflicto reprimido en síntomas de naturaleza somática con los que evitar situaciones indeseadas. En la simbolización el contenido reprimido retorna a la conciencia bajo otra apariencia con la que guarda cierta conexión.

Compensación

Representa una serie de mecanismos con los que la persona pretende configurar una imagen de sí misma más positiva y segura, aminorando sus supuestos defectos y potenciando sus pretendidas virtudes. En la formación reactiva se desarrolla una actitud opuesta ante aquello que nos resulta desagradable o inaceptable para evitar asumir la existencia de un conflicto. Puede circunscribirse al objeto o sujeto que la provoca o generalizarse. Si experimento un odio latente hacia alguien lo convertiría en un afecto exagerado. En la proyección se atribuye a los demás determinadas ideas y sentimientos que nos resultan inaceptables. Apreciamos en ellos lo que son nuestros propios defectos e imperfecciones. Si una persona engaña a otra podría aminorar su culpa pensando que todo el mundo engaña. En la introyección la persona asimila como propios una serie de aspectos de su ambiente, interiorizándolos. Puede, por ello, recriminarse ante rasgos o ideas que no resultan enteramente característicos de uno mismo pero que se han adoptado como propias.

Evitación

Tales mecanismos pretenden rehuir un conflicto negando, directa o indirectamente, su existencia. En el fantaseo la persona se refugia en una realidad imaginada para evadirse de aquellas dificultades que le resultan indeseables. En la disociación se convive con ideas contrapuestas antes que hacer frente al conflicto que supondría el integrarlas. Es el caso, por ejemplo, de rechazar la mentira por ser inapropiada, al tiempo que se miente cuando se estima oportuno. En la regresión se retorna a un estado menos maduro con la pretensión de hacer frente de ésta forma a los problemas. Son ejemplos de ello el enfadarse infantilmente cuando algo no resulta como esperábamos, reaccionar con violencia ante un fracaso, llorar desconsoladamente al no conseguir lo que queríamos, etc. En la fuga decidimos refugiarnos en otras tareas o ámbitos para recobrar un sentido de dominio y agrado en nuestra vida. Sería el caso, por ejemplo, de preferir la soledad ante la supuesta incapacidad para entablar relaciones satisfactorias (se piensa mucho pero se hace poco). O embarcarse en multitud de actividades con el propósito de evitar abordar ciertos conflictos personales. En la alienación la persona claudica ante una realidad demasiado dolorosa y decide renunciar a todo empeño por cambiar las cosas.